Dylan (1)

279 15 8
                                    

Toda mi vida me he criado entre hospitales, médicos de un lado a otro, pacientes de una esquina a otra, mascarillas por aquí y mascarillas por allá. Todo se me ha vuelto demasiado cotidiano, es como si viviese en ellos, de hecho estoy seguro de que he pasado más tiempo en una sala de hospital que en mi propio cuarto. Y lo peor de todo es que ni si quiera era yo el paciente.

He estado en muchos hospitales, pero ahora parecía haberme asentado en uno definitivamente, todavía no lo conocía bien pero tenía esa sensación de que aquí al menos tendría un poco de paz.

Mi hermana Carly y yo nos mudamos apenas dos semanas atrás, veníamos desde Nueva York, ambos nacimos y nos criamos allí y ahora nos habíamos mudado a Brooklyn donde nos habían dicho que un hospital a las afueras parecía estar desarrollando un tratamiento positivo ante la enfermedad de mi hermana.

Mi padre nos abandonó cuando teníamos once y cinco años quedándome así, yo sólo al cuidado de mi hermana, porque por aquel entonces mi madre estaba en las últimas fases de su enfermedad, y apenas podía moverse de la cama.

Mi vida nunca ha sido muy fácil que digamos, todo este tiempo he estado recibiendo el dinero de mi padre, y se podría decir que nunca me ha faltado de nada, él nunca ha estado a nuestro lado pero cuando cumplí la mayoría de edad adquirí la custodia de mi hermana y el derecho a pedirle a nuestro padre algo dinero para la manutención. Al ser un pez gordo de los negocios no se negó a darnos dinero siempre y cuando no le molestásemos con nada más, por lo que recibíamos al mes una gran cantidad de dinero, el cual nos gastábamos en médicos y hospitales privados.

Tras una racha de golpes bajos, por fin parecía que la suerte nos sonreía, este tratamiento era difícil de mantener pero llevaba doce años apañándomelas para salir de todos los apuros, he ido a colegios públicos y he dormido bajo muchos techos sin la necesidad de gastar dinero, por lo que no tendríamos que preocuparnos por el coste del tratamiento.

Llevaba dos días sin ver a mi hermana, mi trabajo me estaba estresando, por no hablar de la universidad, apenas dormía pero todo valía la pena si con eso podía asegurarnos un buen futuro.

Golpeaba suavemente el mostrador con la yema de mis dedos esperando a que la secretaria buscara la habitación de mi hermana, esto era algo normal en mi rutina. Los primeros días no hacían más que cambiarla de sala hasta que pasado un mes le fijaban en el hospital, por eso siempre que venía a verla tenía que pasarme quince minutos en recepción hasta que por fin encontraban su sala.

"Habitación 232 bloque C" dijo la chica colocándose el pelo oscuro y lacio detrás de la oreja.

"Gracias" mi voz sonaba más grave que de costumbre, me aclaré la garganta intentando no parecer demasiado brusco y me dirigí al exterior para cambiar de bloque. El hospital tenía cuatro edificios diferentes interconectados con pasillos exteriores que daban a un amplio jardín con diferentes flores y plantas. Al otro lado del amplio laberinto de árboles se encontraba el bloque C. No sé si era por mi experiencia en otros hospitales pero conseguí encontrar la habitación 232 enseguida. La puerta estaba entre abierta y llame un par de veces antes de entrar.

"Adelante" la voz de Carly sonaba más animada que nunca, me jodía bastante que a sus diecisiete años tuviera que estar ya internada en un sitio así pero al menos ella no parecía compartir aquel pensamiento conmigo. Siempre que le he ido a ver tenía una sonrisa de oreja a oreja y sus mejillas rebosaban un color rosado que transmitía vida con tan solo mirarlas.

"Pero mira quien se ha dignado a visitarme" Carly apenas tardó dos segundos en incorporarse de la cama y venir hacia mi dando pequeños saltos.

"No te muevas tanto" le exigí con rostro serio, me habría gustado no adoptar esta pose siempre con ella, pero me tocaba hacer de hermano mayor, y si no me preocupaba por ella ¿Quién lo haría si no?

"No seas tan exagerado, si me quedase quieta todo el día entonces mis huesos me dolerían aún más" Ella era como mi madre, tenía los ojos castaños al igual que el pelo y la piel un poco mas oscura que la mía. Vino hacia mi y me abrazó con fuerza, me hubiera gustado abrazarla con la misma intensidad pero tan solo le rodee la cintura con miedo a hacerle daño.

"No deberías levantarte de la cama, tienes que..."

"Oye no empieces con tu típico discurso de hermano mayor, sé que es lo que tengo que hacer y los médicos me han dado unas pautas bastante claras, de entre las cuales no dice nada de que tenga que estar tumbada todo el maldito día"

Cuando la escuché hablar parecía haber envejecido diez años más, pero sin embargo su rostro y cuerpo eran la viva imagen de una adolescente en pleno crecimiento.

"De acuerdo, cambiando de tema, ¿Qué tal estás? ¿te adaptas a este hospital?"

"No he tenido mucho tiempo de adaptarme, me han cambiado de bloque ya tres veces, pero puede que este sea el definitivo" mi hermana se dio media vuelta y se asomó a la ventana. Su habitación daba al jardín lleno de plantas y se podía ver parte del exterior del hospital.

"Bonitas vistas" dije intentando sacarle partido a su cuarto.

"Sí, desde aquí veo a la gente pasar de un bloque a otro, de vez en cuando es interesante" Carly apoyó la cabeza sobre el alfeizar de la ventana y cerró los ojos "Y los días de lluvia son los mejores, el sonido de las gotas de agua contra las hojas de los arboles me pone la piel de gallina"

Sonreí débilmente apretando mis labios intentando oprimir todos mis sentimientos para que mi hermana no se preocupase.

"Echo de menos salir afuera Dylan, notar la lluvia y el sol, la tierra y el viento. Pero aún así estoy feliz, ¿y sabes por qué?" vuelve a abrir los ojos y dibuja una sonrisa entre sus labios "Porque cuando echo de menos algo es señal de que sigo viva, y es algo alucinante, tienes que ser positivo hermanito, todavía no es tarde, ni para mi ni para ti"

Carly se incorporó y me miró a los ojos.

"Alegra esa cara Dylan, siempre que vienes estás serio y yo no quiero verte así, puede que este sea el hospital definitivo, ya podrás hacer una vida normal" Se que mi hermana me lo decía con las mejores intenciones, pero yo jamás podría tener una vida normal estando ella donde está.

"Carly..." La chica rueda los ojos harta de que siempre le intente hacer comprender que todo es más difícil de lo que imagina.

"Ya verás Dylan, encontrarás algo que te haga volver a vivir, tengo fé"

La tarde se me hizo más corta de lo que imaginé, cualquier momento era bueno para pasarlo con Carly, ella era lo único a lo que me aferraba en esta vida. El camino a casa se me hizo eterno, ahora que lo pienso no debería ni llamarlo casa, es un piso que comparto con dos tipos más que ni conozco, es llegar e irme a mi habitación, las pocas veces que he intercambiado palabras con ellos fue cuando me instalé el primer día y cuando me ofrecieron trabajo. Les estaba agradecido de que me lo ofrecieran, de hecho no es el mejor trabajo del mundo pero me ayudaba a mantener el piso, por lo demás no hablaba mucho con ellos.

Tenía dos horas antes de prepararme para ir a la universidad, hoy me tocaba dos clases de media tarde, y apenas había dormido porque llego a casa a las nueve de la noche y me despierto a las cinco para ir a trabajar, mi rutina es un infierno pero me mantiene ocupado a cada hora del día, lo cual agradezco.

Siempre al llegar de la universidad mis dos compañeros ya se habían marchado de fiesta, también eran universitarios pero parecían totalmente pasivos respecto a ese tema. Aprovechaba esos minutos de gloria para ver la tele y cenar solo, después, el cansancio sucumbía mis ojos y me dejaba llevar por el sueño.

Last hopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora