Ocho

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Ocho

Al día siguiente quien estuvo despierta temprano fue ella, que no había podido dormir por lo que paso durante esas horas se puso a dibujar, y tenia la primera libreta, en donde se había inspirado con el perfil de Anderson. El mencionado había caído rendido después de pasar casi parte de la tarde en su computadora, aunque también ella aprovecho para mirar la casa de él.

Era grande, si cuando salieron sus dos pisos le habían impactado detallar con un poco más de interés lo hizo aun más; en la segunda planta donde estaba su habitación, se encontraban siete habitaciones equipada para su uso, además de cada unas de ellas contaba con sus baños dentro evitando que otras personas lo usen a no ser que lo permitieran.

Mientras que en la primera planta contaba con una cocina moderna, un comedor para casi doce personas, una sala de estar digna de poder ser un cine privado para sí mismos, de cuatro habitaciones que estaban acondicionadas una para despacho, otra para poder tener una sección fotográfica y las otras dos que solo las dividía un vidrio que se corría y que era un gimnasio en casa, con teatro en casa, un pequeño cuadrilátero de boxeo, además el saco de boxeo que se encontraba en la esquina, varias maquinas para realizar ejercicios.

Estaba equipado para todo lo que quisiera, fue el pensamiento de ella cuando paso los dedos sobre unas de las maquinas de correr. Ansiaba un poco de ejercicio por lo que cerrando la puerta decidió que haría un poco, recordando que su antiguo psicólogo le decía que cuando llegara a tener algún tipo de ansiedad, podía realizar ejercicios hasta sentir que sus músculos le pedían parar y eso haría.

O mejor aún hasta el momento en que decidiera realizar el desayuno, comenzó a realizar calentamientos y cuando sintió que su cuerpo había entrado en calor decidió iniciar con las pesas, se acordó la ultima vez que hizo ejercicios y eso fueron cinco meses atrás, cuando le dio un ansiedad por la colección que lanzo para esas fechas, fue de gran ayuda aquellas horas que estuvo en el gimnasio que siempre visitaba desde entonces y con ver a su antiguo entrenador la motivo aún más.

No supo cuanto tiempo paso hasta que sentía como su cuerpo estaba lleno de sudor y que los músculos de sus brazos y piernas le ardían haciéndole saber que había hecho mucho ejercicio; cuando se detuvo acostada sobre la colchoneta respirando hondo, su respiración era errática y tras estirar un poco sus brazos por encima de su cabeza igual que sus pies, se levanto y decidió ir a cocinar, además de que ansiaba poder ir a visitar.

-Veo que has encontrado el gimnasio -escuchó decir Nadia y se volvió hacia el sonido de la voz de él.

-Sí, no podía dormir -expreso haciendo una mueca -Según yo iría hacer el desayuno.

-No creo que sea necesario -exclamó el -Vamos a darnos un baño y después te llevare a conocer un poco mas a la ciudad -le invito.

Nadia elevo unas de sus cejas mientras se acercaba a él y cuando estuvo a su lado Anderson sonrió abrazándola, ella lo envolvio con sus doloridos brazos mientras respiraba hondo.

-Cada siete de diciembre voy a unos de los orfanatos de la ciudad a pasar el día completo con niños, adolescentes y jóvenes que están en ese centro -le dijo en voz baja -Llevo comida, regalos, ropas y otras cosas, ellos necesitan mucha atención, cariño además de un poco de amor.

Ella se acurrucó contra su pecho y dejo que el perfume natural que emitía el llenara sus pulmones, lo que Anderson hacia por aquellos niños era una maravilla, un acto de amor tan puro.

-Es un acto tan hermoso lo que haces -murmuró ella suspirando -Tienes un gran corazón Anderson.

-Creó que cuando naces sin nada y cuando creces puedes obtener todo lo que quieres, llegas a ver distinto las cosas -exclamó.

UN AMOR DE NAVIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora