Epílogo

7 2 0
                                    

Absolutamente nada salió cómo yo pensaba. Siempre imagine un cuento de hadas, pero todos sabemos que no fue así, oh no, todo dio un giro muy inesperado. pero como dijo mi madre "todo pasa por algo". El corazón roto sana con el tiempo. Tú salud mental también lo hace, pero..., algo me quedo de experiencia, bueno, más bien, muchas cosas me quedaron de experiencia.

En los años de vida que tengo, he aprendido muchas cosas, también he cometido muchísimos errores. Pero somos humanos, nadie es perfecto. Por más que intentes fingir ser perfecto, no lo eres.

Pensé que Gabriel era mi lugar seguro, le tenía confianza, si, pero cómo ya ven lo que paso. Me di cuenta que; no necesitas a alguien para ser feliz, no necesitas algo material para ser feliz, muchas personas hay que lo tienen todo, pero a la vez nada, por que están vacíos. Yo no voy a ser infeliz porque no tengo algo que quería, porque no estoy con quien quería, no, yo seré feliz a mi manera, por que la felicidad no son cosas materiales.

A veces me pongo a pensar "¿por que me paso esto a mi?", pero después recuerdo lo que siempre repite mi madre. Pensé que Gabriel era diferente, pensé que Elliot era el amor de mi vida, pero realmente eran solo pensamientos vagos. Nunca estuve enamorada de Gabriel, mucho menos de Elliot, tal vez me enamore del físico de ellos, pero nunca de cómo eran, ambos tiene sus errores, si, pero nunca me enamore completamente de ellos.

Cuando me paso eso, pensaba que me iba a quedar sola por toda la vida, pero después recuerdo que; nunca es tarde para conocer a alguien, nunca es tarde para enamorarse, cómo dicen muchos; "es mejor tarde que nunca". Y es cierto, es mejor esperar, tener paciencia, las cosas llegaran a su momento.

El sonido de una llamada entrante interrumpe mis pensamientos. Frunzo el ceño. ¿A quien están llamando?. Me encuentro en la sala de mi casa, tumbada boca arriba. Le grito a Daniel que está en la cocina.

-¡Daniel! ¡creo que te llaman!

Él también me grita.

-¡Ese no es mi tono! ¡es el tuyo, estúpida!

Y ahí me doy cuenta que; efectivamente es mi tono. Veo la pantalla.

Llamada entrante de Adrien.

Oh no. Mi padre. Contesto con los nervios a flor de piel.

-Hola- hablo.

-Camille- su voz hace que me entren ganas de llorar de rabia.

-Adrien.

-Dile al recepcionista que me deje pasar- y ahí es cuando se me acelera el corazón. ¿Esta aquí?

-Comunícame con él- digo tragándome los nervios.

-Hola- dice Martin.

-Déjalo pasar, es mi padre.

-Bien.

Y cuelga. Joder, joder. Entonces empiezo a dar vueltas cómo loca. Subo corriendo a mi habitación. Me pongo unos pantalones marrones, una blusa manga larga beige, y unos mocasines negros. Me hago un moño bajo, mientras bajo corriendo las escaleras. Y si se preguntan que si pude cambiarme en tres minutos, así es, ni yo sabía que podía hacerlo. Cuando piso la sala, las puertas del elevador se abren. De el sale mi padre.

Mi padre. Aún se ve cómo la ultima vez que lo vi, aunque se ve un poco más viejo. Lleva un smoking marrón y beige. ¿por que tenía que ponerme los mismos tonos? sus ojos castaños se chocan con los míos, su piel blanca, cabello negro. Se le ven unas cuantas arrugas.

-Camille.

-Buenas noches. Toma asiento- lo invito a sentarse. Lo hace.

-¿Cómo estas?

Amores FantasmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora