"El pasado es solo eso: pasado. Por delante están los mejores años por descubrir. Si eres capaz de dejar el pasado atrás, de superarte, de recuperar tu estima, de darle valor a tu vida y a tus sueños, podrás sentarte a la mesa y comer el postre tranquilo."
-Entre Letras
Faltaban tan solo dos días para que empezara diciembre, y por lo menos dos semanas para que empezara el invierno oficialmente, sin embargo, parecía verano por el sol que me estaba matando justo en aquel momento.
Estaba terriblemente cansada, llevábamos caminando por lo menos una hora, y el agua ya se había acabado porque Elijah se la echó encima a Ethan.
Casi podía visualizarme en mi cómoda cama, viendo películas y comiendo un poco de helado dietético, mientras que lloraba porque jamás tendría un amor así.
—¿Cuánto hace falta? —pregunté quejándome y sentándome en una roca que estaba al lado del camino en el que estábamos.
—No sabía que fueras tan perezosa, Romita —comentó divertida Azura.
—¡No soy perezosa! —refunfuñé y me crucé de brazos—. Solo soy un ser humano normal que quiere quejarse de lo estúpido que fue su novio mientras que ve una película y le escribe mensajes de cuanto lo odia, no estar caminando para "despejarme" —dije yo haciendo las comillas con los dedos.
Ethan rio, tendió su mano hacia mí y me ayudó a ponerme de pie, haciendo que todos volviéramos a caminar a paso rápido mientras que Haruki nos daba porras y bailaba.
No entendía como podía tener tanta energía todo el tiempo, era como un pequeño hámster que todo el tiempo bailaba, hablaba, reía, cantaba y jamás parecía cansada, me preguntaba como seria verla borracha.
Suspire intentando darle aire a mis pulmones al ver que tendríamos que empezar a subir una gran pendiente, me sentía escalando el Monte Everest.
—Vamos Roma por el amor de Dios este es el último tramo, te lo prometo —me dijo Kathleen dándome una mirada suplicante.
Rodee los ojos en respuesta y tome la maleta de Ethan, para que él prácticamente me llevara con su fuerza e impulso, lo habíamos hecho las tres anteriores pendientes y no se había quejado.
—¿No se supone que participabas en carreras de atletismo en Nueva York?— curioseo Atlas que iba con Izan totalmente tranquilo y acostumbrado a estas tortuosas caminatas.
—Maratones —corregí y vi como Elijah rodaba los ojos—. Si, antes de tener asma crónica solía ganar muchos premios con mi escuela, inclusive participé en una de Nueva York a Nueva Jersey, fue tremendamente divertido.
—Eso es genial —acotó Azura.
—Así que ¿ya no corres? —preguntó Ethan que subía con impulso para llevarme con él.
ESTÁS LEYENDO
El Espacio Entre el Cielo y la Tormenta (BORRADOR)
Romance¿Cuánto espacio hace falta para encontrarte? ¿Cuántas tormentas has pasado y para cuantas más estás preparada? La vida es, en sí, un cúmulo de fenómenos meteorológicos, a los que, si tienes suerte, puedes sobrevivir, pero, ¿Cómo hacerlo sin morir...