Trabajo en equipo (Parte I)

879 91 382
                                    

N.A.: Por favor no dejen de participar en la encuesta al final del capítulo 🙏🏻

× × ×

Inverosímil.

Si Steve tuviese que elegir una palabra para definir lo que le está ocurriendo en ese momento, esa sería.

Inverosímil, absurdo, inconcebible... La lista podría seguir para siempre.

A su derecha, sentado de lado en su inmenso sillón esquinero, Tony gesticula animadamente con una porción de pizza en una mano y una cerveza en la otra, mientras cuenta sus desventuras configurando a su asistente virtual, y todos los disparates que eso ocasionó en su momento. A su izquierda, reclinado confortablemente con un brazo sobre el respaldo, Bucky ríe con suavidad, echando algunos tragos a su cerveza de tanto en tanto mientras oye la anécdota con genuina atención.

Hace rato que los sacos de vestir quedaron descartados, demasiado incómodos al parecer para el duelo de pulseadas que ambos tuvieron más temprano. Ahora Bucky viste sólo una camiseta negra ajustada de mangas cortas, lo suficientemente ceñida para dejar a Steve sin aliento cada vez que el joven flexiona sus abultados bíceps, mientras que Tony desabrochó los primeros tres botones de su camisa blanca y le dio una simple vuelta a sus puños, creando para si mismo un aspecto casual, arrebatadoramente sentador. Steve mentiría si dijera que no se siente un poco acalorado al verlos así, de blanco y negro, charlando animadamente entre ellos como si se conocieran de toda la vida, como si no hubiesen estado peleando por él veinticuatro horas atrás...

¿Qué rayos cambió?

Repasando los hechos en su cabeza una y otra vez, el joven no puede sino parpadear anonadado; y sin embargo una sonrisa diminuta tironea de sus labios hace rato, detenida de formarse por completo sólo gracias a su férrea fuerza de voluntad y a su más fría lógica interior, las cuales le prohíben hacerse demasiadas ilusiones, relajarse demasiado, a riesgo de sentirse demasiado confortable, demasiado a gusto con esa tregua entre los dos.

Y no es que no quiera hacerlo. No es que no desee desesperadamente poder disfrutar de ese momento, saborearlo, dejarse llevar... Es solo que tiene demasiado miedo de estar acostumbrándose a esa circunstancia tan placentera, cuando puede que la misma no dure realmente.

¿Aunque por qué no lo haría? Bucky luce relajado, tanto en su lenguaje corporal como en su discurso, y Tony ya no exhibe esa mirada calculadora en su apuesto rostro, señal de que ya no está midiendo cada una de sus acciones. Ambos se ven perfectamente distendidos, entretenidos incluso, y sentado entre ellos como está, Steve se siente... bueno, sincera y alarmantemente a gusto, si debe ser sincero.

De cualquier forma, quizá sólo sea el alcohol actuando, aflojando tensiones y ayudándolos a olvidar por un rato su tonta escaramuza —reflexiona momentos después— pero lo cierto es que los dos pasaron el último rato hablando con él, acerca de él incluso, y asombrosamente el mundo aún no explotó...

En todo caso, sólo se puso aún más patas para arriba.

Steve casi quiere pedir piedad.

—Hay algo que no entiendo —Bucky acota de pronto, devolviéndolo al presente, aunque sus palabras están claramente dirigidas al dueño de casa y no a él—. ¿Para qué rayos necesitas tantos asistentes? ¿Ese Jarvis no hace bien su trabajo?

—Oh, no no, ¡Jarvis es impecable! —Tony ríe, encantado— Pero mi anterior asistente me hizo notar que estaba a una hora extra de la explotación laboral, y eso me llevó a replantearme mis exigencias para con él...

Friday no necesita días libres, básicamente.

—Básicamente —el mayor concuerda, y la risita irónica que escapa de labios de Bucky en ese momento hace a Steve sonreír y suspirar, mientras los otros dos continúan hablando sobre Tony y su inmensa dedicación al trabajo.

Tres (no) son multitud - Stuckony AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora