Capitulo siete: ¿Eres la chica del hospital?

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Aria se dejó caer como pez muerto sobre la cama de su bonita y cómoda habitación. Antes le había dado una vuelta a toda la instalación y era realmente buena. El baño estaba en perfecto estado y hasta perfumado. Las sábanas eran de color rojo y blanco en compás con la época y la ventana a la derecha de la cama lo suficientemente grande como para sacar la mitad de su cuerpo para ver la nieve. En resumen, era una habitación del tamaño perfecto para una persona, cómoda y llena de un ambiente hogareño sumamente agradable en un clima tan frío. Incluso había una televisión sobre la pared enfrente de la cama, donde estuvo segura de que pasaría tiempo viendo maratones de películas navideñas durante la noche. Después de permanecer varios minutos con los ojos cerrados en completo silencio sin haber desempacado todavía, volteó hacia la ventana y abrió los ojos, repentinamente ansiosa ante la idea de que Liam estaba justo un piso abajo. 

Ya había asimilado la idea de que volvería a verlo inevitablemente mientras se quedara en ese lugar y ya que era pagado por el premio que Ester había ganado no pensaba moverse. Después de darle unas cuantas vueltas a los recuerdos de esa mañana se sintió repentinamente nerviosa ante la idea de volver a encontrarse con aquellos ojos que no tenían el más mínimo problema por ver dentro suyo y eso la hizo sentarse sobre la cama con el ceño fruncido. No entendía por qué le importaba tanto algo tan simple por lo que se regañó así misma. 

-No seas inmadura Aria. Sigues debiéndole mucho. – se dijo para sí. - Ahora ve abajo, vuélvete a disculpar por pensar que era un psicópata acosador y agradécele una vez más. Sí, así ya no me sentiré culpable. 

Porque lo que la mantenía tan pendiente de él era la culpabilidad ¿Cierto? 

Por supuesto que no era por lo mucho que le encantaron sus ojos o su sonrisa. Para nada. 

Asintiendo se puso de pie y se encaminó hacia la puerta pasando cerca de un pequeño espejo colgando de la pared; entonces notó que su cadena plateada estaba oculta debajo de su sueter rojo así que lo sacó dejando a la vista el dije de copo de nieve que colgaba de ella. Mirando su reflejo lo acarició entre sus dedos y soltó un diminuto respiro profundo.

-Eres demasiado bueno Dios. – murmuró de repente al pensar en todo lo que había sucedido para finalmente estar aquí, cumpliendo un sueño que había anhelado en su corazón por tanto tiempo, por toda una vida. -  "Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón." ¿Verdad? ¿Qué más estás planeando? – agregó con una ligera sonrisa. Sintiendo que empezaría a vivir la respuesta, dio media vuelta para encaminarse hacia su puerta y finalmente dejar su habitación. 

***

-Nanana... - canturreaba una voz dulce.

Aria prestó atención a aquel villancico tatareado mientras bajaba las escaleras y se asomaba por la sala de estar. Era una posada muy linda pro fuera pero también preciosa por dentro. Los sillones, el televisor, las decoraciones navideñas en todas partes, el árbol, la chimenea, la cocina, todo lucía como una casa cálida, cómoda y muy familiar por las muchas fotos colgadas en la pared. Al llegar al primer piso se dio el debido tiempo para echarles un ojo con más atención. La mujer de antes, la madre de Liam, sonreía en una junto a un hombre, agarrados de la mano frente a la posada. Parecía muy vieja porque ellos se veían jóvenes y la posada era diferente. En la siguiente, también estaban ellos pero ya no solos, ahora cargaban un bebé en brazos mientras sonreían con los ojos brillantes. Una sonrisa ligera se pintó en los labios de Aria por reflejo. En la siguiente ya no había un bebé, sino tres niños, el más pequeño en los brazos de su madre, una niña trepada en la espalda de su padre y los más grande, una niña y un niño agarrados de una mano a sus padres y de la otra entre ellos. Una gran familia, tierna y graciosa. 

Te lo dije: "Todo estará bien"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora