— Entonces, ¿cuál es el plan?— preguntó Jed con los ojos fijos en la carretera y ambas manos sobre el volante.
Ya íbamos de camino a la casa de Carla, en su auto. Yo estaba sentada a su lado en el asiento del copiloto, mientras que Ari y Jace estaban en la parte trasera del vehículo.
Mi mejor amiga lo había llamado para que la fuera a buscar, en lo que yo reponía un poco a mi hermano. Lo había hecho beberse mi espantoso café, y ya estaba casi como si nada, ya ni siquiera se le notaba que tenía algún tipo de sustancia en el cuerpo. Obviamente si iba a hablar con los padres de mi mejor amiga no podía llegar en esas condiciones.
— Detenerlos— contesté, mirando al castaño—. No podemos permitir que se la lleven.
No dejaría que eso pasara bajo ningún concepto.
Ari sacó la cabeza entre nuestros asientos y nos miró a ambos.
— Oigan, pregunta— la miré—. ¿Ustedes desde cuándo se llevan bien?— inquirió señalándonos a los dos.
Jed y yo compartimos una mirada de complicidad. Sonreí ligeramente antes de sacudir la cabeza.
— No nos llevamos bien— negué—. Yo lo odio— añadí, mirando por la ventanilla.
Sentí la mirada de mi amiga sobre mí por unos segundos más, hasta que soltó un suspiro.
— Si tú lo dices— dijo, volviendo a sentarse en la parte de atrás.
Giré mi rostro ligeramente hacia Jed, quien me dedicó una divertida mirada de: ¿hablas en serio?, lo que me causó cierta gracia.
La situación entre nosotros sí que era extraña, porque en la tarde nos habíamos dicho que nos queríamos por primera vez, pero no estaba segura sobre el punto en el que se encontraba nuestra relación. No sabía muy bien si nos habíamos reconciliado, porque el resto de la tarde lo pasamos normal, sin muestras de afecto ni nada por el estilo; no actuamos como una pareja. Sin embargo, por primera vez, me sentía bien con respecto a nosotros. Era muy raro, pero, el no preocuparme todo el tiempo por saber en dónde estábamos, me daba cierta paz.
Ya lo sé, me estaba volviendo loca.
¿Tú crees?
De todas maneras, ese no era el momento de comenzar a comerme la cabeza con respecto a Jed y a mí. Había que centrarse en lo importante: mi mejor amiga.
(+++)
Jed se detuvo frente a la casa de Carla, y los cuatros bajamos a toda velocidad. Recorrimos el camino de entrada, subimos los escalones de madera del porche, y yo llamé al timbre. Segundos después, la madre de Carla abrió la puerta.
Carla tenía muchísimo de su madre, Rose. Ambas tenían el cabello castaño —aunque mi mejor amiga había modificado un poco su color natural, añadiéndole unas cuantas mechas en rubio—. La mujer tenía los ojos de color café oscuro, alta y con cierto toque de elegancia. Cuando nos vio frunció mucho el ceño, obviamente confundida por nuestra presencia ahí a esas horas de la madrugada. Además, nuestro aspecto debía dar mucho que desear.
Ari, Jed y yo estábamos en pijama, con sudaderas por encima, y zapatos deportivos. Mientras que mi hermano seguía con su vaqueros, camiseta blanca y chaqueta, la misma ropa con la que había ido a esa fiesta.
— ¿Jade?— miró a mi mejor amiga—. ¿Ari?
Entonces, su rostro se ensombreció cuando vio a mi hermano detrás de nosotras, junto a Jed.
— ¿Y tú qué haces aquí?— le preguntó con desdén.
La ira me recorrió entera.
Ella podía ser todo lo adulta que quisiera, pero no iba a hablarle así a mi hermano.
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Lo que nos cuentan las estrellas
Teen FictionINCLUIDAS LAS DOS PARTES DE ESTA HISTORIA Jade Reeve siempre ha evitado las fiestas, y los problemas en general. Todo hasta que una noche comete la peor locura de su vida, gracias a la influencia del alcohol. Ahora tiene que lidiar con las consecue...