Cuando Casimiro llegó, le conté que hacía unas horas Reiser había salido de casa y que por poco no percibía mi existencia o intentaba ignorarme, lo que me preocupaba mucho.
—Te prometí que seguiríamos hablando, pues bien, adelante, tengo además algo que decirte—se quitó el abrigo y lo puso en el respaldo de la silla, sacó del bolsillo un cigarro y se sentó—
Primero quiero que me digas porqué crees que es una estupidez
que trate a mi hermano de forma equitativa.
Se levantó para buscar un encendedor, no lo encontraba en
ningún sitio, se ponía nervioso por cualquier motivo y el hecho de no localizar la llave para relajar su cabeza e intoxicarse a la vez, lo ponía de muy mal humor. Ya andaba quejándose y echándonos la culpa de que no dejábamos las cosas en su lugar. Al mechero lo tenía delante suyo y no se daba cuenta porque la extremada inquietud no le permitía buscar detenidamente sin hacerse el loco. Le indiqué donde estaba, bajó un poco los humos y lo encendió en la cocina. Aspiraba el humo como si se tratara de algo fenomenal, algo que le hiciera bien. Nunca estuve de acuerdo en que fumara, pero le gustaba hacerse daño de ese modo y no podía hacer nada
por él, pues todo lo que le decía ya le parecía ofensa, y no le importaba hacer ese tipo de gastos innecesarios.
—Sabes que te quiere, deberías darte cuenta que tu ego te
prohíbe darte cuenta de algunas cosas—dije con una mezcla de
tono firme y de cólera.
—¿Egocéntrico? ¿yo? Yo solo priorizo a lo que me hace bien,
a quienes me aceptan como soy y me admiran así.
Suspiré, no se daba cuenta de lo que decía. Hacía tiempo que lo había dejado como un caso intratable, de todos modos, trataba de hacerlo entrar en razón cuando podía.
—Si te trata así… es porque te quiere, porque… sabe que
ciertas actitudes no son buenas para tu vida. Y… lo digo desde mi punto de vista también, por eso lo justifico —busqué la forma ideal de convencerlo de que se equivocaba.
Iba a sentarse a mi lado, pero miró su cigarro y prefirió seguir manteniendo distancia, quizá para que no me hiciera mal.
—¿Desde tu punto de vista? O sea que tampoco te gusta
como soy, ¿eso estás queriéndome decir? —preguntó frunciendo el entrecejo.
—Me gusta que seas tú, siempre y cuando trates bien a los
demás. Es cierto que hay actitudes de ti que no me agradan, creo
que puedes mejorar un poquito tu manera de comunicarte con la
gente. No te digo que eres la peor persona del mundo, solo que a veces eres algo ofensivo y no todos estamos para tus bromas. Solemos tener la mente muy en otro lado, estar cansados por el estudio y cosas así, y... sólo necesitamos algo de paz...
Mis palabras parecieron conmoverlo ya que se puso contemplativo mirando hacia el techo. Lo dejé ahí para que pensara a solas hasta que el cigarro dejara de consumirlo. Al final nunca me
dijo lo que iba a contarme, y como me olvidé, y dejamos la charla ahí, no volvimos a tocar el tema.
Más tarde llegó Reis, se instaló en su cuarto como siempre. En esta ocasión tarareaba canciones y se escuchaba las pinceladas de un artista feliz. Hacía mucho que no pintaba y eso valía como una
gran muestra positiva. En ese momento, contagiado con su
contento, tuve el impulso de ir a hablar con él y observar sus
técnicas de pinceladas, como solía hacerlo de vez en cuando, me
relajaba y a él no le incomodaba en absoluto, es más, pienso que se inspiraba más mientras yo le iba conversando sobre cualquier tema que se me viniese a la mente. Como solía ser el chico pacifico de siempre, tomaba mi voz como música, y no por ser maleducado ni nada similar, no me respondía, a menos, obviamente, que la
duda le hubiese estado aguijoneando. Sé que le gustaba oírme. Esta vez, mi entusiasmo se fue abajo en cuestión de segundos, al escuchar por primera vez un ‘’No’’ de su parte. De todos modos, me conformó diciéndome que cuando acabara su pintura, hablaríamos sí o sí.
Durante ese tiempo llegué a contestar tres veces seguidas las
llamadas del mismo tipo preguntando por Reiser, ese era otro tema pendiente. Se me había encajado en la lista de deseos que debía averiguar su identidad fuese como fuese, la curiosidad no me dejaría en paz.
Minutos después de la última llamada escuché una puerta
abrirse, yo esperaba en el sillón y a la vez estudiaba para un
examen. Quien salió no fue Reis, sino Casimiro que se sentó junto a mí.
—Creo que tienes razón—comentó apagado con la mirada en el suelo— creo que he sido un idiota siempre…
Tales palabras me llenaron de emoción, no podía creer lo que estaba escuchando.
—Estoy orgulloso de que al fin lo hayas comprendido, Casimiro.
Sonrió con simpleza.
—¿Y si le pides una disculpa?
—¿Y si no me toma en serio?
—¿Y si dejas de estar a la expectativa y lo intentas? Recapacitaste, y es magnífico. Ahora no temas en dar el siguiente paso: hacer las pases.
Se había convertido en un ser completamente vulnerable, y eso me generó ternura.
—Está bien—resolvió—cuando salga hablaré con él—aludió con toque de emoción.
Nos quedamos a esperarlo en aquel sillón; yo subrayando mis apuntes y él relatándome sus famosas anécdotas de remisero con un entusiasmo muy propio, e incluyendo incluso los detalles más insignificantes. Realmente su memoria era espectacular. Después me acordé de la nota plastificada y fui a buscarla en el
pantalón, pero me olvidé que lo había lavado, así que lo encontré en el bolsillo hecho bollitos, totalmente ilegible. Aun así, le conté lo
que decía, me creyó porque sabía que no me gustaba inventar
cosas. Según él, se trataba de alguna broma jugada por los niños de los alrededores. Yo en cambio, pensé que no era ningún juego,
fácilmente podía ser una especie de amenaza, pues no cabían dudas de eso. Después le recordé que tenía algo que contarme y lo
que me relató fue algo más o menos así:
—¡Ah claro! Por pensar en tantas cosas a la vez me estaba olvidando… En fin, a lo que íbamos, yo manejaba en el taxi, y vi por casualidad a Reiser dirigiéndose
solitario, por las orillas del pueblo. Obviamente no pude seguirlo porque iba conduciendo con clientes y, además, si me veía, sería muy probable que se enfadara conmigo al pensar que lo acechaba con malas intenciones. Ya sabes cómo es el tipo, hasta podría afirmar incluso que es en cierto nivel paranoico y que estaba detectando que alguien lo observaba porque ‘’se escondió"— resaltó las comillas con los dedos— detrás de un poste sin conservar su ‘’misterio’’ —volvió a hacerlo—… Meh, Así que me quedé con las dudas de saber qué huevos hacía por allí.
Bueno— pensé—al menos tenemos una pequeña pista del lugar por el que se pasa tanto tiempo. Creo que eso está demasiado lejos de su trabajo...
Sólo me contó aquello y seguimos esperándolo. Estuvimos horas, merendamos
introduciéndonos en profundas pláticas acerca de la vida y cualquier tema que se nos viniese en la mente para hacer tiempo, e incluso
llegamos a la hora de la cena sin movernos del sitio, teniendo cada quien otras cosas más importantes en las que seguir
preocupándonos. Cuando por fin le vimos la cara, vestía el uniforme para ir a trabajar, es decir, temprano no era. Se marchó sin decir
nada. Casimiro disgustado aseguró que no le dirigiría nunca más la
palabra, y para resaltar, incluso no fue a trabajar solo para poder tener la posibilidad de hablar con él. Entonces, las actitudes y las
circunstancias me estaban demostrando que realmente algo no encajaba, no coincidía, Reiser no era así, Reiser estaba cambiando, y ya no sabía qué pensar, pues su estados de ánimos eran inestables lo que me hacía desconocerlo cada día más.
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1- PÜMBER
Mystery / ThrillerÉl estaba ahí, inundado en sus pensamientos Sin ninguna expresión. Sus pupilas celestes concentradas en un enigma que sólo él sabía.