Capítulo 1

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Felices fiestas, gracias por estar aquí<3

[...]

Francia, 1918.

Un maldito virus se desató. En plena guerra, cuando el país está más vulnerable, tenía que llegar justo ahora. Empezó con unos cuantos dolores, después el cansancio excesivo, le siguieron las noches de insomnio, hasta que llegamos a la fiebre.

Sus pulmones están débiles, no creen que resista mucho tiempo.

Pensar que tengo en mis manos el poder de salvarla, pero está prohibido. Somos criaturas condenadas al exilio si saben de nuestra existencia, la gente nos quemaría vivos si se enteran. Porque el fuego es lo único que nos mataría; sólo el fuego consumiría nuestra alma, o lo que queda de ella.

—Por favor, tengo que hacerlo.

—Sabes que está prohibido. Los Bianchi nos matarían de inmediato.

—Pero no quiero verla morir, no cuando sé que puedo salvarla.

—Tampoco la puedes condenar a una vida como la nuestra.

—La amo.

—¿Cuándo lo entenderás? Tú no puedes amar a nadie. Ninguno de nosotros es capaz de hacerlo.

—Lo dices porque nunca conociste el amor.

Ese es mi padre, siempre con sus malditos pensamientos estúpidos sobre que nosotros no podemos amar a alguien, pero yo sé que la amo a ella. Aunque en unos años tenga que mudarme de nuevo, la seguiría amando, porque ella es mi alma gemela.

Hemos vivido en muchos países, siempre cambiando de hogar para que nadie lo sospeche. Nadie puede enterarse de lo que somos. Detrás de esa piel pálida, que todos creen que es por la genética, se esconden las leyendas de la noche. Aquellos que han sido maldecidos por años por ser quienes son, aquellos que perdieron la vida cuando el veneno tocó su sangre. Ser un vampiro te da inmortalidad, pero el precio que pagas es muy alto.

Soy el menor de los Jongcheveevat, acabo de cumplir ciento tres años. Fui convertido cuando tenía veinticinco, mi hermana Rose aún conserva su apariencia de veintiocho años, mientras que mis padres parecen de unos cuarenta años. Los vampiros adultos muerden a sus hijos cuando ellos lo decidan, o cuando las circunstancias lo requieran, nacen siendo mitad humanos, por lo tanto, cumplen el ciclo de vida cada año, envejecen y pueden morir antes de que los muerdan definitivamente.

[...]

Otro maldito día en mi eterna existencia ha comenzado. Todo es un caos afuera, pero ni siquiera me preocuparía por eso si no fuera porque la persona que amo se está muriendo lentamente. Su familia es humilde, las cosas están escasas y el miedo se apoderó de todos.

En una cama, con la piel pálida, casi tanto como la mía, sus ojos se empezaban a cerrar lentamente, el color negro de su cabello seguía ahí, pero el brillo de siempre se encuentra opacado. La respiración se le dificultaba cada vez más, su piel hierve tanto que el frio de mi cuerpo llegó a sofocarse.

—Por favor, resiste un poco más —su mano ya no tenía fuerza para tomar la mía.

—Ya no puedo más...—el aire le empezó a faltar e hizo una pausa —tampoco quiero aplazar mi agonía.

—Y, si hubiese una forma de salvarte, ¿aceptarías?

—¿Quieres morderme? —una risa irónica salió de sus labios y por un momento sentí que me arrebataban el aliento. —Te escuché hablando con tu padre.

—Entonces lo sabes.

—Lo sospechaba desde hace mucho.

—¿No me tienes miedo?

—¿Por qué le tendría miedo a la persona que amo?

—¿Aceptarías la eternidad si es a mi lado?

—Sí, pero no es lo que quiero. Aunque significara pasar el resto de mi existencia a tu lado, no quiero esa "vida" para mí.

Tal vez tiene razón, no la puedo condenar a algo que ni siquiera se le puede llamar vida.

—Tampoco quiero pasar el resto de mi existencia sin ti.

Las lágrimas ya escurrían de sus ojos, caían gota por gota y se deslizaban hasta la comisura de sus labios. Aunque me duela tener que perderla, tampoco soy capaz de condenarla a vivir esta vida tan miserable. Ella no se lo merece.

—No moriré si mi recuerdo permanece contigo.

—Nunca te olvidaré.

—Pero tampoco dejes que mi recuerdo no te permita ser feliz. Sigue tu vida, sé feliz, por mí; por ambos. —después que sus labios pronunciaron aquellas palabras una sonrisa apareció en su rostro. Sabía que se estaba forzando para sonreír, pero aun así lo hacía ver tan natural. Esa fue su última sonrisa. Esa fue la última vez que la vi con vida. Esa fue la última vez que sentí algo por alguien.

Siempre te amaré, Anne.

[...]

Rusia, 1991.

El frío se apodera una vez más de la ciudad. La nieve ha empezado a caer y la capa que cubre las calles muy fácilmente supera los cinco centímetros. Pronto tendré que abandonar este país junto con mi familia, así que aprovecharé el tiempo que me queda.

La copa de cristal contiene aquel líquido rojo que tanto me encanta, la música sale de la radio y la ventana refleja mi rostro que observa a través de ella. El día está tan tranquilo, demasiado, pero en ocasiones un poco de paz es lo que necesitamos.

—Rose.

El día se iluminaba por el sol brillante en lo alto del cielo, las calles estaban llenas de personas. El centro de la ciudad era un lugar muy concurrido en estas fechas, todo perfectamente adornado para las fiestas, pero todo se veía diferente a la última vez.

Un joven pelinegro pasó, una de sus manos sujetaba algunas bolsas, sin embargo; la otra mano era sostenida por un castaño que llevaba puesto un abrigo café. Sus miradas reflejaban amor por el otro, sus ojos brillaban tanto que cegaba. Uno de los dos rostros se ve con claridad, y esa persona es...

—Ya voy, Mew.

[...]

Italia, actualidad.

Después de años recorriendo el mundo, viendo a personas morir frente a mis ojos, he regresado al mismo país donde mí vida empezó. Sus calles son aún más hermosas que hace doscientos seis años, pero mi alma sigue igual de podrida como en aquel día.

—Sigo sin entender por qué estamos aquí.

—Ha pasado mucho tiempo, es hora de volver a casa.

Decenas de países han quedado atrás, pasarán años para volver a viajar, mientras tanto, estamos seguros aquí. Las personas que nos conocían ya están muertas, no hay peligro; por ahora.

[...]

Holi, primer capítulo editado.

BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora