Capítulo 22- Estoy enamorada de ti

10 1 0
                                    

Hola :D

Solo les diré algo...prepárense porque se viene lo bueno.

Y...nos vemos el sábado o domingo.

Risas malvadas.

***

Los días han pasado muy rápido, la rutina se volvió normal. De la casa para la playa, de la playa para las calles de el hermoso Santorini. Todo se volvió muy normal y aburrido, sin besos ni nada. Hoy regresamos a París. El jet ya ha despegado, como de costumbre Gabriel va dormido en la habitación y yo leyendo un libro. Después de dos horas llegamos a París, cada quien se va a casa.

Cuando entro a mi pent-house todo esta como lo deje, excepto algo.

Daniel casi me mata de un susto cuando baja las escaleras corriendo.

-Joder, Daniel. No aparezcas así otra vez, me mataras de un susto- pongo una mano en mi pecho dramatizando el momento.

-Hola, yo también estoy feliz de verte, cariño.

De repente se lanza encima de mi dándome un abrazo que correspondo.

-¿Qué? ¿Me extrañaste, bicho?

-Claro que sí, señorita unicornios- dice cuando ya se ha separado de mí.

-Ya que estas aquí, ayúdame a subir mis maletas.

-Vale- acepta después de golpear el suelo con su pie.

Subimos las maletas, desempaco todas mis cosas, las pongo en cada lugar correspondido mientras hablamos con Daniel de los viajes. Me cuenta que su madre quería que fuera por que su abuela estaba con un pie en la tumba, primero le dio la mejor regañada de su vida, le dijeron que lo aceptaban como era, y que siempre podía confiar en ellos y que tendría el apoyo de cada uno. Resulta que el no sabia que le había pasado a la abuela, entonces se le ocurrió preguntar. La abuela había estado en un incendio y pues ya saben, el humo, esa fue el motivo por el que estuvo dos semanas en el hospital, dice que es un drama entero, por que la abuela esta en perfectas condiciones. En pocas palabras solo fue a un encuentro con su familia.

Le cuento el drama de mi viaje, mientras vamos al cuarto de lavandería a lavar la ropa que utilice, mientras le hecho detergente a mi ropa le cuento a Daniel lo que paso en la piscina, y este no tarda en soltar chillidos que me dejan sorda y dar saltitos repitiendo "Le gustas" "va a ver boda" como un crio.

Preparamos la cena juntos mientras seguimos hablando, casi no comemos por hablar, después hacemos un poco de té y nos sentamos en el sofá, si, a seguir hablando. Cuando ya son las doce de la madrugada nos vamos a mi habitación, vemos una película, hablamos otra vez como señoras. Daniel se queda a dormir, como de costumbre en mi habitación.

Cuando despierto me encuentro casi encima de Daniel que esta boca abajo, miro nuestras piernas y están entrelazadas de una forma extraña que hasta me asusta, un brazo de él toma con firmeza mi cintura, tengo un brazo casi encima de su cabeza, siento en mi mejilla algo húmedo, paso mi mano y veo que es un hilillo de baba.

-Daniel.

-¿Qué?

-Muévete.

-No puedo.

-¿Por qué?

-Mi cuerpo tiene un calambre.

-El mío también.

-¿Qué hacemos.

-Intentare levantarme.

Intento desenredar mis piernas de las suyas, pero no lo logro, Daniel suelta un quejido.

-Cuidado con mis hermosas piernas.

-Ja, ja.

Después de diez minutos, logramos levantarnos y estirarnos. Salimos a buscar que desayunar a las calles de París, ninguno de los dos quería cocinar. Llevamos un arma por cualquier cosa, el chico que nos ha estado vigilando tiene que seguir haciéndolo, la sensación de que me observan sigue ahí. Sali del país sabiendo que le daría libre para sacar cualquier cosa o meter cualquier cosa a mi departamento, pero no lo hizo. Igual no me importaba estar expuesta al peligro, tenia que hacer ese viaje, por Gabriel.

Desayunamos y nos vamos a comprar unas cuantas cosas, el día entero se nos pasó volando.

Una semanas después.

No he hablado con Gabriel en una semanas. Ni siquiera ha intentado comunicarse conmigo, y claro yo tampoco con él.

Estoy acostada boca arriba en mi cama, revisando mi celular a cada nada, esperando un mensaje del que se ha metido en lo mas profundo de mis pensamientos.

Cuando menos me lo espero, la notificación de un mensaje llega. Gabriel.

Gabriel: Necesitamos hablar.

¿Hablar? ¿paso algo?

Camille: Bien ¿En dónde?

Gabriel: Estoy en el parque que está enfrente de tu edificio.

Camille: Ahora salgo.

Tomo mi abrigo y bajo en el elevador. El viento golpea mi rostro cuando cruzo las puertas del edificio. Entro al parque y localiza a Gabriel sentado en una de las bancas del parque, su expresión está completamente gélida, cuando me ve se suaviza. Le doy una sonrisa de boca cerrada, el me la devuelve.

-Hola, Gabrielito.

-Ya me estoy acostumbrando a que me digan así.

-¿Qué pasa?- voy directo a lo que venía.

-Sígueme- entonces se levanta, me toma de la mano y empezamos a correr. No entiendo nada, pero me dejo llevar. Paramos hasta que estamos enfrente de una casa que se ve algo antigua. Entramos con una llave que tiene Gabriel, subimos las escaleras que nos llevan a un tejado.

-¿Por qué me traes aquí?

-Mira, cariño- me muero, le ha salido tan natural. Toma mi mentón y lo gira par que regrese la vista al frente.

Vemos todo Paris desde aquí.

-Ven, siéntate- me toma de la mano y nos sentamos a la par del otro.

-¿De qué hablaríamos?

-Solo fue una excusa para traerte aquí- me da una sonrisa cálida y dulce que hace que me derrita.

Nadie dice nada, el silencio es cómodo y eso me gusta.

Estamos viendo la torre Eiffel, desde el punto donde estamos se ve increíble, él esta a la par de mi y ambos tenemos la vista fija en aquella torre, de la nada siento que él me pasa un brazo por encima de los brazos y me apega más a él, estar con el me hace sentir de una manera extraordinaria, creo que estoy sintiendo algo más fuerte por él.

Eso me asusta, esto realmente me asusta, nada bueno paso cuando sentí algo por alguien, pero tengo que hacerle saber lo que empiezo a sentir, mis nervios se hacen presentes y estoy dudando mucho en si decirlo o no, lo tengo que hacer.

Él está viendo Paris sin ninguna expresión, siente que lo observo y voltea a verme con una sonrisa torcida.

-¿Crees que ha sido una buena idea venir?- dice viéndome fijamente lo que hace que mi pulso se acelere.

-sí, ha sido una muy buena decisión- le digo elevando las comisuras de mis labios.

Que se jodan todos, le diré lo que siento.

Hablo después de unos minutos, sigo debatiendo en hacerlo o no. Lo haré.

-Gabriel- farfullo - quiero decirte algo, bueno, tengo que decirte algo.

-Dime- me ve con preocupación y duda.

Mis manos en mi regazo empiezan a sudar un poco, mi corazón va a toda velocidad.

-Creo que estoy empezando a sentir algo más- sus labios se abren ligeramente, me ve sorprendido, pero no dice nada. Con todas las fuerzas que me quedan continuo y lo digo.

-Estoy enamorada de ti.

Amores FantasmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora