7. Irreversible

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Ninguno de los dos se decidía por quien debía girar la mirada en dirección de aquella persona que los había descubierto.

Por instinto cualquier persona se aparta velozmente cuando es descubierta. Mas ese no fue su caso.

Los ojos verdes de Alberto fijaban su mirada en los ojos marrones de Luca mientras que quitaba sus manos de la cintura de este para ponerlas en sus hombros. Aunque por más que quisiesen disimular era bastante claro lo que estaban haciendo.

Él está en una obra y yo le estaba ayudando- Esa podria ser una gran excusa. No, para nada. Ni siquiera la persona más ingenua podía creerse aquello.

La palidez y el silencio eran notorias en aquella pelirroja quien tenía los ojos bien abiertos en señal de que estaba procesando todo lo que acababa de presenciar.

-¿Por fin están juntos?- preguntó con un tono emocionado- ¡Son novios!

-Shhh, Giulia, guarda silencio-dijo Alberto con voz alarmada- alguien podría oírte.

-¿Ah si? pues también alguien también pudo haberlos visto.

Alberto frunció el seño. Tenía que admitir que Giulia tenía razón. Más bien los había visto ella, alguien que qué le alegraba verlos juntos.

-¿Qué hacías por aquí?- dijo Luca atreviéndose a preguntar, ya que él suponía que la pelirroja estaría realizando las entregas o ayudando a su padre en la pesquería como de costumbre.

-Papá me envió a buscar a Alberto para la cena, me contó que estaba distraído y algo triste estos días- dijo la pelirroja quien ahora sabía que esos días tristes se quedarían atrás con lo que acababa de presenciar.

-Entonces mejor vamos rápido o puede preocuparse- dijo con voz nerviosa. Sabía bien que su hermana los llenaría de preguntas.

El silencio los acompañaba mientras caminaban al hogar Marcovaldo. De forma inexplicable Alberto sintió que el camino se había vuelto más largo. O quizás lo sentía así por la tensión que había.

-¿Desde cuando están juntos?

Luca y Alberto intentaron formular alguna repuesta pero apenas contestaron con unos balbuceos.

-¿Acaso se andan dando besos sin ser nada?

De nuevo ambos no contestaron nada.  Aunque silencio lo confirmó todo. Temporalmente ni ellos sabían lo que eran.

Pero no había lugar para dar paso atrás. Estaban juntos en un camino irreversible. No podían cambiarlo aunque quisieran.

Pues hay cosas en las que no tienes control o elección. Un claro ejemplo son los sentimientos , no puedes luchar contra ellos, por más que lo niegues seguirían ahí .

No era un capricho o algo pasajero. Era amor, uno diferente y no había nada malo que fuese así. Pues si todos fuéramos iguales sería bastante aburrido.

Ellos no eran los primeros ni los últimos en sentirse así.

Salir del armario es una gran decisión que requiere una gran valentía

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Salir del armario es una gran decisión que requiere una gran valentía. Tal vez el amor que ambos compartían sería suficiente para reunir el valor sufiente  para estar dispuestos a enfrentar a sus familia y confesarles  lo que está sucediendo.

Sin duda sus familias ni se imaginaban lo que sucedía entre ellos.

Para el señor Marcovaldo aquella  noche parecía ser tranquila como muchas otras. Era como en los viejos tiempos cuando Giulia había traído a dos nuevos amigos a cenar.
Uno parecía tener confianza en si mismo, mientras que el otro lucía temeroso. Pero parecían ser buenos chicos. Haciendo que su hija ya no estuviese sola en su estancia por las vacaciones e incluso ayudándole a él con la pesca en los días más difíciles.

Alberto estaba tranquilamente moviendo la pasta con el tenedor hasta que sintió como Luca tocaba su  rodilla  con la suya . Al principio creyó que fue un accidente o coincidencia .

En  cuanto quiso tomar su tenedor y seguir cenando  regresaron esos choques "accidentales".

Observó como Luca se encontraba comiendo con tranquilidad. Como si nada ocurriese por debajo de la mesa.

¿Por qué rayos estaba haciendo eso? Cualquiera que hubiese sido la repuesta parecía que a Luca le divertía hacer eso.

Parecía que ahora los papeles se habían invertido ya que ahora este era él que irradiaba confianza y Alberto temor. La primera vez que habían llegado a Portoroso en cuanto Luca observó a esos pescadores con arpones su instinto de supervivencia se activó rápidamente provocando que desease salir corriendo de ahí . Mientras que Alberto lo tomo del cuello de la camisa y lo jaló incitándolo a seguir adelante sin temer a nada.

Era la misma situación ahora. Massimo todavía no estaba enterado de los gustos diferentes a su hijo y Luca estaba ahí molestándolo de manera cariñosa como si jugase con fuego. La mente de Alberto estaba hecha un caos. Por un lado estaba tan contento de que Luca le correspondiera y que ahora solo le faltaba  sincerarse con su padre a  pesar de que una parte de él temía decepcionarlo. Parecía imposible estar feliz y a la vez lleno de miedo.

Sin embargo todo ese torbellino de emociones se fue despejado con los cosquilleos que sentía por las jugarretas de Paguro.

Sintió como pasaba suavemente su mano junto a la suya. De nuevo lo miró y este solo le dio una sonrisa ligeramente descarada. Como si dijera que las cosas no iban a parar ahí.

Ya que por "accidente" el castaño tiró su tenedor al suelo.

-Yo lo levanto- dijo Alberto rápidamente . De esa forma evitaría otra jugarreta de Luca para llamar su atención. Parecía que en el fondo disfrutaba ponerlo a borde de los nervios.

Por la audacia que había tenido de besarlo en la playa entendía de que este Luca no le temía nada. Eso era lo que  le hacía actuar como si estuviese en un deporte extremo, de esos en donde buscas el nivel más alto de adrenalina.

Al lavar el cubierto  aprovecharía el frío del agua para calmarse un poco.

-Giulia, te ayudaré a recoger la mesa- se ofreció Alberto.

-No te preocupes, mejor acompaña a Luca.

Estando fuera de la casa Marcovaldo Alberto ya no tenía la necesidad de ignorarlo.

-¿Estas bien?

Alberto no pudo evitar reírse-¿Todavía lo preguntas, sinvergüenza?

-Admito que fue divertido.

Esa es tarde ambos habían realizado un avance, un primer paso que creyeron que nunca iban a poder dar.

Luca acercó a Alberto con la intención de darle un abrazo de despedida. Este observó los labios del castaño deseaba besarlos de nuevo pero no podía. Pues una vez que volviese a tocarlos no podría detenerse.
Ya era tarde y no quería que a Luca recibiera regaños en casa.

Además de que mañana les esperaba un largo día, ya que vendría algo inevitablemente tenía que suceder.

Debían de sincerarse con sus familias, lo cual sin duda alguna era algo que requería de bastante valor.

¿Qué dirían ellos respecto a todo lo que sucedía entre ellos?










Quizás el próximo verano /LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora