Catorce

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Catorce

En la madrugada del jueves Anderson estacionaba el auto enfrente de su casa, sin haber encendido las luces mientras apagaba el auto, acaba llegar acompañado por la familia de Nadia, sus padres y hermanos habían venido en el auto con sus maletas en la parte trasera.

-Ella duerme -les dijo antes de bajar de este -La podrían ver más tardé.

-Es lo mejor -aceptó el hermano mayor de Nadia.

-Concuerdo contigo Elías -respondió Ninoska la madre de Nadia.

-Sí, pero no dejemos que el pobre Anderson se cargue solo las maletas -les regaño Uriel , el padre de los hermanos -Nosotros somos los invitados y no al revés.

-Queremos ver que tan fuerte es -comentó risueño Matias el hermano de en medio.

-Ya te vamos a decir si tiene fuerza o no -comentó con firmeza Ninoska.

Anderson oculto una sonrisa en sus labios mientras sacaba las ultimas dos maletas del auto, abrió la puerta de su casa y encendió la luz de la sala mientras los hacia pasar, los tres hermanos emitieron un chiflido bajo admirando el lugar y solo pudo sonreír.

-Tienes una casa bonita Anderson -le alagó Ninoska.

-Gracias señora -murmuró el -Pero vengan les enseñaré sus habitaciones.

-Bueno -respondieron el matrimonio.

En silencio subieron las escaleras y donde les dio las habitaciones que había mandado a limpiar, cosa que su madre se ofreció a cambiar las sabanas, a ordenar todo lo que debía hacer. Tras eso el fue hacia la habitación en donde dormía Nadia envuelta con la sabana gruesa.

Se metió al baño para darse un baño y así descansar mejor, encendió la ducha dejando que el agua comenzara a caer sobre su cuerpo, unos brazos lo envolvieron por la parte de atrás haciéndolo sobresaltar y mirar por encima de su hombro, encontrándose con la mirada de ella y una pequeña sonrisa.

-No estabas en la cama -murmuró ella dejando un beso en el centro de la espalda.

-Preciosa debes de descansar -respondió el bajando un poco la fluidez del agua.

-No quiero estar sola amor -expreso ella -Además quiero que me hagas el amor -le susurró cuando el se dio media vuelta.

-Aishhh....preciosa -exclamó el agarrándola de la cintura para qué envolviera sus piernas sobre la cintura de el.

Lo que paso en ese baño hizo que hasta las paredes de la casa; porque los gemidos de ambos eran fuertes, ansiosos y demasiados grutales por parte de ellos. Los dos se amaron sin que se dieran cuentan, se enamoraron aun más de lo que ya estaban y fortalecieron el fruto que crecía dentro del cuerpo de ella.

A las ocho de la mañana Nadia se encontraba lista para ir al orfanato, para traer a su hijo ella miro a Anderson que se colocaba sus zapatos deportivos. Ella se levanto con suavidad mientras se acercaba a él y se sentaba en su regazo.

-No compramos nada para recibirlo -murmuró ella envolviendo los brazos en el cuello de él.

-Mi mamá vendrá aquí y se hará cargo de preparar algo para Julian -le comentó -Aaí que debemos de marcharnos ahorita para que lleguemos antes.

-Ya amo a tu mamá -murmuró ella besándole la mejilla -Quiero que nos pongamos en marcha ya.

-Bueno, siendo así creo que debemos marcharnos ya, ya, ya -exclamó ella riendo -Siento un nudo en el estómago amor, me siento tan ansiosa.

-Te entiendo preciosa -murmuró el levantándose y haciendo que ella se pusiera de pie -Venga te ayudo a bajar las escaleras y te llevo al auto, para después venir a traer un regalo que tengo para Julian.

UN AMOR DE NAVIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora