"En nuestros locos intentos, renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser"
-William Shakespeare
Terminé de lavar la camisa de Ethan ya sin esperanzas de que él volviera a parecer en el baño, no tenía idea de que había pasado los últimos segundos, pero no podía dejar de analizar cada movimiento que había hecho, intentando notar si había sido correcto o, sin querer lo había incomodado en exceso.
Suspire mientras asomaba mi cabeza por la puerta para asegurarme de que ninguna persona estuviera fuera, y así, nadie notara que estaba en el baño de hombres con la camiseta mojada de Ethan en mis manos.
Cuando era niña solía pensar que todos los adultos eran gigantes de estatura, pero pequeños por dentro, y casi me parecía poder confirmar eso a mi pequeña versión de cinco años sin los dientes delanteros y a la que le decían "sucia" por su piel.
Me parecía que, si bien, muchas veces somos personas grandes por fuera, que parecen tener una coraza de metal, que parecen perfectos, sin dolor, sin sufrimientos, sin ese tipo de problemas, nada de ello es cierto.
Entre más grandes nos volvemos perdemos algo que, a mi parecer, es una de las cosas más importantes en sí para un ser humano, la vulnerabilidad. La vulnerabilidad se convierte, mientras pasan los años en un simple signo de fragilidad, y, bien es sabido que alguien frágil no sobrevive en una sociedad en la que el pensamiento es, "el más fuerte es el ganador".
Así lo es, un pequeño niño está lleno de vulnerabilidades, está lleno de pequeñas cosas maravillosas, de verdades sin filtros, de libertad con sus gustos y pensamientos, con orgullo por ser quienes son. Ellos no sienten vergüenza, claro que no, ellos vienen a mostrarte ese horrible dibujo como si fuera una obra de arte del calibre de Van Gogh, están orgullosos, y tienen un sentido de vulnerabilidad que cualquier adulto debería admirar y desear.
La vulnerabilidad es la muestra de que hay un alma que siente. Porque nadie es humano si no siente. La vulnerabilidad es el agua más cristalina que puede emanar un alma.
La vulnerabilidad es un paraíso dentro de cada persona, y, cuando alguien te permite ver su vulnerabilidad, te abrazas a ella, la conviertes en tu adoración, en tu mayor pieza artística, se vuelve la muestra más pura de amor.
Entonces yo vi la vulnerabilidad de André. Pero la vi de la forma incorrecta, la vi de la forma en la que su completo él y también su vulnerabilidad sobrepasaron mis propios límites, él se volvió más importante que yo, más importante que cualquier cosa.
Cuando encontré aquel tesoro, pensé que debía esforzarme por merecerlo, porque era nadie, y ¿Cómo alguien que es nada puede merecer el alma de alguien que es todo?. Me dejé cegar por esa imagen maravillosa de André, porque yo era la mujer que conocía todo lo que él era.
Porque pensé que cuando estaba ebrio era vulnerable para bien. Decidí que yo debía valer la pena. Tenía que ser suficiente para él.
Porque cuando lo vi partirle la cara a un hombre por defenderme a mí y hacer saber que era suya pensé que me amaba. Supe que debía valer la pena.
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El Espacio Entre el Cielo y la Tormenta (BORRADOR)
Любовные романы¿Cuánto espacio hace falta para encontrarte? ¿Cuántas tormentas has pasado y para cuantas más estás preparada? La vida es, en sí, un cúmulo de fenómenos meteorológicos, a los que, si tienes suerte, puedes sobrevivir, pero, ¿Cómo hacerlo sin morir...