Aparición

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   Me separé de sus recuerdos por una semana y dormí en ese lujoso y hermoso hogar, no tuve mejor alternativa, aunque me moría de intriga de saber si mi mascota se encontraba sana y salve. Jacob y su padre me recomendaron que esperara más, les tuve que hacer caso. Ya al séptimo día me aventuré. Era jueves de mañana, el señor Yringua no se encontraba, y mi amigo estaba
concentradísimo en el living, leyendo un libro en voz alta. Me dijo que se cambiaría y en un rato me alcanzaría para asegurarse que todo estuviera bien. Saqué algo de dinero que tenía guardado y paré a un taxi en la
esquina. El viaje no duró más de diez minutos.
  El cambio de panorama era muy visible. Fui entrando despacio, y mis pasos parecieron ser oídos por mi gato Miro, que maullaba y maullaba con impaciencia, al parecer había quedado encerrado. Lo mimé y le di todo mi cariño, me extrañaba muchísimo y además moría de hambre. Tuve ganas de quedarme, porque… al fin y al
cabo era mi hogar, y aunque estuviera solo todo el día, ahí es
donde residía mi paz, mis recuerdos, mi historia…No me apresuré en ningún sentido, estuve relajado en el sillón
con Miro, e incluso me eché una pequeña siesta. Cuando los
minutos de mi estadía comenzaron a alargarse, empecé a sentir una extraña incomodidad, no sé, como cuando sientes que alguien te observa a lo lejos. Si se trataba de algún tipo de espíritu … no tenía por qué preocuparme. Fui hacia el teléfono para tratar de sacar la cinta del audio, me di cuenta que hacía falta quitar unos
tornillos para su obtención, entonces busqué el destornillador en el
baúl que estaba guardado en el armario del pasillo. Mientras me
encargaba de desenroscar el aparato meticulosamente, sentí un helado aliento por la espalda que me erizó todos los vellos de mi cuerpo, me trincaron por detrás y me estrujaron el cuello
obstaculizando mi respiración. Alguien me empujó fuertemente
contra el suelo, y el teléfono cayó haciéndose pedazos. Me siguieron golpeando sin asco, yo no sabía que es lo que ocurría, solo sentí estar en el mismo infierno. Mis labios sangraban con
mucha fluidez, comencé a sentirme débil y un estoico mareo me abrumó. Busqué alrededor cualquier objeto que me sirviera de defensa, no había siquiera un lápiz en el suelo, y para colmo, el bendito botón antipánico, no aparecía por ningún lado. Giré la vista
hacia el agresor, su rostro estaba tapado con una tela gruesa, solo se veían sus macabros ojos, lo que me permitió identificarlo con
facilidad. Desde el rincón, suplicaba que me dejara en paz, pero era en vano, más daño me hacía. Nadie me oía, y mi voz se ponía afónica suplicando socorro… En un momento sentí que era mi minuto de partir, se acababa mi resistencia, no podía más. De repente a mi derecha se hizo una luminosa silueta con forma humana; era idéntica a Reiser, me sonreía... luego, a su lado, apareció otra luz; era el alma de Casimiro sin lugar a dudas. Oí casi un inaudible susurro:’’
Hoy no, lucha’’, segundos después desaparecieron y apareció una tercera luz; Jacob. Desde
ese momento perdí la noción de todo, solo sé que desperté en una
habitación de hospital con el cuerpo agotado. Mi amigo estaba ahí
conmigo.
   —Tuve la posibilidad de matarlo, no lo hice por ti, alguien tenía
que cuidarte—me dijo con la voz rota.
   Me contó que llegó asustado al oír mis gritos desconsolados. Lo vio de espaldas y le estalló una piedra de tamaño medio en la
cabeza, haciendo que quedara inconsciente al instante, (si la roca fuera un mínimo más grande el tipo ya estaría muerto, y Jacob en serios problemas). Pasé más de dos semanas en aquel lugar. Según mi amigo, los policías se llevaron la cinta que, con suerte, se pudo rescatar, como referencia de que se trataba de una protección propia y no un intento de homicidio contra Noslov, porque le generarían
‘’antecedentes’’ y sonaba demasiado estúpido teniendo en cuenta que el otro era quien en realidad los tenía. Su destino: la cárcel, insuficiente para un criminal de esas calañas, al menos no estaría suelto
cometiendo otras injusticias por amor al arte. Pero nadie, nadie iba a ser capaz de pagar por todos los daños que me había ocasionado, tocaba conformarme con lo poco que me decían, pero si no era yo quien lo veía con mis propios ojos a través de unos miserables barrotes de hierro, no me sentiría tranquilo del todo.

1- PÜMBERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora