"Dentro de mí había una voz que me decía que los mejores momentos vienen después de haberte casi muerto de tristeza"
-Jarhat Pacheco
El avión había aterrizado hacía una hora, sin embargo nos habían mantenido aquí por razones desconocidas, mi nueva compañera de viaje, Ivet, estaba desesperada, la ansiedad se la comía al no saber que estaba sucediendo.
Por lo menos ella sí entendía que decían, a mi alrededor solo se escuchaban muchas palabras en Italiano que no entendía, además el niño detrás de mí había vuelto a llorar, así que el padre había declarado en voz alta que iba a ir al baño, hacía media hora.
—Tal vez el padre se tiró del avión y murió o algo, seguro por eso no dejan bajarnos, están levantando el cuerpo —dijo Ivet con una pequeña sonrisa.
—Espero que el hombre esté bien —dije sincera observando al niño limpiando sus mejillas llenas de lágrimas.
—Lo sé, lo sé, ojalá que esté bien —murmuró Ivet, luego me indicó que me levantara con ella.
La seguí por el pasillo con mi gran mochila, golpeando sin intención a algunas personas por el camino, susurre disculpas constantes hacia lado y lado, intentando seguirle el paso a la mujer que iba muy decidida hacia la cabina del piloto.
—Ivet ¿qué estás haciendo? —susurré desesperada al ver sus intenciones—. Ivet, Ivet por el amor de Dios ¿qué haces?
—Apuesto a que el piloto me tendrá que decir que está pasando —ella me dio una sonrisa tranquilizadora que solo me preocupó más.
—Creo que es una mala idea, una pésima —intenté frenarla en vano, seguíamos avanzando—. Nos van a meter a la cárcel Ivet, no lo hagas.
Ella soltó una pequeña carcajada y paró al llegar a la aparente cabina del piloto, las personas de clase alta nos miraban sorprendidos. Intenté esconder mi cabeza bajándola y solo mirando al piso.
Abrió la puerta de la cabina y entró tranquilamente, ¿Por qué no había nadie deteniéndonos?, ¡Alguien que detenga a esta loca! ¡Por el amor de Dios! ¿Dónde están todas las azafatas de este vuelo?
—Disculpe, Capitán vengo a preguntar sobre la demo...—ella se detuvo en seco provocando que chocara con su espalda, me puse en puntitas para ver que estaba sucediendo ahí delante.
Un hombre alto y barbado nos observaba del lado delantero del avión, con uno más joven a su lado, uno aparentemente de mi edad, con una creciente barba, ojos profundos y cabello azabache bajo su sombrero de copiloto.
—Ivet sei tu? —susurró el hombre sorprendido.
—Sono io —el más joven de ellos se acercó a nosotras con su ceño fruncido.
—Disculpe señora ¿quién les dio permiso de venir? —preguntó el tipo con una voz gruesa.
—Yo —afirmó el piloto, claramente mintiendo—. Yo las mandé a llamar Caleb, se acabó tu turno, mañana a las siete aquí en el aeropuerto, por favor.
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El Espacio Entre el Cielo y la Tormenta (BORRADOR)
Romance¿Cuánto espacio hace falta para encontrarte? ¿Cuántas tormentas has pasado y para cuantas más estás preparada? La vida es, en sí, un cúmulo de fenómenos meteorológicos, a los que, si tienes suerte, puedes sobrevivir, pero, ¿Cómo hacerlo sin morir...