Gabriela y Adam se conocieron de una manera poco convencional, con el tiempo ellos se frecuentan y se van enamorando poco a poco, pero eso terminara cuando se descubre un secreto detrás de su relación, ambos se siguen amando, pero lucharan por lo qu...
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Gabriela Ortiz.
Desperté con un gran dolor de cabeza, después recordé todo lo que había pasado una noche antes.
Había hecho el ridículo poniéndome ebria.
Lo sabía y tenía que pedirle una disculpa a Adam por eso.
—Buenos días, dormilona — la voz de Adam me sacó de mis pensamientos, él estaba pardo en el marco de la puerta.
—Hola — tallé mis ojos, pues seguía un poco desorientada.
— ¿Cómo dormiste? — preguntó entrando en la habitación.
—Bien, solo que me duele un poco la cabeza.
— ¿Tienes hambre?
—Sí, un poco.
—Qué bueno porque mi mamá preparo el desayuno especial para ti.
— ¿Ah sí? — pregunté parándome de la cama.
—Sí, le platiqué de tu desayuno favorito — en ese momento el olor a hot cakes invadió mis fosas nasales y el estomago me gruñó. —Hot cakes — susurré.
—Exacto — dijo — bueno te dejo para que te vistas, tu ropa la lavo mi mamá.
—No hacía falta — interrumpí.
—Ahora díselo a ella, a esa señora no la tienes quieta por nada del mundo — la forma en que lo dijo me hizo reír.
— Pues gracias, pero... no se qué me voy a poner ahora — me encogí levemente de hombros.
— En el armario hay ropa, es de Amanda, cuando nos visita parece que se quiere mudar con nosotros, entonces debe de haber algo de ella que te quede — se acercó al armario y sacó una blusa negra o eso parecía, era con encaje solo la parte de los pechos tenía como un top, si me ponía eso parecería que solo llevaba un pedazo de encaje encima y que iba en sujetador.
—Yo digo que si te queda — dijo sobre poniéndome la blusa, me recordó a mi mamá cuando iba a comprar ropa con ella — y se te vería bien.
— ¿Tú crees? — pregunté viendo la blusa.
—Sí, te verías más guapa — en ese momento sentí mis mejillas arder y era obvio que se notaba, ya que Adam sonrió y se acerco a mí.
—No más de como te vez sonrojada — susurró
Dios su voz era tan sexy.
Me contuve para no sonrojarme más, pero es que la voz de Adam me provocaba mucho, traté de no bajar la mirada y verlo a los ojos fijamente, pero no pude.
—Bueno te espero en la cocina para desayunar — exclamó y se alejó de mí— ¡Apúrate que me como tus hot cakes!— gritó saliendo la de su cuarto y cerrando la puerta a su paso.