5. Diferente

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Alberto tenía un secreto, ese que involucraba a Luca, el cual había sido guardado desde que supo que estaba enamorado de este. Pues de eso se trata, algo que guardamos en lo profundo de nosotros y que nunca queremos que sea descubierto.
Claro hay situaciones en la que lo  compartes solamente con alguien de máxima confianza. Aunque este no podía ser el caso.

Es bien sabido que en cuanto le cuentas un secreto a alguien este irá a contarle a otro y así iniciando una cadena la cual sería compartida por todos, convirtiéndose así en un rumor o buena nueva.

Eso era de esperarse en aquel pueblito en donde las noticias corrían bastante rápido. Además de que no tenía idea de la reacción que tendrían al enterarse.

Portoroso era hogar de pescadores y de ex cazadores quienes habían olvidado sus costumbres y decidieron aceptar a los monstruos marinos como uno de ellos. Conviviendo juntos armonía. Sonaba algo insólito pero estaba sucediendo.

Sin embargo, quizás sería demaciado pedir que también aceptaran un amor "diferente".

A él nunca le había importado lo que dijeran los demás. Ya que todas formas los demás te van a criticar hagas lo que hagas y digas lo que digas . No siempre puedes darle gusto a todos.

Sin embargo había una opinión que si le importaba y era la de su padre.

¿Cómo reaccionaría este al enterarse que era diferente?

Bueno, diferente ya era debido a su característica de cambiar de forma al tocar el agua.

No sabía cómo sacar a flote aquel tema tan controversial como la homosexualidad.

¿Está bien que a los chicos le gusten otros?

No, no sonaba como un buen inicio para tal conversación.

Cualquiera que sea la pregunta esta daría lugar a otra: ¿Por qué haces esa pregunta?

¿Cómo iba a responder a aquello? Sin duda sería difícil tocar aquel tema.

Massimo siempre había sido un padre comprensivo y paciente.
El más notorio ejemplo fueron aquellos primeros días en los que Alberto se había mudado con él.
Fue ahí donde la paciencia de Massimo fue puesta a prueba con cada cosa que su nuevo empleado hacía.

Como arrojarle pescados a los clientes, dejar un desastre de salsa de tomate en la cocina, tirar el barril con toda la pesca del día al agua. Además de que incendió su bote el cual era la herramienta indispensable de trabajo. Más bien había logrado salvar Machiavelli.

Nadie imaginaria que tantos desastres darían lugar a ese conmovedor momento que ambos compartirían: Massimo tratando de evitar de que este no se fuera y Alberto llamándolo papá por primera vez.

Quizás Massimo no era bueno con las palabras pero le dejó en claro que no importa la gravedad del problema pues siempre podrían arreglarlo juntos.

Massimo era el mejor padre que pudo haber deseado. Siempre apoyándolo y estando ahí para él. Por lo que eso hacía que temiera tanto decepcionarlo.

¿Todavía sería digno de ser llamado su hijo?

Fue sencillo para Massimo deducir que su hijo ocultaba algo. Pues este solía ser alguien lleno de energía y aunque todavía mantenía tal característica, había días en los cuales parecía que algo lo afligiera cambiando su sonrisa por un semblante triste.

Como si en el fondo desease tanto contar con su apoyo en esa situación que lo agobiaba. Por supuesto que lo tendría. Si tan solo su hijo tuviera la confianza para hablar.

Tenía la ligera sospecha de que era algo del corazón, no un mal cardiaco obviamente, sino aquel que te puede hacerte sentir la persona más contenta del mundo o también la más infeliz.

Quizás el próximo verano /LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora