Diez

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Diez

Anderson aun entendía porque ella estaba en la compra de un terreno con mas de dos hectáreas de tierra, se paso la mano por el cabello y apoyo la cabeza contra las baldosas de su baño, hoy irían hacia el lugar donde estaban la tierras y todavía no sabia que pensar sobre ello por lo que tras dejar que el agua se llevara con ella la espuma de su shampoo.

-Llevas una hora bajo el agua Anderson -murmuró Nadia en voz baja -¿Que es lo que te tiene tan pensativo? -le pregunto.

-No había notado que ha pasado una hora -respondió dando media vuelta para verla.

-Así puedo notar -expreso ella -Sal del baño Anderson, te podría hacer daño.

-Sí, sí -murmuró apagando la llave de la ducha.

Nadia frunció el ceño mientras lo veía salir del cuarto de baño; no sabía le estaba pasando, pero tras verse en el espejo del lavado salió siguiéndolo. Lo miro vestirse y que todavía se encontraba ausente, se acerco a el cuando estaba a punto de ponerse la camisa.

-¿Qué tienes Anderson? -preguntó con temor en su voz.

-¿Por qué, quieres comprar un terreno así de grande? -cuestionó al final.

Nadia suspiro y apoyo su frente contra el pecho de ella, mientras soltaba uel aire de forma suave. Ayer no le había dicho porque deseaba que fuera una sorpresa para el, que supiera que regresaría en cualquier momento después de que se marchará para seguir de cerca la construcción de aquella fundación.

Se habían puesto a hablar de todo lo referente a la adopción por lo que se olvido de decirle para que quería aquellas tierras.

-¿Es por eso que estabas así de serio? -le preguntó.

-Sí -respondió -Es que no entiendo nada.

-Las tierras que compre es para la construcción de una fundación sin fines de lucro para niños huérfanos y abandonados en las calles, en dicho lugar se edificara una zona de juegos para los niños, un centro de confección para los adolescentes, tres piscinas de distintos tamaños para las edades provenientes -comenzó a explicar -Se suponía que tu lo sabrías hasta en enero que vendría para dar inicio a la construcción de todo, pero el abogado se adelanto.

-¿Cómo? -cuestionó asombrado, ella le brindó una sonrisa tímida.

-Sí Anderson -murmuró -Quería darte una sorpresa, pero no se pudo.

-Estoy tan enamorado de ti preciosa -susurró -Tan, pero tan enamorado que me voy a volver loco por no tenerte conmigo.

-Nos volveremos loco, ambos si estas dispuesto a esperarme -dijo en voz baja ella -Tengo que regresar a mi país sí o sí, quiero que durante mi ausencia puedas estar atento cada cierto tiempo a lo que se construye ahí.

-Entonces planeas regresar a París -afirmó en voz baja.

-Más que eso planeo muchas cosas, solo te pido tiempo -expreso ella -Se que es una locura, pero tengo que cumplir con mis compromisos adquiridos ahí y cuando estos terminen regresase y pueda que sea definitivo.

-Siendo así -murmuró Anderson -Te esperaría otros ochos años más, con tal de saber que cuando los volvamos a ver no nos separaremos.

Y con decir aquello ambos se besaron con desesperación, ansiando poder sentir sus pieles desnudas, pero sabían que debían aguantar para poder realizar aquello, porque iban con atraso al encuentro con el abogado, arquitecto y ingeniero.

-Te esperaré en la sala -murmuró Nadia separándose de él con suavidad -Estamos llegando tarde.

-Sí, es lo mejor -refutó el dando un paso atrás -Dame cinco minutos y ya llego.

UN AMOR DE NAVIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora