Trece

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Trece

Anderson abrió la puerta de su casa, mientras llevaba a sus labios unos de sus dedos pidiendo silencio. Sus padres acaban de llegar por lo que llevándolos a la cocina, no sin antes ayudar a su madre con las compras que traía entre sus manos.

-¿Qué te pasa Anderson? -cuestionó Massiel Moore con los brazos en jarras.

-Má... -se quejó el acomodando las bolsas sobre la barra de la cocina -¿Se acuerdan de aquella muchacha de las que les hablé cuando estuve en los Estados? -les recordó.

-Como olvidarlo si te pasaste días, meses o mejor dicho años hablando de ella -exclamó su madre.

-Ella esta aquí -respondió feliz.

-¿LA HAS SECUESTRADO? -gritó fuera de sí Massiel.

-Má... -habló el en voz baja.

-¿Anderson? -se escucharon los tres -Anderson creó que... -fue lo último que escucharon antes de que ruido sordo se escuchara en la planta alta.

-Nadia -gritó Anderson corriendo hacia la segunda planta donde la encontró desmayada a los pies de la escalera pálida -Preciosa, vamos despierta -exclamó el cargándola y llevándola hacia la habitación donde la acomodo entre las almohadas y fue hacia el baño a buscar el kit de emergencias.

Sacando algodón y alcohol para humedecerlo y así pasárselo por la nariz, el sintió como el alma se le iba al no verla reaccionar, por lo que tras ver no que lo lograba agarro el teléfono que estaba en la mesita de noche llamo a emergencias, no le importaba que ella se enojará, aquello era demasiado y no permitiría que ella volviera a pasar por eso.

-Diganos su emergencia -escuchó él.

-Tengo a una mujer desmayada y sin reaccionar -balbuceó.

-Puede darnos la dirección -pidió la mujer y Anderson se la dicto -En minutos una ambulancia llegara, por favor si esta acompañado mande a una persona afuera para que nos ayude a la hora de entrar.

-Bueno, bueno -murmuró -¡Mááá! -grito dejando a un lado el teléfono -Que alguien este en la puerta por favor.

-Nosotros estaremos ahí -escuchó que respondió de vuelta.

No supo cuanto minutos pasaron, pero Anderson estaba ansioso y hasta cierto punto desesperado por que ella no despertaba; hasta que escuchó el sonido de la ambulancia llegando y los paramédicos entrando por la puerta donde lo tuvieron que apartar para que la subieran a la camilla.

-Nos puedes seguir señor, necesitara a alguien que vaya con nosotros -dijo unos de los uniformados de blancos -Si tiene documentos personales de ella mejor -expreso.

Anderson asintió ausente, mientras abría una de las gavetas del tocador y sacaba el pasaporte de ella, corrió escaleras abajo mientras dejaba a sus padres ahí en la puerta.

-Por favor cierren la casa y vengan a hospital con un bolso de ropa para ella, además si pueden con mi teléfono -pidió el con lagos acelerada.

Ambos asintieron y lo vieron partir dentro de la ambulancia con la mujer; mientras que en la ambulancia le conectaban varios cables y le colocaban una intravenosa para que cuando llegara al hospital comenzaran a realizarle los exámenes requeridos.

Siete horas después Nadia recuperaba la conciencia y abría sus ojos sintiendo su cuerpo pesado, que le incomodaba algo en sus brazos, se detuvo a observar su alrededor sabiendo que estaba en una clínica como mínimo, se paso la lengua por los labios y parpadeó, sentía reseca la garganta.

-Veo que ya ha despertado señorita -escuchó que decía.

-¿Donde esta mi novio? -preguntó en un murmullo sin enfocar a la voz.

UN AMOR DE NAVIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora