10. ¿Desde cuándo?

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-¿Ya no estas molesta?- preguntó con temor mientras tenía un nudo en la garganta.

-Todavía lo estoy.-Escuchar la forma en la que lo había dicho provocó una marea de palpitaciones y escalofríos en él.

Desde que tenía uso de razón siempre se había comportado como un buen niño, lo que tenía como resultado las escasas veces en las que su madre se mostraba molesta.

Tal vez era duro para ella , pero también lo era para él.

Lo único que quería era una respuesta por parte de ella. No le importaba si fuera una buena o mala solo quería una. Aunque a decir verdad deseaba desde el fondo de su corazón quería que fuese una buena. Pero por como estaban las cosas empezaba a perder la esperanza.

-No estoy molesta contigo, solo estoy molesta.

De nuevo la esperanza nació dentro de él. Lo que inevitablemente hizo que se dibujara una sonrisa en su rostro pero esta fue borrada a levantar la mirada y observar un semblante triste en ella.

Por más que Daniela lo intentaba no podía disimular sus sollozos. Nunca estuvo molesta con Luca . Sino consigo misma.- ¿Por qué no me di cuenta antes?

-Mamá, no llores, por favor.

Al ver a su madre en ese estado, no pudo evitar echarse la culpa, pero estaba haciendo mal. Sin embargo no podía evitar sentirse tan mal al verla así.

-No, Daniela, es nuestro hijo, yo también debí darme cuenta-interrumpió Lorenzo intentando consolarla.

-¿Desde cuándo?- preguntó la señora Paguro.

-Desde los trece o catorce- Ambos padres no pudieron sentirse peor ante tal repuesta ¿Qué habían hecho mal en su crianza?- Se preguntaban.

Trataban de recordar si alguna vez le habían dicho o hecho algo que fuera el detonante de que su hijo no confiara en ellos.

Seguramente lo hicieron pero no lo recordaban. Esa era la única explicación para que su hijo guardase ese secreto por tantos años.

Alguna vez creyeron que criar a un hijo con miedo era lo mejor, así estaría seguro en casa.

Parecería que parte de ese errado objetivo se había cumplido, ya que por mucho tiempo su hijo temió confesarles algo.

Era amor, solo eso. Pero por mucho tiempo este creyó que era algo malo, algo por lo que debía avergonzarse y no hablarlo con nadie. Quizás su hijo merecía mejores padres.

-Te quiero mucho- fue lo único que pudo decir Daniela mientras que suavemente depositaba un beso en la frente.

Luca se sentía tan feliz y a la vez tan sorprendido. No hubo bofetadas o palabras de repudio, ni la necesidad de tener que irse de casa de nuevo para no lo separaran de todo lo que amaba. Por fin se sentía libre de aquel peso y lo más importante era que tenía el apoyo de su familia.

-Espero que a Alberto le esté yendo bien- fue lo único que pensaba.

-Espero que a Alberto le esté yendo bien- fue lo único que pensaba

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Alberto caminaba en círculos por todo el patio. Repasaba todas su palabras que diría.

-Papá-llamó Alberto con voz débil.

-¿Qué pasa ,hijo?

-Es algo que debo decirte.

Massimo no quiso alarmarse. Sabía bien que su hijo nunca haría algo de gravedad.

Las manos de Alberto sudaba antes de articular alguna palabra. Cientos de preguntas e inseguridades revoloteaban dentro de su mente:

¿Y si en ese preciso instante dejaba de ser hijo? No quería perder a un papá No de nuevo .

Pero, así como seguían las inseguridades, también se hacían presentes las esperanzas. Aquellas que dicen que nunca se pueden perder por más que todo se sienta perdido.

No podría saber su reacción con puras suposiciones. Solo las sabría hablando.

-Luca y yo.-fue lo que primero que dijo sin temblar.

Al no saber cómo dar ese tipo de noticias, Alberto decidió decirla de una sola vez y en voz alta.

Hay momentos en nuestra vida en la que sospechamos tanto de algo que cuando lo sabemos de una vez no nos genera mucha sorpresa. Esa era la situación de Massimo.

Sabía bien que su hijo estaba enamorado. Eso era más que obvio. Y a decir verdad tenía una leve sospecha de que se trataba del muchacho Paguro.

La sospecha tenía como base de que ambos se volvían más cercanos con cada verano que pasaba. Además de que no miraba a nadie de la forma en la en que lo  miraba a él. Lo que daba lugar a pensar más de aquella cercanía. Si, hacer un juicio sin las pruebas suficientes está mal, eso lo sabía bien. No era correcto emitir un veredicto sin siquiera contar con las palabras de Alberto quien era el único que podía afirmar si había algo o no.

Y al no contar con los elementos suficientes no quedaba otra opción que decir que lo único que había entre ellos era...una amistad muy cercana sin nada romántico de por medio.

Quería tanto que su hijo confiase en él. Pero ¿Cómo confiar en alguien que podría ser la primera persona en juzgarte? Y en parte era cierto pues si en caso de que Alberto no sintiese nada romántico por Luca habría hecho mal en pensar que había algo más simplemente por la cercanía que ambos compartían. Mentiría si no dijera que en muchas ocasiones quiso preguntarle si sentía algo más por su supuesto mejor amigo.

Como padre sabía que debía ser capaz de aceptarlo . Pues a fin de cuentas la vida era de Alberto y solo de él dependía vivirla.

Si, su hijo era diferente. Siempre lo había sido.
Pero no había nada malo en eso pues eso lo hacía especial. Todas las personas eran diferentes.
Su hijo siempre contaría con su apoyo para ser el mismo. En lugar de este viviera una vida infeliz complaciendo a todos engañándose a sí mismo.

-¿Por qué tardaste tanto en decírmelo?

-Tenía miedo, de que ya no me quieras, temía decepcionarnte, de que ya no me considerarías tu hijo.

Si es que es hubiese llegado a ocurrir de todas formas Alberto seguiría considerándolos su padre el mejor que había tenido.

-Creo que ambos llegamos a juzgarnos, la diferencia es que yo si acerté.

De nuevo guardó silencio. Así como su padre notó lo que pasaba entre él y Luca, si duda también todos los demás. Al parecer su secreto no era tan secreto como él creía.

- Pase lo que pase siempre serás mi hijo, siempre te querré de la misma forma lo que quiero a tu hermana.

-Yo... yo- balbuceó, había hecho mal en pensar mal de su papá.

-Adelante.

-¿Cómo?

-Vive lo que tengas que vivir con Luca. Sé que ambos tienen miedo por como son las cosas ahora pero tengan el valor de afrontarlas juntos. Que entre ustedes no exista un tal vez, quizás o probablemente, sino un si definitivo. Sabes me pone feliz que hayas encontrado el amor con un buen chico que te ama como tu lo amas a él.

Inevitablemente lo abrazó en agradecimiento, la calidez de ese contacto podía compararse al primer abrazo que habían compartido.

Siempre había tenido una mirada de rechazo o decepción en su padre. Sorprendentemente ahora tenía la opinión y aceptación de quien más le importaba.

Como si se tratase de una luz roja que le indicaba que siguiera el camino, un camino que recorrería con Luca.

Quizás el próximo verano /LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora