Capítulo 24:

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Estaba sumida en un profundo sueño, cuando sentí que alguien me movía suavemente de un lado a otro.

— Chucky, despierta— escuché susurrar a Jed.

Solté un gemido de pereza y me removí por el colchón pesadamente. Abrí los ojos lentamente y con lo primero que chocaron mis ojos fue con la expresión divertida del chico a mi lado.

— Espero que tengas una muy buena explicación para despertarme a las...— me giré y agarré mi celular de la mesita de noche—. ¿Seis de la mañana?— lo miré con el ceño fruncido.

— Es mejor que te despierte tu novio sexy e irresistible— se señaló a sí mismo. Puse los ojos en blanco—. Que los gritos de emoción de las dos desquiciadas que te cargas como mejores amigas— comentó con una sonrisa.

Fruncí el ceño, confundida, y algo adormilada también.

— ¿De qué hablas?— inquirí, incorporándome, apoyada sobre un codo.

— Hace un momento fui al baño, y las escuché charlando— ladeó la cabeza—. Bueno, escuché a Carla llamando inútil a Jace— repuso.

Solté una risotada.

— Un clásico— apostillé.

El castaño también se rió un poco y negó con la cabeza.

— La cosa es que, quieren que montemos el arbolito de Navidad, y decoremos la casa en general— dijo él.

Mi cara se iluminó de la emoción al escucharlo pronunciar esas palabras. Mi novio hizo una mueca.

— Oh, no. Te encanta todo eso, ¿verdad?— preguntó.

— La pregunta es: ¿no te gusta decorar para fin de año?— repliqué, mirándolo con el ceño fruncido—. Esa es la mejor parte de las fiestas— mencioné, demasiado emocionada.

Él volvió a reírse, de mí, obviamente.

— Si soy honesto, no soy un gran fanático de las navidades— respondió, encogiéndose de hombros.

Volví a fruncir el ceño.

¿Cómo era posible que alguien no fuera "un gran fanático de las navidades"?

Creo que estás con un bicho raro, amiga.

Concuerdo, Conciencia.

— Pero, ¿qué se supone que eres?

Me lanzó una mirada reprobatoria.

— Oye, esa frase es mía— apostilló, señalándome amenazadoramente.

Era cierto, lo era. Pero, ese no era el punto.

— Ahora es mía, pero, céntrate en lo importante— dije, sacudiendo la cabeza—. ¿Vamos a ayudarlos?— pregunté, haciendo mis clásicos ojitos de cachorro abandonado.

Me pegué a su costado, y lo miré de la manera más tierna y convincente que pude.

— Deja de hacer eso— se quejó, desviando sus ojos a otro lado—. Si quieres montar un pino con luces enredadas alrededor, hazlo, yo no te detendré— aseguró.

Crucé los brazos sobre mi pecho, enfurruñada.

— Pero, yo quiero que nos ayudes a armarlo— lloriqueé, molesta—. Quiero que actúes como una persona normal, que disfruta las celebraciones, igual que...— busqué las palabras correctas.

Jed enarcó una ceja y su semblante se tornó divertido.

— ¿Igual que todo el mundo?— dijo, completando la frase. Asentí enérgicamente—. No, gracias. Paso de celebraciones cliché— expresó, rodando los ojos con fastidio.

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