3. Un salto al vacío

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Por más que me esfuerce no puedo recordar que algo relevante haya ocurrido en aquella fecha.

Fui a dejar a Giulia a su habitación, después le dije a Luca que se lavara el rostro para que reaccione un poco para que no termine cayéndose debido al estado en el que nos encontrábamos. Ni siquiera sé cómo subimos las escaleras sin caernos.
Él durmió en mi cama y yo en el piso ya que ni bien entró se abalanzó sobre ella acaparando todo el espacio durmiéndose profundamente . Al día siguiente se fue con su familia.

Nada más ocurrió. Estoy seguro.

No entiendo porque Luca me preguntaba sobre aquel 1 de enero, es como si hubiese ocurrido algo importante para él o quizás algo grave, algo que también quería que yo recordara.

Solo espero no haber o hecho o dicho algo que le hiciese sentir mal.

Aunque días después del recibimiento del año nuevo hice algo que avergüenza hasta ahora y a diferencia de aquel día, si estaba consiente con mis cinco sentidos.

De niños miramos el atardecer juntos por primera vez.
Yo lo abracé y él me correspondió, debo admitir que se sintió tan bien.

Otro  indicio más de que me gustaba.

Ahora  habían pasado cuatro años y nos encontrábamos mirando el mismo atardecer juntos pero ya no abrazados.

Pues ni modo que camináramos así por todos lados en completo silencio, obviamente íbamos conversando, bromeando, aprovechando el tiempo ya que quedaban pocos días para que este regresara a Génova.

Giulia nos estaba acompañando, pero de la nada dijo que había olvidado hacer algo importante y que nos vería en casa. Era como si ella supiera algo ni nosotros sabíamos, como si quisiera darnos un empujoncito.

Vamos, inténtalo.

Si bien había decidido nunca decírselo, habían momentos en los que parecía que tenía toda la valentía del universo reunida dentro mío . Ese era uno de ellos.

Sin embargo, cada vez que estaba a punto de hacerlo me echaba para atrás.

Cada año era igual. Siempre aplazando aquella confesión, diciendome a mi mismo: Quizás el próximo verano.

El sol se había ocultado por completo, seguimos caminado aunque ya no teníamos tema de conversación, pero el silencio era agradable y fue ahí donde se me había ocurrido aquella no tan brillante idea .

Pues en esta ocasión no me iba a echar para atrás como los anteriores años, sin analisar las consecuencias, sin preocuparme por el destino que se avecinaria, iba a tomar todos los riesgos como una especie de salto al vacío, en donde no te preocupa qué amortiguara tu caída, solo te interesa saltar sin detenerte a pensar unos segundos.

Creo que en esa situación no debía haber ignorado a Bruno.

Todavía no sé de donde había sacado el valor suficiente para decírselo en esa oscura noche que tenía como fuente de iluminación eran la luna y las estrellas, esa misma en donde parecía que no tenía ninguna clase de miedo.

No escuchaba más que a mi corazón. No perdía nada con intentarlo.

¿Verdad?

De hecho perderías tu dignidad,si es que todavía te queda.

No era momento de escuchar desalentadoras palabras. Solo debía escuchar a mí corazón, el cual palpitaba velozmente. De forma inexplicable ese día lucia más hermoso de lo que ya era.

Nuestras manos estaban libres por lo que de manera suave fui acercando mi mano con la suya. Se sentía tan suave y delicada. Ya estaban casi entrelazadas, podía sentir como deslizaba las yemas de sus dedos con los míos, tal acción me dio la confianza para continuar. Estaba punto de decírselo cuando de repente...

Quizás el próximo verano /LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora