A la mañana siguiente, me levanté temblando de frío más temprano de lo habitual. Las aves ya no se oían, así que me costaba más calcular el horario para hacer las actividades
cotidianas. Me puse una campera gruesa, un gorro polar y unas pantuflas calentitas. Jacob dormía plácido en el cuarto de Casimiro, traté de que no oyera mis pasos. Dejé todo, y decidido, emprendí rumbo. Sólo a pie, y sin advertirle nada; Me fui a una comisaría que se encontraba a tres horas de casa, llegué jadeante y sediento. Mis piernas no podían seguir caminando más y me detuve a descansar frente a mi destino, sentado en la acera, admirando los edificios fastuosos en procesos de construcción que pertenecían a gente
adinerada y apática. Observando con atención a un par de albañiles hasta con aires de finos metidos en lo suyo, yo planeaba
minuciosamente todo lo que haría; quería escupirle en la cara al pérfido bastardo de Noslov Kei, y tratar de saber más sobre el
pasado y la relación con esa mujer que dibujó Reiser. Por suerte, aquel día coincidí por azar, que era justo miércoles de visitas porque por fuera había colocado una fotocopia con las personalidades más buscadas y datos en concretos acerca de la institución. Tuve un poco de miedo de entrar, lo admito, no me olvidé jamás del sufrimiento que pasé y que casi avistaba mi muerte, enfrentarse a eso no era cosa de soplar y hacer botella. Estaba preso, y si me
ahorcaba de nuevo, no perdía nada, ya vivía en la miseria. Cuando mis piernas se relajaron en su mayoría, respiré hondo e ingresé al
establecimiento, aunque en el fondo tenía ganas de retroceder. Deduje que se trataba del sitio en el que ese repugnante ser se
encontraba por el hecho de que correspondía a la comisaría-cárcel
mayor y más cercana del pueblo. Era un lujo, incluso los presos
tenían mejor vida que mucha gente que se resistía horas
trabajando, y para colmo no conseguían mucho dinero. Bueno… en mi pueblo existía… no existía, directamente no se mencionaba la
palabra gobierno allí, pero por estos sitios sí que actuaba, aunque
los niveles de corrupción, al parecer, eran inmensos ya habiendo notado que los oficiales vestían ropa de marca, y se sentaban al aire libre a tomar el mate. Si tienes un trabajo tan serio, creo que debes mostrar autoridad, no distensión ni aire de colega, tú eres el
encargado de poner las cosas en orden, tampoco podía exigir mucho a un mundo de miserias.
Pedí que me dieran con tal persona, que quería verlo, pero los bastardos hicieron tiempo y uno de ellos, obeso y muy posible diabético, me mostró el listado y no
coincidía con ninguno de los prisioneros. Me sobresalté, pero traté
de mantenerme tranquilo porque no podría pelear con una persona de esa masa. Incluso me dio a mí para que leyera uno a uno de los nombres ordenados en modo alfabético y no, no había ningún Kei.
El acompañante, viendo que me estaba revelando, ya se preparaba para sacarme de una patada afuera, pero me resistí hasta que me dieran una explicación lógica. Enseguida el gordo llamó a su jefe
para contarle lo que estaba ocurriendo y se fue a buscar algo a su oficina porque, al parecer, dijo: ‘’Un segundo’’ y desapareció al
instante. Yo seguía esperando de brazos cruzados y con un muy mal genio. El supuesto jefe llegó cinco minutos más tarde y me invitó a que lo siguiera. Entré a su delegación y me enseñó una
computadora.
—Mire muchacho—dijo señalando con el dedo índice la
pantalla—la persona que usted está buscando no se encuentra en
esta cárcel, lo liberaron hace dos semanas. ¿Ve? Estas son las fechas de egreso.
—Imposible. A un asesino no se lo puede liberar de la noche a
la mañana. Y esta no es la persona a la que yo estoy intentando
contactar, Noslov Kei es su nombre.
—Seudónimo, señor. Su nombre real es Noslevoi Eiffiker,
adoptó por llamarse Noslov Kei a secas. Ya ve, es de nacionalidad
extranjera. Mire, ésta es la foto— descendió la pantalla.
Se me agotaba la respiración.
—¿Un vaso de agua?
Moví la cabeza de arriba abajo, suplicante.
—¿Por qué está libre? —sentí que un sudor helado me
empapó la piel.
—El estado lo pidió.
—¿Estado? ¿acaso el estado tiene alguna relación con ese
hijo de…? Acas…
Luego sentí un abrasante mareo y al final caí. Al rato desperté al frente, en la misma cuadra en la que me detuve a descansar, como si nada. Mi salud no me importaba, sólo iban y venían preguntas en mi cabeza: Y si en realidad estuvo suelto tanto tiempo, ¿por qué no regresó a casa? Seguro porque lo volverían atrapar, aunque esa no era una explicación que tuviese demasiado sentido, pues sabría idear nuevos planes para pasar inadvertido.
Necesitaba con urgencia una computadora para acceder a los
datos estadísticos de los ciudadanos y poder ver quién era
realmente ese ser tan despreciable, y por qué motivos lograron
liberarlo con demasiada facilidad. Una persona corriente no podía acceder a tal aparato, específicamente si vivías en Pümber por alguna extraña razón, en la que nos apartaban como si no fuésemos personas. En secreto volví a casa y vendí la radio a un joven coleccionista, no me dio lo que esperaba, tuve que conformarme de
todos modos. Saludé a mi gato y escribí una nota pidiéndole a
Jacob que lo cuidara mucho, di una última mirada a los cuadros de Reiser, oí por última vez la música que Casimiro solía escuchar, y
emprendí rumbo al mismo lugar de la ocasión anterior. Pagué gran
cantidad de dinero para utilizar una computadora y comencé a indagar y eliminar cada una de mis dudas. Pensé que no sería tan fácil poseer ciertos datos, supongo que si hubiesen captado que yo pertenecía a Pümber me prohibirían sin dudas, como el dueño de
las computadoras no se dio el trabajo de pedirme, aunque fuese algún tipo de identificación, engolosinado por el dinero, pasé como
cualquier otra persona.
Mi primera búsqueda fue Pümber:
Y ahí la historia de la miseria y el origen de la tierra de nadie.
Pümber: Pueblo ubicado en Netherland, es una comunidad poco conocida por el mundo y escondida por el gobierno. El estado no quiere que la gente conozca la historia de Pümber, como la libertad de expresión si está permitida para aquellos que no
pertenezcan allí, yo te la voy a contar. Es la tierra del olvido porque hace alrededor de unos doscientos años, estalló una huelga en el centro de la villa y murieron centenares de personas a causa del gobierno que no quería cumplir sus necesidades por el simple hecho de que querían quedar bien ante las críticas de las demás ciudades del mundo, ya que Mosatopia es rico en turistas, y el gobierno disfruta recibiendo los buenos halagos de extranjeros, pero ese pueblo debe ser escondido y no ser nombrado por la
autoridad. Previamente fue sede de tres guerras por causas desconocidas, se ocultaron sin ganas la mayoría de las pruebas de que sucedieron catástrofes, de todos modos, algunas ruinas, los suelos desgastados, y otras secuelas permanecerán presentes ya que para su reconstrucción se deberían invertir millones de dólares,
y eso no es nada favorecedor. Esto comenzó a ser una costumbre. Cuando alguien se quejaba de la escasez de algo, lo secuestraban y nunca nadie podía saberlo porque incendiaban los cuerpos y esparcían las cenizas por el ambiente, lo que causaba a los
habitantes serios problemas de respiración, aspirando a los suyos. La gente si veía a alguien en una mala situación, no actuaba, o solo en pocos casos porque estaban tan perturbados que pensaban que la gente desaparecía debido a que algún tipo de ente extraño los mataba de diversas formas y temían contagiarse de esos supuestos
espíritus siniestros que inventaron para hallar una lógica. Es
probable que después de que uno de los representantes
administrativos lea esto, yo seré un recluso (vivo), pero estaré tranquilo y satisfecho de poder tener la posibilidad de contar esto a aquellos que no entienden nada y sufren sin saber por qué.
Autor: Sigmund Freyre. Hora: Hace Una Semana.
—¿Una semana? —pensé—tengo que encontrar a esta
persona, es urgente. Quiero PRUEBAS de lo que dice es cierto.
Enseguida averigüé en los datos de los habitantes y consulté su apellido. Según lo que vi, no había ningún otro con su mismo nombre y apellido, sólo unos pocos que habitaban en poblados
demasiados lejanos, si se trataba de él, se encontraba a no más de dos cuadras. Fui sin pensar nada, por más que ya lo sabía todo, me parecía importante establecer un diálogo con esta persona porque
podría tratarse de una invención, aunque sonara tan convincente.
Llegado el sitio, pequeña casa en construcción de dos pisos, a los costados bolsas de cal y cemento, y unos pares de ladrillos rotos cerca de la puerta y marcas con tiza en el suelo. Golpeé las manos y nadie parecía escuchar o quizá, estaba ausente. Seguí insistiendo hasta que, por fin, después de tres intentos, vi a un joven de una edad cercana a la mía, era rubio y tenía unos ojos anaranjados increíbles, parecía
extranjero. Él me miró esperando a que le dijera la razón de mi
visita y como yo no emitía palabra alguna, habló desde la ventana como si tuviese desconfianza.
—¿Sí? ¿qué desea?
—Hablar contigo—di unos pasos hacia adelante.
—¿Quién eres tú? —tenía el ceño muy fruncido.
—Mi nombre es Tadeo Espender, leí su artículo en una
computadora y necesito hablar del tema si es posible
—¿¡Espender!? —se expresó asombrado.
—Sí…—no entendía el porqué de su fascinación.
—Usted es el chico que perdió a sus dos hermanos ¿cierto?
(¿De dónde me conocía? )
—Tal cual…
Desapareció de la ventana y salió rápido a la vereda.
—Vete-de aquí—articuló casi como un ruego.
—¿Por qué?
—Noslov Kei.
—¿Lo conoces?
—No te recomiendo que sigas por aquí.
—No me iré. Quiero que me digas ya mismo cómo sabes quién
soy y de dónde conoces a ese asesino.
—Él puede llegar en cualquier momento…
La forma en la que me hablaba empezaba a culminar con mi
paciencia y a la vez el significado de éstas me aterrorizaba.
—Estaré muerto muy pronto, pero… supongo que lo mejor es decirte las cosas claras antes de que sea tarde. Soy el hermano de Clovey, Noslov es su exnovio. Está loco,
tiene un tipo de enfermedad mental que desconozco. Él mató a mi hermana porque… estaba celoso y seguramente has de saber el motivo exacto ¿no? Sí, el hijo que ella esperaba era de Reiser. Yo lo conocí, solo de vista. En una ocasión vi que escondía una carta en el hospital central, trabajo en la limpieza de ahí. Él no se dio cuenta que lo veía, estaba de espaldas. No sé quién será quien consiguió llegar a esa nota, si bien me invadió la curiosidad no me
acerqué a ver luego de que se fuera. Más tarde supe el valor de
ésta.
—Fue mi hermano Casimiro.
—Tuvo suerte. Sólo se registraron trescientas notas y él fue de los afortunados, es como una reliquia.
—Oye, no estoy para charlas. Sólo quiero saber dónde está
Noslov.
A esas alturas ya no podía sorprenderme de nada, todo se
divisaba más que claro.
—En cualquier parte, puede que incluso esté detrás de ti con
una cuchilla apuntando hacia tu cuello…
—Me estás asustando…
—Mientras más tiempo estés aquí, menos segundos de vida te quedan, y a mí también.
—¿¡Qué demonios dices!?
—Noslov me está usando. Mira esto—me enseñó un aparato en forma de pulsera de hierro ubicada en el pie izquierdo—si salgo de esta casa, estoy muerto. Tiene una bomba adentro y a la vez es un radar.
