Aproximación

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Nota del Autor: ¡Feliz Cumpleaños a mi!

Se quedaron allí en silencio por un momento que pareció extenderse a la eternidad, sin darse cuenta ni reconocerse la una a la otra mientras el séquito de Fler las dejaba para estar en otro lugar. Lena odiaba admitirlo, pero tal vez Kirk tenía razón cuando se fue de paseo en busca de mujeres exóticas con las que besarse. Al menos por lo que la hacía sentir tener a esta frente a ella.

Con una estatura que daba en algún lugar del 1.85 m, esta mujer rubia tenía algo sobre ella. Lena no se atrevería a llamarla ángel por ninguna extensión de la palabra, pero ciertamente había algo divino en ella. Tal vez eran los amables ojos azules que eran tan increíblemente encantadores en su gélida belleza. Era como si el agua más pura se hubiera congelado y tomado forma en los ojos de esta coronel.

O tal vez era la forma en que se mantenía desavergonzada de su altura. Las mujeres humanas altas tenían un complejo después de años de personas que les decían que serían más bonitas si fueran más bajas que las hacía encorvarse para esconderse un poco, lo cual estaba tan claramente ausente en la rubia que era una verdadera marca de que ella era de un mundo diferente. Esta hembra... esta mujer estaba erguida, su espalda probablemente era una superficie tan perfectamente plana como podría serlo en seres que caminaban sobre dos piernas, su cabeza y su rostro el complemento perfecto para hacer que la postura fuera aún más digna.

El uniforme sin duda contribuía a la imagen de la oficial. Lena no estaba segura exactamente de qué lo hacía así, si era la forma en que esta mujer se veía orgullosa con su uniforme, cómo el uniforme la embellecía con un aire que le daba la impresión a Lena de que la mujer era la versión cambiada de género de un verdadero caballero oficial de la era napoleónica: crítica de una manera respetuosa, una fría dignidad en su mirada que parecía mirar a Lena como si la mujer fuera una rival en un romance de época donde lucharían por las atenciones de una noble dama en una serie de enfrentamientos que terminaría en un duelo con pistolas o en la muerte de uno de ellos en una batalla de renombre. Todo lo que faltaba era que la oficial tuviera una mano en el pomo de su espada y un enorme sombrero de piel de oso que la hiciese parecer más alta de lo que ya era.

Donde estaría la espada, la coronel en cambio tenía una funda de pistola. En la funda había un arma de material negro como la noche más obscura que se parecía a una pistola con algo de imaginación, dado que la pistola tenía pequeñas luces azules que parecían perlas en la luz tenue de la habitación y era lo suficientemente masiva como para parecer bastante pesada. La ley kryptoniana, o al menos eso les dijo Fler, dictaba que el personal militar activo debía estar armado en todo momento mientras estuviesen fuera del territorio de la Unión y su padre había permitido esto cerca de él como una muestra de confianza que había sido y sigue siendo muy cuestionada, y porque ... bueno, si los kryptonianos alguna vez sentían ganas de dispararles, había poco que la humanidad pudiera hacer al respecto. Al menos por ahora.

Con cinco medallas de oro en su pecho y una atada a su cuello, esta Coronel Zor-El era alguien que había que ver. Y esa era solo la alienígena parada allí, con la espalda recta en un uniforme que no era el oficial para ella ni de cerca. Lena no se atrevía a imaginar lo intimidante que se vería la mujer con la armadura negra que era su verdadero uniforme, la mera insinuación de intentar haciéndola temblar de miedo.

Para distraerse, su mente buscó rápidamente las manos de la mujer, que estaban agarrando un vaso cómicamente grande de lo que parecía jugo de naranja, en un arco reflejo que hizo que pensamientos lascivos comenzaran a formarse en su mente después de darse cuenta de la longitud de esos diez dedos, notando el hecho de que no mostraban uñas ni nada que pudiera pasar por ellas. Le pareció curioso que la mujer tuviera muchos anillos, algunas piezas simples de metal desnudo y desconocido y algunas otras con joyas preciosas que brillaban con una calidad casi antinatural, formando diseños elaborados que le indicaban a Lena una artesanía que podía dar competencia a los mejores artistas de joyería de la Tierra.

Solitude - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora