Capítulo 22

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Gabriela Ortiz

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Gabriela Ortiz.

Sabía lo que iba a hacer, tenía un plan con Gutiérrez, pero yo tenía mi propia jugada, tal vez fue un error o algo bueno, nunca lo sabré, pero tenía claro que delatar a mi papá iba a ser de mucha ayuda para que un inocente - en este caso Adam - saliera en libertad.

— ¡Gabriela! — exclamó Alan al verme llegar a la casa de campo — ¿Que te dijo Adam?

Mierda lo había olvidado.

Era hora de sacar la actriz reprimida que llevaba dentro.

—Pues él — entré en drama — era obvio que lo iba a negar todo ¿No?

La voz se me empezó a entre cortar y empecé a llorar, Alan me abrazó y me trató de consolar, en el fondo me sentía mal por engañar a mi hermano, pero era necesario.

—Ya tranquila hermana, no vale la pena.

—Pero yo tenía muchas ilusiones con él.

—A veces puede ser difícil, te sientes traicionada por una persona a la cuál quieres mucho, pero si esa persona hace algo malo, discúlpame, pero tiene que pagar.

Sus palabras describieron a la perfección lo que estaba siendo en ese momento, me sentía traicionada por mi padre, no quería verlo en la cárcel, pero como dijo él "si esa persona hace algo malo, tiene que pagar".

—Ya lo sé — sollocé separándome de él — tengo que ir a ver a papá, le voy a dar los documentos.

—Claro — me dio un beso en la frente — y tranquila, ya no nos va a hacer daño.

Suspiré porque tenía razón, mi padre ya no nos haría daño.

Le regalé una sonrisa cálida, me fui a la oficina que tenía papá en aquella casa, con las mejillas rojas por haber llorado y los ojos un poco rojos abrí la puerta con brusquedad, mi padre me miró desde su asiento desconcertado por mi acción.

— ¿Qué pasó hija? — preguntó levantándose de su silla.

Lo miré enojada, pero trate de contener mi ira — ¿Por qué lo hiciste?

— ¿Qué?

— ¿Por qué mentiste? — empecé a llorar de verdad — le echaste la culpa a Adam de lo que hiciste.

—No cariño — se levantó de su silla y se acercó a mi — mi vida, lo que sea que te haya dicho Adam, es mentira, él es el culpable de todo, yo siempre desconfíe de él.

—Eso no es verdad — murmuré alejándome de su agarre.

—Cariño se que no quieres creerlo porque lo quieres mucho, pero...

—Papá no mientas, se que estás metido en esto, fuiste tú no Adam.

—Cariño escúchame.

—No papá, lo sé todo, encontré los papeles que te comprometen, en tu oficina, cajón derecho de tu escritorio hay un doble fondo.

Déjame amarte [Completa ✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora