"A veces decidir quién eres es decidir quién nunca volverás a ser."
-Ron Israel
La organización del evento era una locura, y faltando aún una semana para el festival ya había por lo menos cincuenta personas habitando la casa.
Todos amables, diferentes edades, nacionalidades, gustos y aspecto. Pero todos con algo en común, además de su evidente gusto por el arte, todos compartían el mismo idioma, el inglés.
Suspiré y arreglé un poco mis pestañas mirándome en el espejo, hoy era especial, no para nadie en específico, pero sí para mí.
Hacía unos tantos días había descubierto una parte vieja de una de las bodegas, consulté con Irisha, y si quería disponía de ella.
Había de todo, pinturas, pinceles, instrumentos raros, lienzos, y cajas llenas de libros con teoría del arte. No podía negar que a pesar de que intentara odiar el arte corría en mis venas.
Así que iba a intentarlo, intentar pintar, si tal vez lo lograba podría presentar algo en el festival. Aquello me ponía los pelos de punta.
Cuando era pequeña mis paredes estaban inundadas de color, mis padres las habían pintado, además de dibujos. Mis primeros años estaban a estallar de imágenes de una pequeña versión de mi llena de pinturas y con pequeños delantales en el estudio de mis padres.
Siempre había rondado en mi vida el arte, mis abuelos habían sido ganadores internacionales de muchos premios de baile, mis padres pintan grandes cosas desde que tengo memoria, mi padre creaba las esculturas más increíbles que había visto una pequeña niña de cuatro años y en el fondo de mi corazón el solo ver un pincel despertaba algo extraño en mí.
Sin embargo, había intentado suprimirlo, obligarme a dejarlo, tal vez por el hecho de que de cierta forma aquello me ligaba a mis padres de forma definitiva, como aceptar que era de ellos y como ellos y eso asusta cuando has pasado la mitad de tu vida intentando odiarlos por abandonarte a una corta edad.
Pero quería intentarlo, tenía tantas ganas de dejar todo atrás que hasta yo misma estaba asustada.
—Buenos días, señorita —dijo la voz de Ethan desde la puerta de mi habitación. Sonreí y dentro de mí algo se revolvió.
—Buen día, Ethan —conteste mirándolo por el reflejo del espejo, él miraba la correspondencia fijamente apoyado en el marco de la puerta.
—¿Qué tal tu noche? —dijo despreocupado, sentándose en mi cama sin levantar la mirada, empecé a peinar mi pelo mientras lo observaba hacer una mueca por algo que leía—. ¿Pensaste mucho en mí? —observé cómo me miraba con una sonrisa egocéntrica, me observaba por primera vez en el día y me frustré al confirmar que sus ojos seguían haciéndome aquello.
—La noche estuvo bien, empiezo a sentir el frío, y no, lamento informarte que no pensé ni un segundo en ti —hice una mueca como si lo lamentara y me encogí de hombros.
Mentira. Todo era una ruin mentira, Ethan y el saber que estaba a una habitación de distancia fue todo lo que pensé en la noche. No paraba de dar vueltas como cada día, pero en esta ocasión era extrañamente diferente, era como si por mi mente se pasara un recuento de todas las cosas que habían pasado, como si viera con una lupa de cerca cada cosa para evidenciar si había algo entre líneas que no había visto antes.
Era extraño, casi como un imán, en mi mente y en mí en general, necesitaba estar cerca y definitivamente era algo para lo que no estaba lista, un golpe de suerte, algo que no quería aceptar, pero que no podía detener.
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El Espacio Entre el Cielo y la Tormenta (BORRADOR)
Romance¿Cuánto espacio hace falta para encontrarte? ¿Cuántas tormentas has pasado y para cuantas más estás preparada? La vida es, en sí, un cúmulo de fenómenos meteorológicos, a los que, si tienes suerte, puedes sobrevivir, pero, ¿Cómo hacerlo sin morir...