En la mañana siguiente, a la hora del desayuno escuchábamos la radio. Lo solíamos hacer antes de ir a nuestras respectivas obligaciones, como modo de incentivación. Y hablando de radio, una de las reliquias favoritas que le pertenecían a
nuestro tatarabuelo Joseph Espender, tal vez éramos de los únicos que teníamos una en nuestro entorno, o de los que se atrevían a animar un poco el aburrido ambiente. Escuchábamos a un periodista que contaba chistes y alguna que otra información, así como la previsión meteorológica. En lo que comentaba, habló acerca de una noticia referida a una extraña persona que, al parecer, rondaba por Pümber y alrededores, ocultando cartas con sugerencias de supervivencia y frases de motivación, y de las cuales se habían
registrado alrededor de trescientas notas numeradas según fuentes de personas que el azar les había otorgada alguna, cuyo autor era completamente anónimo.
—Es un estúpido—soltó Miro en forma de burla—¡qué
desperdicio de tiempo! No gana nada con eso, una frase motivacional nunca servirá de algo,qué cutre.
—Bueno, al menos no se dedica a criticar a nadie…
—¡Uh, Ahora no es el idiota aquél, ¡sino tú! —me ojeó infame.
—Bueno, bueno... ¡Es un estúpido… tienes razón!
Lo último que quería era dejar de platicar con él, así que me quedaba al margen y procuraba evadir posibles discusiones.
Conociéndolo bien, se pondría en un modo de:’’ yo tengo la razón porque sí’’, y yo, por ahí no paso. Cuando Casimiro apenas cruzaba la puerta para irse, vimos que lentamente venía llegando Reiser, demasiado temprano acomparación de los días habituales. Eso no era lo raro… llevaba una expresión triste, vana. Mucho peor que en sus primeros tiempos, en la época que no tenía ganas de nada. Cuando lo miré bien, poseía el rostro repleto de llagas y moretones. Al levantar la vista, desesperadamente huyó hacia la puerta de salida. Casimiro
impactado por la acción, le bloqueó el paso para impedir que escapara, pero buscó otra alternativa, lo esquivó, y se fue lo más veloz que pudo a su habitación. Entonces, repletos de
desesperación, cumpliendo con no llamar a bomberos ni mecánicos, nos dimos maña y rompimos la puerta a martillazos y patadas hasta que conseguimos destruirla. No vimos nada raro, solo una habitación cuyo interior no recordaba hacía bastante tiempo. Estaba repleta de polvo, el suelo salpicado de colores de acrílicos, papeles tirados, y desorden en cada rincón. Lo que sí me fascinó, eran sus increíbles cuadros que habían evolucionado
mucho desde la última vez, ya no parecían ser hechos por
distracción, sino que se veían como si fuesen elaborados por un artista profesional. Embellecían el entorno colmado de cosmos, estrellas fugaces y planetas repletos de esplendor y magia. Hecho
con el corazón de un apasionado
astrónomo, un artífice desconocido para el mundo, pero lleno de color en su alma.
Cuando lo vi, Reiser estaba estático, con el dorso un poco encorvado,
y las manos hacia los lados, sentado al borde de la cama con una respiración demasiado ligera y la mirada perdida.
—¿Qué está pasando contigo?
—Nada. —respondió luego de un largo mutismo, su voz era insulsa.
—¿¡Cómo que nada!? —cuestionó Casimiro— ¡corres como un loco y escapas de tus propios hermanos! ¿¡qué es lo que has
hecho para que estés así!?
Él estaba ahí, inundado en sus pensamientos. Sin ninguna expresión. Sus pupilas celestes concentradas en un enigma que solo él sabía.
—Reis—me fui acercando lentamente. —Vamos… ten
confianza, tú sabes que te ayudaremos siempre... Sea lo que sea...
Aburrido de tanto silencio, al especular una respuesta que no llegaba, Casimiro se retiró del cuarto,
despreocupado, sin importarle en las condiciones en las que había venido, balbuceando palabras ininteligibles en son de enfado.No recibí respuesta de parte suya, se hipnotizaba mirando a la pared, y allí no existía nada, ni siquiera un intruso e
intrascendente
insecto. Me interpuse delante suyo, y para colmo no había emitido un solo sonido ni pestañeo, se asimilaba a una
auténtica estatua, con la diferencia de que, a ésta, le corrían gotas
de sangre por la nariz y los labios. La situación comenzaba a alarmarme, así que lo dejé un momento sólo y fui de prisa a buscar a Casimiro que se encontraba en el patio fumando muy plácidamente.
—Reiser está mal.
Me miró indiferente.
—Dime, ¿cuándo ha estado bien? Es otro de sus misterios de siempre.
—¿Acaso no te importa? ¡Ya deja el maldito orgullo! Es hora de que te lo tomes con seriedad.
—No-me-levantes la voz. En ningún momento dije que no me importa, solo que me parece estúpido darle atención a quién ha sido así siempre. Es una de sus tonterías para que lo tomemos en cuenta.
—¡Escúchame bien! Si nuestro hermano está intentando llamar la atención como tú lo dices, es por algo. Necesita ayuda, algo está ocurriendo con él. ¡Alguien lo ha golpeado! ¡Jesús mío!
—NO-me-grites. Si realmente necesitara ayuda, no vendría un día sonriente y al siguiente con moretones por doquier. Que vaya a un psicólogo si tanta ayuda necesita, pero ya no me involucres en esto.
—Mira, si quieres seguir estando en esa asquerosa postura,
pues bien, no me hables más. Eres irremediable, es una enorme pena porque te quiero mucho, pero eres un auténtico idiota. Pensé que ya habías recapacitado.
—Verás que no estoy equivocado, y tus sucias y odiosas
palabras hacia mí estarán en la ruina. Voy a ver qué tan ‘’mal’’ se encuentra.
Tiró su cigarro al suelo con cierta violencia y con una cara de desprecio y se fue a verlo. Decidí dejarlos a solas para ver si es que así se le ablandaba el corazón.
Apenas entró, se inclinó delante suyo de manera que las
miradas se entrelazaran correctamente—Me contó—, y sin dejar de mirarlo le interpeló:
—Reiser.
(...)
—Reiser…
(...)
—¡Reiser!
(...)
—¡¡Oye, te estoy hablando!
(…)
Se dio cuenta que la cosa no iba nada bien cuando lo llamó inútilmente por octava vez. Lo tomó de los hombros y lo sacudió fuertemente. Reis se desplomó encima suyo con toda la fragilidad del mundo. Casimiro, asustado, le buscó el rostro y lo encontró
desbordado en lágrimas. Lo abrazó con todas sus fuerzas mientras Casimiro no pudo evitar desbordar en llanto también.
—¿Por qué? —sollozó desconsolado.
—No entiendo nada hermano… ¿Q- qué está pasando?
—Se fue…
—¿¡Quién!?
—Se fue…
—¿¡QUIÉN SE FUE!?
En ese preciso momento Reiser se desvaneció entre sus brazos, perdiendo el conocimiento.
—¡¡TADEOOOO!!
Fui deprisa atemorizado, me acerqué a su pecho, su corazón latía
pausadamente, pero no respiraba. Intentamos reanimarlo, nuestra
desesperación fue tan grande que no supimos qué demonios hacer,
por fortuna, pudimos mantenerlo estable turnándonos realizándole
técnicas de reanimación cardiopulmonar, hasta que la ambulancia se dignó en llegar. Si en su tiempo nuestro padre no nos habría
enseñado acerca de aquel procedimiento, no sé qué habría sido de él.
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1- PÜMBER
Mystery / ThrillerÉl estaba ahí, inundado en sus pensamientos Sin ninguna expresión. Sus pupilas celestes concentradas en un enigma que sólo él sabía.