Capítulo cuatro
Presente
15 de Julio.
Los Ángeles, California.Nathan suspiró mientras vertía la pasta cruda en el agua hirviendo y se dirigía al frigorífico. Consultó su reloj y tomó una bebida energética, tomando un gran sorbo.
Se pasó una mano por el pelo y caminó por el pasillo de su casa, deteniéndose en la puerta al otro lado del pasillo de su dormitorio. Apretó la oreja contra la puerta, sonriendo para sí mismo ante el sonido de la banda sonora de Enredados, una película con la que se había familiarizado involuntariamente.
Sabiendo exactamente lo que estaba pasando en la habitación, abrió la puerta y se asomó para mirar. Mientras pensaba, allí estaba ella sentada en su cama y cantando al dúo de Rapunzel y Flynn. Sus pequeños pies descalzos golpeaban contra el marco de la cama mientras los pateaba de un lado a otro mientras admiraba la televisión frente a ella.
—¿Enredados otra vez? –dijo él, y ella se dio la vuelta, sonriéndole a Nathan.
—Es mi favorito –ella se rió entre dientes.
Nathan entró y se sentó a su lado. —Sé que lo es, cariño. Después de esta canción, necesito que te vayas a lavar las manos para cenar.
Su fino cabello rubio se volteó sobre su hombro mientras le hacía un puchero, haciendo su mejor cara de cachorro. Antes de que ella pudiera protestar, él negó con la cabeza.
—Nop. Puedes terminar la película después de comer. Incluso la cantaré contigo, ¿qué te parece eso?
Su rostro una vez enfurruñado se convirtió en una sonrisa emocionada mientras se reía tontamente ante la oferta de Nathan.
—Tu canto es mi favorito, papá –dijo la niña.
Él no pudo evitar besar su frente. —Vamos, te estoy haciendo macarrones con queso.
Nathan se puso de pie y comenzó a caminar fuera de la habitación y sin perder el ritmo, supo que ella estaba tratando de continuar con la película cuando se fue.
—Charlotte –dijo en un tono medio de advertencia, medio en broma.
—¡Estoy yendo! –dijo la niña mientras saltaba de la cama, siguiendo a su padre al baño para lavarse las manos.
Nathan era padre soltero de su hermosa niña, Charlotte Maeve. La llamaba Char para abreviar, y ella era la luz de su vida. Ella era una viva imagen de Nathan de 5 años. Cabello rubio sucio que luego se tornaría castaño como había sucedido con el de él, y ojos azul verdoso, piel clara y una sonrisa brillante.
Char era la versión humana de un girasol; la niña más burbujeante y dulce. Amaba tanto a su padre y aunque tenía poco concepto de la industria de la música, sabía que papá y sus tíos cantaban para "mucha gente en todo el mundo".
ESTÁS LEYENDO
Angel ©
Roman d'amourAlice y Nathan. Al contrario de lo que pensaban los medios, no se habían dedicado a nada parecido a lo que se esperaba. Ambos habían construido sus reputaciones fuera de la sombra de sus padres, y era tan común verlos juntos que la prensa ya no se m...