Estaba siendo una semana de locos. Todo se había venido arriba de un momento a otro.
O sea, hagan de cuenta que estábamos de lo más normal hoy, y al día siguiente toda la locura que viene en consecuencia con los planes de la boda se nos vinieron encima.
Por esos días Jed y yo estuvimos corriendo de un lado a otro organizando todo; teníamos a mis mejores amigos, a mi hermano, mi padre e incluso los padres de Carla, ayudándonos con todo el tema de la organización, pero aún así me sentía muy estresada. A mi prometido parecía divertirle verme en crisis, porque se mantuvo todo el tiempo de un buen humor que te mueres, mientras que yo estaba que podía morirme de combustión espontánea en cualquier momento.
Pero, igual, no podía quejarme, todo estaba yendo muy bien.
Enderecé la espalda para aliviar un poco el pequeño dolor que me causó estar doblada acomodando la parte de abajo del vestido, y segundos después, salí del probador. Fuera, me esperaban Carla -quien ya tenía una enorme barriga-, Ari, Mara y Rose, sentadas a unos metros de distancia.
Fui directamente hasta la plataforma que quedaba justo frente a varios espejos que apuntaban hacia ese punto desde diferentes ángulos. Por el reflejo las pude ver a todas ponerse de pie con expresiones de asombro en sus caras.
- ¿Y?- pregunté, volviéndome hacia ellas.
Sí, nos encontrábamos en la tienda de trajes de novia. Felicidades por ser tan listos.
Nos pasamos media mañana dando vueltas de un lado a otro, entrando y saliendo de todas las tiendas del centro, pero ninguno de los vestidos me había gustado especialmente. Vamos, que quería que fuera perfecto, y creía que por fin lo había encontrado; era justamente ese que llevaba puesto.
Era de color blanco impoluto. La parte de arriba se ajustaba a mi cuello en un fino encaje, que dejaba ver apenas la piel de mi pecho. La prenda se ajustaba a mi cintura como si de un corsé se tratara, y en toda la parte de arriba del vestido, hermosos patrones hechos de encaje adornaban el diseño. Más abajo, la falda quedaba algo más holgada, pero no como si fuera un vestido de los más formales con una terminación abultada, sino que tenía una suave caída hasta el suelo. Además, la parte de atrás era completamente abierta hasta la mitad de la espalda.
Carla se llevó una mano a la boca, y enseguida sus ojos se pusieron vidriosos.
- Madre mía, Jade- Rose se acercó a mí y se detuvo de mí, observándome desde un poco más abajo-. Te ves preciosa, cariño.
Le dediqué una sonrisa de agradecimiento. La verdad es que a mí me había encantado ese vestido en particular. O sea, nada más fue entrar y verlo, y enseguida pedí que me lo dieran para probármelo y, efectivamente, era justo lo que buscaba. Era... sencillamente perfecto.
- Dios, es que está demasiado bella- dijo Carla, sonándose la nariz.
Ari y Mara se miraron la una a la otra y pusieron los ojos en blanco.
- Mapache, no tienes que llorar- señaló la pelinegra-. Te creemos cuando dices que se ve bella.
- Sí, si la estamos viendo y todo- interfirió Mara, asintiendo.
Me reí por lo bajo, al tiempo que negaba con la cabeza.
Y sí, mi mejor amiga estaba peor que una damisela, por todo lloraba. No importaba lo que fuera, si se emocionaba, Carla rompía a llorar como si no hubiera un mañana. También estaban los cambios de humor, lo rápido que se molestaba, o, las veces que se enojaba y al segundo estaba como si nada de nuevo.
Era muy loco.
En ese momento la chica que trabajaba en la tienda, quien se encargó de recibirnos y de asegurarse de ayudarnos, se acercó a donde estábamos.
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Lo que nos cuentan las estrellas
Dla nastolatkówINCLUIDAS LAS DOS PARTES DE ESTA HISTORIA Jade Reeve siempre ha evitado las fiestas, y los problemas en general. Todo hasta que una noche comete la peor locura de su vida, gracias a la influencia del alcohol. Ahora tiene que lidiar con las consecue...