Mira esa línea—marcada con tiza blanca—ese es mi límite, si lo excedo,
estallo en pedazos. ¿sabes qué es lo que quiere? A ti, todo lo que escribí en internet fue forzado… es una trampa y caíste en ella… no sé si lo que
me dictó sea real o no, yo no conozco ese pueblo… lo único que sé es que, si Noslov aparece en estos momentos, mi vida se salvará, al contrario, quien acabará la partida seré yo. Hoy es el mi último día
para traerte a casa…
—Tú no mereces morir así… no tienes la culpa de nada…
—Lo sé… es mi destino, no tengo nada que hacer. Es un gusto haberte conocido, pareces ser una buena persona—sonrió y en sus ojos brilló algo, su expresión era destructiva.
—No quiero que mueras…
—No tengo otra alternativa. ¡Vete ya por favor!
Me negaba a irme y tener que andar con la conciencia
mortificándome por el resto de mis días. Al mismo tiempo, no
estaba listo para que todo dejara de existir, deponiendo de lado que Sufrí innumerables veces, aún tenía ganas de seguir viviendo. Al
cabo de unos minutos escuché unos pasos acercándose a rápida velocidad. El chico me advertía suplicante. Yo ya había tomado mi decisión y no sé si fue lo mejor que pude hacer, pero mi instinto me obligó.’’ El censista’’ disfrazado de humano, no bien me vio, pareció haber encontrado oro puro, se reía como un desquiciado y
simulaba tener una Corneta con la que hacía sonidos, giraba mirando al cielo y seguía con una cara de loco de manicomio que asustaba más que cualquier demonio paranormal. Yo quise demostrar que no tenía miedo, me mantuve firme, con la frente en alto. Y hasta que terminara de hacer sus estúpidas ceremonias de un desquiciado yo pude haberme ido. Cuando acabó su festín, me
tomó de los hombros y me los ciñó con demasiada fuerza, por más que el tipo fuese mucho más robusto y alto que yo, me aventuré y le di una merecedora patada en el estómago, dejándolo sin aire en el suelo. El muchacho, asustado, me siguió suplicando que me
marchara y no ensuciara mis manos, porque mi irracionalidad podía
ser capaz de cualquier cosa. No supe si irme o matarlo, pero cuando se levantó y sacó un revólver de la cintura, pensé que todo
estaba perdido. El chico, mostrando enfado, se abalanzó ante él y se
empujaban
aproximándose, sin ser conscientes, más hacia la línea límite. Por dentro me recorrió un escalofrío intenso al carecer de un método para controlar la situación. Estuve estático, viendo cómo se
reventaban a golpes, y el chico, tenía la camisa empapada de sangre por todos lados, pero era fuerte porque no se dejó derribar en ningún momento, cosa que admiré. Enseguida, mis ojos captaron que el arma cayó, a paso de tortuga fui hacia ella hasta que la logré agarrar. Nunca había tenido un aparato de esos entre mis manos, debía hacer un buen uso de él y no blanquear la mente
al momento de actuar, necesitaba vengarme de una vez por todas.
Cuando me aseguré que no existía ninguna otra alternativa, y mi
instinto de represión decidió apretar el gatillo, alejado de la guerra, el disparo no avasalló. Una explosión estalló a escasos metros.
Quedé sordo y caí reciamente contra el asfalto. Mi respiración era tenue y mi corazón palpitaba excesivamente rápido. La gente del alrededor, asustada, vino a ver qué pasaba… en ningún momento fui capaz de ver nada. Estaba tal cual un niño con la conciencia destruida, tomándome de las rodillas, con los ojos cerrados mientras mi corazón no me dejaba en paz. Llegaron ambulancias,
forenses y policías con una eficacia increíble. Yo no pude hablar en las entrevistas, me llevaron al hospital y recuerdo que decían que sólo tenía una amnesia y un
pequeño trastorno que conforme el tiempo transcurriera, se iría yendo. En el momento que notaron que recuperé el habla y actuaba mejor, me trasladaron a la comisaría central y estuve allí durante
más de dos meses. Fue un calvario vivir allí, por dentro se veía todo higiénico, tranquilo, pero las personas que se encontraban en esos
callejones eran duras y hostiles conmigo. Por todas mis
experiencias, los tantos golpes que recibí no significaron nada. Mi compañero de celda era un sujeto con el que sí se podía tener un diálogo convencional. Un anciano, unos noventa años le calzaban
seguro. Me contó que estaba encarcelado por intento de homicidio, en realidad lo que hacía fue pedir mejoras en la vida de los ciudadanos de Pümber, si bien no residía allí, le entristecía que la
gente viviera en un estado deplorable, si hubiese nacido entre esas calles, la cárcel no alcanzaría...Le pregunté si conocía a Noslevoi Eiffiker, dijo que sí, que, según él, el manicomio era su lugar ideal y afirmó que, sí había estado en esa prisión, pero lo liberaron muy Rápido para el cargo que tenía. Según él, tiene algo que ver con el gobierno, conoce a alguien con la misma mente perversa que le manda órdenes para que elimine a ciertos individuos que le molestan o por mero capricho, son cosas que uno nunca termina de saber y a veces, es un tanto tediosa la investigación, que ya no te importa si te asesinan por gusto o por ‘’reducción de personal’’ al fin
y al cabo, es lo mismo y no hay forma de que un gobierno deje de
ser corrupto cuando son solo dos los que se revelaban. Siempre
estuve de acuerdo, aunque ninguna prueba haya surgido, era algo difícil de descartar. Me liberaron porque sus investigaciones
acertaron y se dieron cuenta que yo no era ningún asesino, Noslov murió en su propia trampa, y el chico… me dolió mucho lo que el
destino le preparó para su fin, esos inocentes ojos llenos de suplicios, anduvieron por mí cabeza y probablemente
permanecerán hasta el fin de mis días. De todos modos, la culpa no era mía y si pudiera haber hecho algo para salvar la vida de ambos
al mismo tiempo, lo haría. Todo estaba calculado para que fuese inevitable, aunque las cosas no terminaron como el asesino pretendía que sucedieran. Ya todo me daba asco e incluso el pueblo que tanto quise, terminé por cogerle un grande desagrado, en realidad toda mi vida viví obedeciendo órdenes sin tener la
libertad de ser libre. Amé los caminos, amé los recuerdos, amé las reliquias, amé a mis bisabuelos que de ningún modo conocí. Y yo… ¿y yo quién era? ¿yo me quería? ¿o sólo seguía mis instintos para
ayudar a los demás? ¿tradición, significaba que por vivir en la
misma casa que toda mi familia anterior, yo debía quererlos sin
siquiera conocerlos? Perdí mi identidad, quizá nunca la tuve.
Comencé a sentir que no era de ningún lado y que todo era un
juego para mantenerme en pie, habiendo tenido alguna interacción
con el mundo y no morir sin haber sufrido. Dudé de todo, incluso llegué a conclusiones extrañas de que todo era un sueño y tonterías así. Fue tan grande mi confusión al plantearme todo y ver como mi vida tan juvenil se convirtió en un calvario y lo perdí todo en un abrir
y cerrar de ojos. No regresé jamás a mi pueblo, me daba miedo, asco… tampoco podía dejar que Jacob se preocupara y dejarlo sin saber nada de mí. Fui a un teléfono público y lo llamé. Le dije que gracias por todo, que había tomado la decisión de marcharme para
no volver más porque quería reinventar mi vida. No allí, sino que me alejaría completamente de esos lugares nada confiables y buscaría el sitio correcto que mi alma me anunciara para buscar mi felicidad.
Escuché su llanto diciéndome que regresara porque era el único amigo que logró hacer en tanto tiempo, y que lo había aceptado tal y como él era, sin burlarme en ninguna circunstancia, y me tomó mucho cariño como el de un hermano. Le volví a agradecer por todo, reiteradas veces, pero si volvía, los recuerdos estarían presentes toda mi vida, y yo quería inventar unos nuevos.
ESTÁS LEYENDO
1- PÜMBER
Mystery / ThrillerÉl estaba ahí, inundado en sus pensamientos Sin ninguna expresión. Sus pupilas celestes concentradas en un enigma que sólo él sabía.