11. Un doloroso secreto

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Dos días después

Noelia

Me vestí de negro luego de los dos peores días de mi vida. Pasé mis primeros días sin mi madre lejos de mi casa, en un lugar solitario. Tirada en mi cama sin hacer nada cuando debería estar de luna de miel. En un punto cero lejos de la ciudad con dos hombres en mi puerta custodiandome.

Era el momento de despedirme de mi madre. Y Adolfo despedirse de sus papás.

-Mi amor... ¿Ya estás listo? -Dije a mi marido.

-Si. Y tú?

-Amor... No es necesario que estés tan endurecido. Yo sé cuánto te está doliendo esto y quiero apoyarte asi como tú me apoyas a mi.

-Es que... Me duele mucho que mis papás estén muertos. Y más me duele de la forma en que se fueron.

-Habla. Suelta todo eso que no te ha dejado respirar estos días. Todo eso que tuviste que guardar para sostenerme a mi.

-¡¡Es que justo estaba volviendo a tener una bonita relación con ellos!! Llevaba años alejado de ellos, pendiente únicamente de mi. -Dijo entre lágrimas- he sido un egoísta con mis padres, nunca estuve para ellos. Nunca les ha faltado nada material. ¿Pero y si les faltó un abrazo mío? Una conversación tranquila. Una mañana dónde desayunaramos tranquilos.

-¿No pienses en eso sí? Su distancia no fue tu culpa.

-Claro que lo fue... Yo estaba tan empeñado en ser el mejor doctor de la ciudad... Luego el mejor doctor del país. Me olvidé de que tenía una familia que también necesitaba mi cariño... Y justo cuando se los empezaba a dar me los arrebataron!!!!! -Cayó en mis brazos desconsolado y no sabía que hacer.

Alguien tocaba la puerta.

-Noelia Adolfo, perdonen que los interrumpa. ¿Ya están listos? Las camionetas ya están listas. Me hablaron para decirme que todo está listo para el cepelio. -Dijo Altagracia.

-Eh si, si estamos listos. -Vi como Adolfo se volteaba para secarse las lágrimas.

-Bueno, vámonos entonces.

En el camino todo fue tan silencioso. Viendo el camino agarrados de la mano Adolfo y yo. Abrazados intentando no derrumbarmos los dos. Llegamos al cementerio y sentí como la tristeza se me metía al cuerpo. Mi mente solo recordaba y recordaba cuando ví a mi madre caer por el balazo y decirme que me amaba.

Llegué hacía la tumba dónde estaba mi madre... Corrección, el cuerpo de mi madre. Esa que estaba ahí agujereada y sin vida no era ella.

Hice la señal para que comenzaran a bajar la ataúd. No esperaba que este momento llegara tan rápido. Todavía no podía asimilar la muerte de mi mamá. Mucho menos esperaba que su despedida fuera así. Con un ejército cuidando el lugar, y sin que sus pocos amigos pudieran despedirse. Solo yo, mi marido y la familia Sandoval...

Sonaban los violines y trompetas como mi mamá me pidió que algún día la despidiera, con música.

Por mi cabeza solo pasaban momentos con ella. Mi primer día de clases. Mi primer cumpleaños que recuerdo. Mis días de logros. Una de las tantas idas al parque con mis papás y mi hermana. Dentro de todo no podía estar tan mal, pues sabía que finalmente mi mamá pudo irse con mi hermana y ahora están juntas.

Ya la tumba estaba abajo y llegaba el momento de tirar las flores al ataúd.

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Guerra Y Amor (La doña 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora