trece | la felicidad dura poco

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Capítulo trece

Capítulo trece

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—¿Tú qué? –Alice tartamudeó, incrédula de que esas palabras acabaran de salir de la boca de Nathan.

La cara de Nathan se puso roja, pero mantuvo la compostura a pesar de sus nervios. Sus manos temblaban levemente y no parecía encontrar las palabras adecuadas para decir a continuación.

—Ángel, estoy enamorado de ti. Lo he estado durante años, pero nunca podría decirlo. Tú eres la razón de mi positividad, la razón por la que puedo ser un padre para Char, eres todo. Y eso es espantoso. No podría decírtelo y arriesgarme a perder no solo a mi persona favorita en el mundo, sino también a la única figura materna que mi hija ha conocido. No podría hacerle eso, especialmente ahora que me voy. Pero me estoy exponiendo a mí mismo ahora y te estoy contando todo esto porque si hay alguien con quien quiero criar a mi hija, es contigo –dijo Nathan con entusiasmo, su pecho visiblemente agitado por su respiración rápida.

Por la cabeza de Alice giraban tantas emociones que no podía procesar lo que Nathan le estaba diciendo.

Él la quería.

Dio un paso hacia él, cerrando el espacio entre sus pechos. Sin decir una palabra, se estiró y descansó sus manos en las mejillas de Nathan. Podía verlo relajarse físicamente en respuesta a su toque, una sonrisa creciendo en su rostro.

Alice reflejó su sonrisa, incapaz de mantener la cara seria con él justo frente a ella. —Estoy enamorada de ti. Te quiero a ti, a Char y a cualquier otra cosa que esta vida nos depare. Lo quiero todo contigo y no puedo creer que te haya tomado tanto tiempo decirlo –dijo, burlándose de él con su última declaración.

Nathan negó con la cabeza, la sonrisa en su rostro aún era amplia.

Alice se inclinó y lo besó suavemente, degustando el azúcar de la tostada francesa que él había comido antes. Sintió sus brazos serpenteando alrededor de su cintura y acercandola, no queriendo que el beso terminara.

Finalmente, tuvieron que alejarse, pero Alice no se movió de su agarre. Rozó su nariz contra la suya, los dos riendo tranquilamente.

—Vamos a despertar a nuestra chica –dijo Nathan.

Alice sintió algo que solo podría describirse como amor puro fluyendo por sus venas. Se dio vuelta y comenzó a caminar hacia las escaleras, pero la mano de Nathan la hizo retroceder rápidamente.

Nathan la empujó hacia adentro, de vuelta a su pecho, moviendo su cabello para presionar un beso rápido en su cuello. —Necesitaba uno más, ahora podemos irnos –dijo descaradamente.

A Alice no le importó en absoluto, ahora sí se separó para agarrar su mano y arrastrarlo escaleras arriba para despertar a Char para el desayuno.

Siendo el último día completo de Nathan en la casa, los tres pasaron el día holgazaneando viendo películas. Mañana por la noche Nathan se iría, cruzaría el mundo durante los próximos tres meses y sus dos chicas favoritas estarían en casa sin él.

Angel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora