Capítulo 8

166 37 2
                                        

La presión que su boca hacía con la mía era como tocar el maldito cielo y que las nubes me recibieran con los brazos abiertos. Su mano tomó mi cuello y sus dedos se enredaron en mi cabello mientras tiraba de el. Podría jurar que un sonido salió de sus labios, era un sonido gutural, demandante, igual que su beso. La forma en que su lengua se introducía en mi boca y la manera en que sus manos me sujetaban me estaban haciendo perder la cordura, pero algo hizo que la increíble conexión se rompiera.

—¡Mew! —Grité al sentir una mordida en mi labio inferior. Cuando por fin pude respirar, sus labios estaban rojos y jadeando, probablemente, igual que los míos.

Mi reacción lo tomó por sorpresa y se alejó lo más rápido de mí. Cubrió su boca con su mano mientras se sentaba en uno de los sillones que estaban del otro lado de la mesita de centro.

—Gulf, lo siento. Yo...

—Es mejor que me vaya. Tengo cosas que hacer. —Mis ojos se encontraron con los suyos antes de que saliera de la casa. Y azoté la puerta.

[...]

Soy un idiota. Un maldito idiota.

Gulf se fue hace unos minutos y yo sigo sentado en el mismo lugar en el que me dejó hace un rato. Maldita sea, casi lo muerdo. Si el hecho de besarlo de la nada ya era una total locura, las cosas se saldrían de control si mi colmillo hubiese perforado su labio. Aun puedo oler el aroma de su sangre mezclado con el de su perfume. Tan malditamente adictivo. Igual que él.

Porque si de algo estoy seguro, es que un beso fue suficiente para saber que no me conformaría sólo con uno. La calidez de su piel los sonidos de sus jadeos y el constante latido de su corazón hacen una sinfonía hermosa para mis oídos. La forma en que sus ojos me vieron antes de besarlo me dieron la señal que necesitaba para hacerlo.

"Por favor, que me bese."

Eso era lo único que pude leer. Lo demás pasó a segundo plano, hasta que me volvió a mirar antes de salir y entonces supe que lo había arruinado. Gulf quería lo mismo que yo, pero algo en su mente pasó. Algo lo asustó. Tal vez el hecho de que lo mordí ligeramente.

No importa, ahora lo que necesito hacer es calmarme y buscarlo. Y con suerte, puedo volver a besar esos labios que se han vuelto mi nuevo motivo para seguir. Necesito que me diga que sintió, aunque puedo leerlo fácilmente, quiero escucharlo de él. Por primera vez, quiero hacerlo de la forma correcta y eso se escucha, y se siente, aterrador.

[...]

Han sido unos días algo complicados después del pequeño incidente con Gulf. No he podido acercarme a él, me evita, y no lo culpo. Yo también huiría de alguien como yo.

La noche llegó más pronto de lo que esperaba, después de tantos asuntos con Los Bianchi, por fin estaré libre de ellos, por lo menos un año más. Así que un buen cigarro es lo que necesito para celebrar.

El humo del cigarro invade mis fosas nasales.

No soy adicto, eso creo, pero me gusta fumar en dos ocasiones, cuando estoy aburrido, o cuando estoy en éxtasis. Irónicamente, el cigarro me calma un poco y me puedo controlar mejor. Lo descubrí hace algunos años, así que desde entonces me fumo uno o dos cigarros a la semana. De todos modos, no me pueden matar.

La colonia se mantiene en oscuras como siempre, mis padres se fueron con Rose de cacería, así que estoy solo. Gulf aún no ha regresado a su casa y ya es un poco tarde. Su horario termina a las diez, pero ya son pasadas las once de la noche. El aire vibra por mi alrededor, la brisa me despeina y se lleva con ella el humo.

—¿Estará bien?

Sin esperar a que algo más invada mis pensamientos, tomo mi chaqueta y me coloco las botas, bajo de un salto del balcón y me dirijo a la cafetería donde trabaja Gulf. ¿Por qué? No sé. Solo quiero ver que esté bien.

BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora