- Chucky.
El suave susurro vino acompañado de una ligera sacudida en mi hombro. Abrí los ojos lenta y pesadamente, y me incorporé ligeramente.
La espalda me estaba matando. Habíamos pasado lo que quedaba de madrugada en los asientos plásticos de la sala de espera del área de Obstetricia, obviamente tenía todo el cuerpo adolorido.
- ¿Aún nada?- le pregunté a Jed, quien me observaba desde más arriba.
Él estaba de pie delante de mí, lucía extremadamente exhausto. Los dos lo estábamos, el final de la noche había sido sencillamente estresante.
- Jace pasó por aquí hace como cinco minutos- dijo él-. Me regañó por no habernos ido a casa, cuando él claramente nos ordenó que no nos quedáramos, y luego me dijo que todavía quedaba un rato hasta que el parto comenzara- explicó, poniéndole más seriedad al asunto al final.
Jed también debía de estar preocupado por mi mejor amiga, y con mucha razón además. El hecho de que Carla estuviera saliendo de cuentas antes de tiempo, ya era algo para ponerse medio frenético, pero es que ya llevaba horas ahí dentro, y las cosas parecían ir más lento de lo normal.
Solté un largo y cansado suspiro.
- No puedo ni imaginarme lo mal que la debe de estar pasando ella- comenté por lo bajo, al tiempo que me estrujaba un poco el ojo y me estiraba en mi sitio.
- Jace está frenético- informó Jed, riéndose por lo bajo-. Si no se ha bebido cien vasos de café en menos de tres horas, no se ha bebido ninguno.
No pude evitar que mis comisuras se elevaran un poco, pero no me reí abiertamente.
- El pobre- musité, elevando mis cejas, las dos a la vez.
Mi novio volvió a ocupar su lugar a mi lado. Cuando lo hizo, pasó uno de sus brazos por encima de mis hombros y luego me apretó contra él.
- Me ha llamado mi padre hace un rato- soltó de repente.
Fruncí el ceño y me alejé un poco para poder mirarlo mejor.
- ¿Qué quería?- inquirí, extrañada.
- Bueno, como está consciente de que no lo quiero en nuestra boda, y mucho menos, cerca de mi madre, llamó para informarme que ni siquiera se tomará la molestia de venir- dijo.
Solté un largo suspiro de alivio. Lo que menos necesitaba era al padre de Jed molestando en nuestro día. Sí, vale, ese era mi suegro, pero eso no quitaba que le hizo mucho daño a Jed en el pasado, así que, estaba feliz por eso. Bueno, no tanto feliz como aliviada.
Abrí la boca para responder, pero Jed me interrumpió antes de que pudiera hacerlo.
- Además de eso, me dijo que ya están costeados los gastos de nuestra luna de miel.
Mis ojos se abrieron desmesuradamente.
Dios, siento que este es el día de las sorpresitas.
Querrás decir: el día de los infartitos.
También.
- Le dije que ni de coña- añadió enseguida.
Honestamente, estaba en shock. Muy en shock, de hecho. No me esperé en ningún momento que el padre de Jed fuera a hacer eso, así que, claro, no supe cómo responder a eso.
- Cariño, yo...- comencé a decir, pero él me cortó enseguida.
- No te preocupes por mí- expresó-. Ya te dije que el tema con mi padre no me afecta tanto como antes. Estaré bien.
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Lo que nos cuentan las estrellas
Novela JuvenilINCLUIDAS LAS DOS PARTES DE ESTA HISTORIA Jade Reeve siempre ha evitado las fiestas, y los problemas en general. Todo hasta que una noche comete la peor locura de su vida, gracias a la influencia del alcohol. Ahora tiene que lidiar con las consecue...