Capítulo 29.
Culpable.La vegetación seca crujía bajos sus pisadas y por más que lo intentaba no podía ser sigiloso. No sabía qué estaba buscando, o si se estaba escondiendo, pero Johan presentía que debía ser muy cauteloso.
—No te separes de mí—, la voz baja y suave de Nicholas a su lado le dio alivio y confianza.
Era de noche, no podía ver con claridad a su alrededor, por eso tropezó.
—Con cuidado, cachorro—, Nicholas le había sujetado de la cintura, pegándolo a su cuerpo.
Entonces Johan tuvo una extraña sensación, ¿mariposas en el estómago?
—Vamos—, le instó el vampiro cuando el más joven se quedó inmóvil, —hay que seguir avanzando.
Johan asintió con torpeza y continuó su camino; ahora sentía el corazón latiendo a un ritmo diferente, y no estaba del todo seguro de que fuera por el peligro en el cual aparentemente estaban.
Oscuridad y un agradable aroma a café, ¿o se trataba de canela? Era todo lo que los sentidos de Johan podían percibir.
Después de varios metros, el lobo notó que bajo sus zapatos el suelo se volvía más duro, ya no se encontraba caminando sobre tierra, sino sobre concreto.
—¿Dónde estamos?—, preguntó.
Pero no hubo respuesta, sino el eco de su propia voz el mismo tiempo que el aroma agradable se evaporó.
—¿Nicholas?—, exclamó, tratando de buscar a su alrededor, pero por más que parpadeaba e intentaba ver más allá, todo parecía oscurecerse más y más. Intentó ver la palma de su mano y fue imposible, aún cuando estaba seguro de que su extremidad estaba a solo centímetros de su rostro.
Un gruñido bajo y gutural cortó el silencio y Johan se tensó, ¿cómo podría defenderse si no veía absolutamente nada?
Retrocedió uno, dos pasos y su espalda chocó con una fría pared, la cual estaba seguro de que antes no se encontraba allí.
El gruñido se escuchó otra vez y luego las garras de, lo que fuera aquello, rascaron el concreto. El corazón de Johan se aceleró y, por instinto, aunque no podía ver nada, cerró los ojos cuando sintió la presencia cerca.
Hubo un sonido de lucha, golpes y luego nada.
—Johan, ¿estás bien?—, ahora era la voz de Nicholas.
Abrió los ojos y nuevamente no pudo ver debido a la oscuridad, pero sintió las manos de Nicholas, el vampiro le sujeto de la barbilla para que levantara el rostro, seguramente le estaba examinando, o eso imaginó Johan.
Dos segundos después, se vio envuelto en un abrazo y el agradable aroma a café y canela; Nicholas le había sujetado ciñéndolo a su cuerpo.
—Cachorro, quédate conmigo—, pidió el vampiro; y Johan sintió sus mejillas arder.
—¡Johan!—, alguien le llamó con apuro, pero no distinguió la voz.
—¡Johan!—, otra vez.
Y luego se quejó cuando ese alguien, o algo, tiró de él, separándolo de Nicholas.
—¡Johan, despierta; debemos irnos!—, gritó Cameron en su cara, justo después de arrancarle las cobijas.
Menos de treinta minutos después, Johan se frotó el ojo derecho con el dorso de su mano, terminando de desperezarse.
Horas antes, se había ido temprano a la cama; y luego, después de lo habían parecido solo minutos y un muy extraño sueño, Cameron había irrumpido en su habitación, despertándolo de forma nada amable, pues habían recibido un llamado urgente: unas criaturas se habían atacado en un punto de la ciudad.

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Starlight
WerewolfUna noche, Dafne recibió una llamada inesperada de Rita, la hermana menor de su difunto esposo, solicitando ayuda debido a que las manadas cercanas a la suya estaban siendo atacadas. Según la evidencia, desde hace un par de meses, varios cachorros h...