Capitulo veintiseis: Es hora

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La siguiente semana se pasó mucho más rápido de lo que alguno esperaba. Los hilos de la herida de Aria se fueron antes de la fecha establecida porque Connor fue de visita por navidad varias veces y terminó quitandoselos él mismo. John no se movió del sofá. No paraba de leer el libro de estrellas que Liam le había regalado. A Aria le sorprendió que supiera leer siendo tan chiquito pero no era el caso de los Kringle. "Ya críamos a uno de esos", le había dicho Margot con una sonrisa y bueno, se había convertido en un buen hombre, no en un gran hombre, que sí me preguntan a mi, es mucho mejor.

Los días para disfrutar Canadá eran cada vez menos. Para cuando Aria y sus amigos se dieron cuenta, pasado mañana era treinta uno de diciembre, ellos partirían el primero de enero.

-Ve haciendo las maletas. - le aconsejó Félix. - Siempre te llevas más de lo que trajiste contigo cuando sales de viaje. Y sé que te llevarás medio Canadá en tu maleta.

-No compré tantas cosas. - le aseguró la castaña cruzándose de brazos. Su mejor amigo la miró con una ceja alzada. - Bueno, quizá unas cuentas, sí.

El moreno rodó los ojos mientras negaba y se acercó para darle un pequeño abrazo a la castaña. Aria se lo devolvió algo extrañada por el repentino gesto y aún sin soltarla, continuó hablándole.

-Sé que te llevas más en el corazón que en la maleta. - dijo haciendo que su amiga apoyara la barbilla en su hombro. - Y créeme que yo no podría estar más feliz por ver lo que este país, o mejor dicho, esta casa te ha dado.

-Fue Dios, Felix. - le corrigió la castaña con cariño en su voz. - Dios me trajo aquí, he empezado a comprenderlo. Él me guío a hasta esta familia para cambiarme con ellos. - se separó para mirarlo a los ojos y sonreír. - Creo que nunca te di las gracias correctamente.

-¿Por qué? ¿Por el premio? Eso fue Esther.

-No, por ti, por simplemente aparecer en mi vida y no irte Félix. - le dijo sincera. - Fuiste la primera persona después de Dios al que le abrí mi corazón y lo aceptaste dándome a cambio tu preciosa amistad. Esther y tu son mi familia y te amo muchísimo ¿Lo sabías? Gracias por quedarte, por no solo hablarme de Cristo sino llevarme hacia Él y por siempre querer lo mejor para mí. Al conocerte me di cuenta de que todos necesitan a un Félix en su vida y yo soy muy feliz de tener al mío.

El moreno la contempló antes de esbozar una de las más hermosas sonrisas que cualquiera le haya visto. Le dio un beso en la sien y volvió a envolver en brazos a Aria pero esta vez con fuerza, con montañas de cariño. - Yo no soy tan generoso como tú, estoy a punto de negarme a compartirte. - respondió haciendo que Aria riera. - Tú fuiste la que apareció para hacer de mis días más especiales. Yo también fui bendecido al conocerte, no te equivoques. Eres parte de mi hogar, de mi mejor compañía, mi mejor amiga, mi hermana. Te amo muchísimo más y nunca dejare de querer lo mejor para ti. No sé a que viene esto pero sea lo que sea, gracias Aria. El afortunado de tenerte, créeme, soy yo.

Aria fue estrujada de nuevo entre risas para luego separarse y estirar su brazo para despeinar el cabello de rizado del moreno y sonreír. Dios había sido bueno con ella, nunca se cansaría de decirlo, se lo había dado a él y a Ester, amigos más fieles que un hermano, de esos a los que Dios se refería.

-¡Félix! ¿Has visto el sombrero que compré para tu mamá? - exclamó Ester desde su habitación, revolviendo sus cosas de aquí para allá porque tampoco había comprado poco. - ¡No lo encuentro!

Aria sonrió rodando los ojos mientras Félix suspiraba. - Esa es mi señal. Te avisaré si regreso vivo.

-Exagerado. - le dijo la castaña golpeandole el brazo mientras se separaban. - Bien sabes que amas a esa dramática.

Te lo dije: "Todo estará bien"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora