Capítulo 7:

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Jed Thompson


Di una última vuelta y giré el rostro para mirar la puerta de la casa de los Reeve. Solté un suspiro frustrado.

Ni siquiera sabía por qué estaba ahí. El día en el que Jade se había puesto mala y la habían llevado al hospital, me dijo por lo claro que no quería que la molestara más, y yo la entendía; la había cagado el día del cumpleaños de su amiga Carla. ¿Cómo pude ser tan capullo con ella? O mejor, si ya sabía que Jade no quería volver a verme, ¿por qué estaba caminando como idiota delante de su puerta?

Me pasé la mano por la cara, intentando despejar un poco mi mente; aclarar el remolino de mi mente, pero nada. No entendía lo que me estaba pasando últimamente con ella, pero ese día, cuando Evan llamó a Jace para decirle que la habían llevado al hospital, me preocupé de sobremanera.

Yo sí sé lo que te pasa —guiño, guiño.

Puse los ojos en blanco.

Volví a suspirar y toqué el timbre sin detenerme a sopesar las cosas ni un segundo más. Al instante, el abuelo de Jade me abrió la puerta.

— Jed, hola— sonrió—. ¿Cómo estás, muchacho?— inquirió, a la vez que se hacía a un lado para dejarme pasar.

Sonreí ligeramente.

— Todo bien, Evan. ¿Y usted?

El hombre resopló.

— Haciéndome viejo, hijo, ya sabes— comentó—. Jace está en la universidad, pero si quieres esperarlo, sabes que no hay problema— informó. Venga, es ahora o nunca.

— En realidad, quería hablar con Jade— solté por lo bajo.

Increíble, estaba actuando como un adolescente hormonal.

¡Tienes veintiún años, hombre!

Como si no lo supiera, pero no estaba nervioso por preguntar por ella —eso es tonto—, sino por tener que encararla.

— Mira, Jed, a mí no me gusta meterme en la vida de mis nietos porque los dos ya están creciditos— comenzó a decirme el hombre, adoptando un tono serio—. Pero Jade es mi niña pequeña, y la está pasando mal con todo esto que pasa contigo, que la verdad no sé bien lo que es, pero es así como están las cosas— asentí, completamente de acuerdo—. Mi nieta es una persona increíblemente fuerte, incluso más que Jace que es el mayor de los dos, pero sigue siendo una jovencita, una jovencita que está enamorada de ti, Jed.

Sentí que mi respiración se cortó por una fracción de segundo. No comprendía esa reacción cada vez que escuchaba que Jade estaba enamorada de mí; la había escuchado a ella misma decírmelo en más de una ocasión, pero la sorpresa no dejaba de aparecer en mí. ¿Cómo era posible que alguien como ella desarrollada un sentimiento así por alguien como yo?

— Evan, yo entiendo que estés preocupado por Jade, y sé que he cometido un montón de errores desde que me confesó todo esto— admití.

Desde que era muy pequeño sentía que podía hablar de cualquier cosa con ese hombre, lo quería como si también fuera mi abuelo. Además, en más de una ocasión me había dejado quedarme ahí cuando mi padre regresaba a casa y comenzaba a gritar como un demente; cosa que siempre le agradecería.

— Jed, eres como uno más de mis nietos, y te conozco desde que eras un mocoso— dijo, sonriendo—. Pero Jade es mi nieta de sangre, y ella y su bienestar siempre estarán por encima de cualquier cosa.

Asentí una vez. Lo comprendía, perfectamente de hecho.

Me puso una mano sobre el hombro y me dio un ligero apretón. — Jade te quiere mucho, Jed, y no hablo solamente de amor en sí, sino que por conocerte desde que son pequeños, te considera una persona especial en su vidaladeó la cabeza—. No arruines eso— me dio una palmadita—. Voy a decirle que la buscas.

Lo que nos cuentan las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora