Ya habían pasado cuatro días desde que la madre y la hermana de Jed habían llegado.
Sí, era el día antes de la boda, más específicamente, la tarde antes del día de la boda.
Jed y yo estábamos en nuestro piso, como siempre. Él se encontraba en la sala de estar, leyendo un libro, mientras que yo estaba en la cocina preparando algo de cenar. Mi suegra y la pequeña se instalaron en el apartamento contiguo, y se ofrecieron a dejar que Hannah, Nora y Josh se quedaran con ellas, con la excusa de darnos a Jed y a mí un poco de privacidad.
Escuché el timbre de la puerta sonar, y al instante a Jared gritándome que no me preocupara, que él abría. Pocos segundos después escuché voces provenientes de la sala de estar.
- ¡Chucky, creo que tienes que venir a ver esto!- gritó mi prometido desde la habitación de al lado.
Fruncí el ceño ligeramente, al tiempo que me secaba las manos con un paño. Me aseguré de haber apagado la estufa, antes de ir con el castaño y con quien quiera que hubiera llegado a visitarnos.
Ahí, de pie en el medio de mi salón, estaban Ari, Mara, Nicklas, Rose, Arthur, mi padre, Jace, Nora, Josh y Hannah. Mis ojos se abrieron ligeramente cuando lo vi a todos ahí reunidos.
- ¿Qué pasa?- inquirí, yendo a situarme junto a Jed, que tenía la misma expresión de confusión que yo.
Lo miré y él sólo se encogió de hombros.
Ari fue la encargada de hablar por todos.
- Venimos a llevarte a ti- me señaló- a la casa de Carla y Jace. Haremos tu despedida de soltera.
Abrí los ojos como platos, a la misma vez que mi prometido los miraba como si les hubieran salido dos cabezas a todos.
Sí, se estaban volviendo locos.
- Quedamos en que no haríamos nada de eso- les dije, a modo de recordatorio.
Y así era. Dos días antes de esa tarde, todos se encontraban muy emocionados por las despedidas de solteros, tanto de Jed como mía. Ninguno de los dos quería pasar la noche antes de la boda separados, así que acordamos que no haríamos nada de eso. Claramente no contamos con el hecho de que todos se limpiaban el culo, literalmente, con lo que nosotros decidíamos.
¿Cuándo dejarás de contar con que harán lo que les digas?
Prefiero no perder la fe nunca.
Mara soltó una risa socarrona, como si estuviera pensando lo mismo que yo.
- Vamos, Jade- pidió Rose, dando un paso hacia mí-. No haremos nada descontrolado, porque sencillamente no podemos por el reposo que debe guardar Carla; pero al menos pasaremos un rato sólo las chicas- explicó la mujer, señalando a las féminas presentes ahí.
Eso era cierto. A mi mejor amiga le habían dado de alta en el hospital hacía muy pocos días, así que no podía ingerir alcohol, ni salir de fiesta en general. Además, recién comenzaba a adaptarse a ser madre de dos pequeños, así que lo que sea que hiciéramos, debía ser algo calmado, y su madre lo sabía.
- Bueno- habló Jed a mi lado-, ¿y yo qué hago?
- Tú, mi querido amigo Jared, vas a quedarte aquí con nosotros- informó Nick.
Así que esa era la idea: las mujeres para un lado y los hombres para otro. Los muy asquerosos lo tenían todo planeado.
Jed y yo nos miramos por un momento, como preguntándole al otro qué hacer; los dos estábamos igual de confusos con respecto a lo que pasaría. Tener a todos ahí haciendo presión cambiaba por completo los planes que habíamos hecho para pasar la noche.
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Lo que nos cuentan las estrellas
JugendliteraturINCLUIDAS LAS DOS PARTES DE ESTA HISTORIA Jade Reeve siempre ha evitado las fiestas, y los problemas en general. Todo hasta que una noche comete la peor locura de su vida, gracias a la influencia del alcohol. Ahora tiene que lidiar con las consecue...