Capítulo doce
4 de Agosto.
Los Angeles, California.Después de una larga noche llena de emociones y fiestas de té, los tres estaban profundamente dormidos. La casa estaba en silencio, Alice y Nathan durmiendo en su habitación y Char en su propia cama.
Alice y Nathan se quedaron dormidos uno frente al otro, Alice con la cara enterrada en clavícula de Nathan y este con su brazo colocado cómodamente sobre la cintura de Alice. Ellos dormían íntimamente, siempre unidos el uno al otro de alguna forma. Siempre había sido así y a Nathan le emocionaba irse a dormir todas las noches desde que Alice comenzó a quedarse todas las noches.
El único sonido que se podía escuchar en toda la casa era el viento que soplaba las cortinas a través de la ventana rota del dormitorio y el suave zumbido de la luz nocturna enchufable de Char.
Todo esto, hasta que la puerta del dormitorio de Nathan se abrió con un crujido.
El sonido de pies pequeños arrastrando los pies sobre la alfombra y los gemidos silenciosos provenían del borde de la cama, el tirón repentino de la manta agitó a Alice mientras dormía. Salió de los brazos de Nathan y se sentó, frotándose los ojos para adaptarse a la oscuridad. El brazo de Nathan cayó inerte sobre el colchón donde Alice estaba acostada, todavía profundamente dormido.
Alice entrecerró los ojos en la oscuridad para ver a Char de pie con las manos a los costados y las mejillas húmedas de llorar. No dijo nada, se limitó a llorar en silencio al pie de la cama. Alice quitó las mantas de su regazo acercándose a ella.
—Hola calabaza, ven aquí –susurró.
La niña se subió a la cama y se arrastró hasta el regazo de Alice, apoyándose en su pecho. Alice la meció de un lado a otro, pasando la mano por su cabello para tratar de calmar sus lágrimas.
Nathan se movió en sueños ante el movimiento, apoyándose en su codo.
—¿Todo bien? –dijo, su voz baja y ronca por el sueño.
A pesar de la situación, Alice mentiría si dijera que su voz cansada no hizo que su corazón saltara.
Alice hizo caso omiso del pensamiento y devolvió su atención a Char.
—Creo que fue solo una pesadilla, ¿eh? –arrulló, mirando a Char.
Ella murmuró un "sí" entre hipo y suspiros, Alice la abrazó con más fuerza.
—Oh nena, está bien. Estás a salvo, fue sólo un sueño aterrador, lo prometo –Nathan dijo, extendiendo la mano para frotar la espalda de su hija.
Char se echó hacia atrás un poco para mirar a Alice, su cabello pegado a su frente sudorosa.
—Mami, tengo miedo –gimió y Alice sintió como si alguien hubiera vertido agua helada por tu espalda.
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Angel ©
RomansaAlice y Nathan. Al contrario de lo que pensaban los medios, no se habían dedicado a nada parecido a lo que se esperaba. Ambos habían construido sus reputaciones fuera de la sombra de sus padres, y era tan común verlos juntos que la prensa ya no se m...