Dylan (7)

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Noelia y yo nos recorrimos el centro comercial unas cinco veces, de arriba a bajo, no habíamos encontrado nada que le pudiese gustar a Carly. Después de las vacaciones tendría que regresar al hospital y no se me ocurría nada que comprarle que le sirviese cuando estuviese allí.

"Cómprale un libro y vámonos" dijo Noelia con voz rasposa. No quería comprarle a Carly algo tan común como un libro, a demás hacía poco le comprado uno.

"Tiene que haber algo" dije en voz baja casi a mis adentros. El año pasado le regalé una sudadera de uno de los grupos musicales que le gustaban, pero ahora que tendría que pasar bastante tiempo en el hospital apenas tendría oportunidad de ponerse algún otro tipo de ropa que no fuese la reglamentaria de los pacientes.

"Un peluche" dijo Noelia rodando los ojos. La chica llevaba toda la mañana arrastrando los pies con pesadez haciendo que nuestra visita al centro comercial resultase aún menos llevadera.

"Dejaron de gustarle los peluches desde hace más de siete años" fui bastante seco porque en aquel momento Noelia no me estaba siendo de mucha ayuda.

"¿Y una guitarra?"

"¿Por qué iba a comprarle una guitarra? Ni si quiera sabe tocarla, a demás no la permiten en el hospital"

"Si que las permiten, sobre todo si las utilizas en las reuniones semanales" Me quedé parado en medio de la multitud y me quedé mirando a Noelia "¿Qué? A mi me dejaron tener una"

"¿Sabes tocar?" dije arqueando una ceja.

"Claro, y podría enseñar a Carly a tocarla" Apreté mis labios en una línea recta y fijé mi mirada en el suelo. Me quedé pensando en la ligera idea de comprarle una guitarra a Carly y que las clases se las impartiese Noelia, al menos eso me saldría gratis.

"¿Dónde hay una tienda de música?" le pregunté a la chica de pelo castaño, quien tenía cara de cansancio pero que seguía manteniendo una sonrisa.

"Es día veinticinco Dylan, todo está cerrado" dijo cruzándose de brazos como si intentase conseguir que le suplicar.

"Venga Noe queda poco para que Carly se despierte" rodé mis ojos esperando a que la chica se diese cuenta de que no estaba para jueguecitos.

"¿Me acabas de llamar Noe?"

"No" dije rápidamente. La chica me sonrió mostrando sus dientes alegremente "¿Dónde hay una maldita tienda de música?"

"De acuerdo, te llevaré a una" sabía que se estaba haciendo de rogar. Noelia se posicionó enfrente mía para guiarme entre la enorme cantidad de gente que había en aquellos momentos.

La gente estaba eufórica, compraban regalos o los devolvían, pero las discusiones eran audibles a kilómetros.

También todo estaba a rebosar de personas vendiendo boletos de lotería o pidiendo donativos para diferentes organizaciones.

"Espera" dijo Noelia. La chica me agarró de la muñeca por sorpresa y me guió entre la multitud hasta quedar frente a una chica que parecía pedir donativos. Su cara me sonaba, su pelo oscuro y todo, la había visto en el hospital.

"¡Noe, ¿Qué haces por aquí?!" dijo la chica con una sonrisa de oreja a oreja.

"Haciendo compras de último momento" dijo Noelia soltándome del brazo una vez que supo que no podría huir de aquel encuentro. "Oh, déjame que os presente, Ann, este es Dylan" La chica de pelo oscuro me tendió la mano y me miró directamente a los ojos.

"Yo a ti te conozco" dijo la chica "Vienes por el hospital a menudo"

"Sí, es el hermano de una amiga mía hospitalizada allí" le confirmó Noelia. Ahora que caía en la cuenta aquella chica era la recepcionista del hospital a la que siempre le preguntaba por la habitación de Carly.

"Ya decía yo, en ese caso no os importará participar en la recolecta de donativos de este año" dijo Ann con entusiasmo.

"Pues..." intenté negarme pero Noelia ya estaba hablando por mi.

"Claro que sí, ¿Qué hay que hacer?"

"Situaros por allí y dejar que os hagan una foto, cada foto es un dólar para la organización del hospital para crear una escuela de personas de deficiencia mental" Noelia fijó sus ojos en mi y quise desvanecerme, pero estaba atrapado. Saqué mi cartera y le tendí cinco dólares a Ann, aunque pedí que solo hicieran una foto.

Un chico con una cámara nos esperaba justo al lado de donde estaba Ann guardando el dinero en una pequeña hucha. Había un fondo verde detrás y una pequeña rama de muérdago. Debía ser coña.

Noelia volvió a agarrar de mi muñeca y tiró de mi hasta quedar justo enfrente de la cámara.

"No pienso besarte" dije intentando no sonar muy borde, pero obviamente no iba a besarla y mucho menos para que me hicieran una foto.

"Eso ya lo se" dijo en una risita.

"Vale chicos, mirad aquí" dijo el chico agitando su mano para que mirásemos al objetivo. Con su mano iba marcando los segundos que quedaban para que nos preparásemos, y en el último instante Noelia se apoyó sobre mi hombro poniéndose de puntillas, haciendo que me inclinara hacia ella para que pudiera llegar a mi mejilla y darme un leve beso en ella.

Noté el flash de la cámara que había captado justo el momento, y después Noelia volvió a su posición.

"No ha sido para tanto, ¿a que no grandullón?" dijo con tono de burla como si hubiésemos cambiado los papeles y ella fuera la adulta y yo el adolescente.

"Llévame a la tienda de Música" dije fingiendo ignorar su anterior comentario, pero Noelia parecía leer más allá de mi seria expresión y se volvió a reír.

Last hopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora