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Steve corría por las calles destruidas de New York, tratando de esquivar los disparos que algunas naves Chitauris le lanzaban mientras saltaba por un puente y caía por encima de unos autobuses los cuales al recibir el impacto de los disparos explotaron.
A lo lejos, se podía ver un escuadrón de policías que se encontraban detrás de sus patrullas, tratando de calmar la situación.
— ¡La Guardia Nacional! — gritó un oficial a la par que se escondía detrás de su auto — ¡Podrían tardar más de una hora!
— ¿¡La Guardia Nacional!? — preguntó alterado el oficial al mando — ¿¡No sabe el ejercito lo que está pasando aquí!?
— ¿¡Y nosotros sí!? — preguntó preocupado.
Vista la situación Steve corrió rápidamente y salto para comenzar a pelear con los Chitauris que se encontraban cerca de él, con la respiración agitada y arriba de la patrulla, Steve se dirigió a los dos oficiales.
— ¡Vayan a los edificios! ¡Aún hay civiles adentro y van a correr directo a la línea de fuego! — ordenó Steve mientras observaba como las personas corrían y gritaban — ¡Que escapen por el subterráneo o tal vez por los sótanos, pero que no estén en las calles! ¡Extiendan un perímetro que cubra hasta la 39!
— ¿¡Y PORQUÉ VOY A SEGUIR ORDENES TUYAS!? — preguntó molesto el oficial mientras baja su arma que segundos antes la tenía apuntando hacia el Capitán Rogers.
Una explosión se hizo presente llamando la atención de los oficiales y de Steve, dos Chitauris hicieron presencia intentando atacar a los uniformados, sin embargo, sus ataque se vieron dirigidos al Capitán quien con su escudo en mano comenzó a defenderse.
Uno de ellos intento golpear a Steve lo cual no resulto ya que él lo golpeo de inmediato con su escudo dejando la cabeza del alienígena destruida, mientras que el otro, disparo un láser el cual fue detenido por el escudo.
Steve golpeo al Chitauri y en un movimiento rápido y ágil termino arrancando su arma para que este terminara en el suelo tras el impacto del escudo en su cara.
Los dos oficiales miraban atónitos la escena que acababan de presenciar y rápidamente el oficial al mando se giró para comenzar a caminar.
— ¡Quiero oficiales en las puertas, lleven lo más lejos a los civiles! — ordenó a su escuadrón
