Rompiendo El Hielo

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El viaje en ascensor junto a James es probablemente uno de los más extraños y tensos que Tony haya vivido en su vida. El muchacho luce como animal enjaulado, cruzado de brazos mientras golpetea el suelo con uno de sus talones, en un gesto de evidente impaciencia; pero a pesar de su obvia animosidad, y de la arruga obstinada que cruza su entrecejo, hay un brillo tenso en sus ojos que hace a Tony sentir cierta compasión por él. No debe serle fácil estar entrando a la guarida del enemigo sin previo aviso, después de todo.

Con eso en mente, el empresario decide bajar un poco la guardia él mismo, desabotonando su saco de vestir y quitándose la corbata en un intento de verse menos formal, más amigable. Bucky le echa una hosca mirada a través del reflejo de la puerta metálica, pero Tony sólo sonríe en respuesta y estira su cuello de lado a lado, relajado.

—Nada como llegar a casa para quitarse la armadura —suspira mientras el ascensor se detiene y las puertas se abren silenciosamente, revelando el vestíbulo de entrada a su penthouse. Bucky esboza una mueca de lado antes de poner un pie fuera del cubículo, pero finalmente ingresa en su departamento con cara de pocos amigos. Un segundo después Tony se da cuenta, con irónica agudeza, que su rival acaba de pisar su casa antes que su propia pareja... Vaya giro en la trama.

—Bien, ¿qué es lo que quieres hablar? —La brusca pregunta de James lo distrae de sus amargos pensamientos, y Tony no puede evitar soltar una risita entre dientes antes de contestarle.

—Veo que el juego previo no es lo tuyo, ¿eh...? Pero me temo que yo necesito un trago antes, para entrar en calor —agrega mientras se dirige con calma hasta el salón principal y toma su mejor botella de Whisky de su barra—. ¿Te sirvo algo? ¿Vodka martini, agitado, no revuelto?

—¿Todo es un chiste para ti? —Bucky repone, pero una vez más Tony cree ver la más leve tensión en la comisura de sus labios al hablar, señal de que tal vez, y sólo tal vez, el bulldog sí tenga un sentido del humor detrás de su máscara de guerra.

—Las cosas divertidas sí lo son. ¿Whisky? ¿Tequila? ¿Vodka...?

Finalmente el joven suelta un suspiro y se encoge de hombros, resignado.

—Vodka está bien...

—Tengo uno que te encantará. Ruso, un tanto áspero... ¡quizá te resulte conocido! Por tu tiempo allí, quiero decir —agrega rápidamente al ver que Bucky le echa otra mirada afilada, pero aún así no planea dejar los chistes. Algunos podrían creer que lo hace porque está nervioso, pero él sabe que no es así. Sólo bromea como una forma de mantener las cosas ligeras, en movimiento, flexibles... Para romper el hielo, básicamente.

Y vaya que James es frío.

—¿Tú no tenías planes hoy? —el muchacho murmura tomando el vaso que Tony le sirve y olfateándolo con desconfianza. Y aunque no debería regocijarse por ello, el mayor no puede evitar sonreír con petulancia al notar la expresión apreciativa que cruza el rostro contrario al darle un sorbo por fin a su bebida.

—¡Los tengo! Pero aún es temprano, y pensé que podíamos aprovechar este rato para limar algunas asperezas... ¿Juegas pool?

—¿Qué? —Bucky repone confundido, y Tony sonríe al notar cómo una actitud amistosa de su parte logra efectivamente desestabilizar la fachada estoica del bulldogQuizá debí intentar eso desde un principio —piensa con una pequeña mueca mientras rodea la mesa de billar, toma uno de los tacos y se lo ofrece.

—Estoy dándote algo que podrías usar como un instrumento para intentar matarme, así que considéralo una muestra de confianza de mi parte, ¿de acuerdo?

Bucky sacude su cabeza en respuesta, luciendo tan fastidiado como asombrado, y tras apurar su bebida de un trago suspira y acepta la invitación por fin. Es un pequeño gesto amable de su parte, para nada destacable, pero para Tony se siente como una verdadera victoria.

Tres (no) son multitud - Stuckony AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora