Capítulo once
3 de Agosto.
Los Ángeles, California.Tres días.
A Nathan le quedaban tres días en casa antes de realizar un viaje de dos meses a Europa de gira. Estaba emocionado, le encantaba ir a Europa y los espectáculos siempre eran una locura, pero nunca había sido fácil dejar a Char.
Recientemente, Alice había hecho un mejor trato con su jefe y pasaba mucho más tiempo con el chico Denari. Alice y Nathan básicamente vivían juntos con Char, desarrollando una rutina. Cada mañana se despertaban juntos y se turnaban para preparar el desayuno mientras el otro se duchaba y se preparaba para el día. Después de que Char se levantara y comiera, Alice repasaria sus planes para el día.
Nathan solía tener algunas reuniones o llamadas telefónicas de las que ocuparse para que Alice y Charlie pasaran el rato. Alice jugaría con ella, vería películas o la llevaría al parque si el día estaba agradable.
Intentaban acostumbrarla a una rutina sin que Nathan estuviera cerca. Char sabía que su padre se iría por un tiempo y tenía la edad suficiente para entender que Alice estaría cerca más a menudo, pero todavía sufría cada vez que él se iba.
Alice y Nathan estaban intentando ponérselo un poco más fácil.
Alice golpeó la mesada con las uñas. —Nathan, ¿me estás escuchando? –dijo.
Los ojos de Nathan se dispararon hacia ella, sus mejillas se sonrojaron y sonrió tímidamente. —Lo siento, me perdí por completo.
—¿En qué estás pensando? –Alice le preguntó.
Nathan abrió la boca para responder, pero no salió nada.
—¿Está todo bien? –Alice preguntó esta vez, tocando suavemente su brazo.
El corazón de Nathan se aceleró, ¿era este? ¿Debería ser este el momento en que finalmente le él le diría?
—Escucha ángel... yo, eeeeh, quiero hablar contigo sobre algo –dijo, negándose a mirar a Alice a los ojos.
—Está bien, ¿qué es? –preguntó nerviosamente Alice.
Nathan respiró hondo y abrió la boca para hablar de nuevo, pero fue interrumpido por el sonido de su alegre niña.
—¡Papi! ¡Mira lo que puedo hacer! –chilló la niña mientras apartaba una de las sillas de su camino.
Char levantó los brazos e hizo una media luna, una voltereta lateral, terminando con una gran sonrisa en su rostro. Alice y Nathan aplaudieron, él la subió a su regazo.
—¡Vaya, mírate bebé! ¿Quién te enseñó eso? –preguntó y ella señaló a Alice.
—Alice y yo practicamos en el parque. Ella es muy buena en eso.
Alice se encogió de hombros, sonriéndole a Nathan. —¿Qué te puedo decir? Soy una profesional.
Nathan envolvió sus brazos alrededor del pequeño cuerpo de Charlotte y la beso en la sien una y otra vez, meciéndola de un lado a otro. Ella se acurrucó en su pecho, agarrándose a los brazos de Nathan con sus pequeñas manos.
El abrazo fue lindo al principio, pero luego se podía ver que la expresión de Nathan pasaba de amorosa a dolorosa.
—Papá, estás apretando demasiado –chilló la niña.
Él la soltó. —Lo siento, calabacita –Nathan se obligó a reír.
—Hey Char, ¿por qué no vas a preparar una fiesta de té para nosotros mientras hablo con papá? –Alice sugirió y los ojos de la pequeña se iluminaron.
—¡Okey! –dijo, saliendo corriendo hacia su habitación.
Alice volvió su atención a Nathan, mordisqueando sus uñas y mirándolo sin comprender.
—Cariño, ¿estás bien? –le preguntó suavemente.
Él negó con la cabeza, las lágrimas estaban contenidas en sus ojos.
—No quiero irme –susurró, con la voz quebrada.
Una lágrima se derramó de su ojo y Alice se apresuró a tirar de él. Alice lo sostuvo contra su pecho, pasando sus dedos por su cabello y frotando su espalda.
Nathan enterró su rostro en la camisa de Alice, sollozos ahogados salían de su boca.
Alice no pudo evitar sentir lágrimas en sus propios ojos por lo triste que él estaba. —Yo tampoco quiero que te vayas.
Él sollozó y se apartó, mirándola con los ojos rojos e hinchados. —¿Qué pasa si no voy? ¿Qué pasa si me quedo aquí contigo y Char? –dijo frenéticamente.
Alice ahuecó sus mejillas. —Tienes que ir, cariño. Sé que duele pero estaremos bien. Lo prometo. Vas a ir a Europa y ser dueño de cada show, será increíble. Char y yo estaremos aquí esperando cuando regreses.
Nathan sonrió débilmente, sin querer nada más que besar a Alice por sus dulces palabras.
—¿Podemos jugar ahora? –la voz de Char sonó en el pasillo.
Alice miró a Nathan, ofreciéndole la mano. —Vamos, tenemos una fiesta de té a la que asistir.
Él se rió entre dientes, secándose los ojos y tomando la mano que Alice le ofrecía.
Maratón 3/3
Bueno, ¿la calma antes de la tormenta? Sí, esos fueron estos capítulos.
En 3 semanas esto se termina :(
Nos leemos el jueves de la semana que viene rockstars.
Abrazo de oso,
Agosto.
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Angel ©
RomansaAlice y Nathan. Al contrario de lo que pensaban los medios, no se habían dedicado a nada parecido a lo que se esperaba. Ambos habían construido sus reputaciones fuera de la sombra de sus padres, y era tan común verlos juntos que la prensa ya no se m...