30. La tortura de José Luis

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Altagracia

Había pasado un día de la muerte de Romelia, una de nuestros grandes enemigos como familia. Ayer después de que Regina, Isabela y yo acabaramos con ella celebramos su muerte como una victoria, y como un símbolo de justicia.

También nos encargamos de mandar a alguien al lugar en el que supuestamente está Navarrete, para confirmar o desmentir la situación. Me dispuse a bajar a desayunar en familia cuando me encontré la mesa prácticamente vacía. Mi hija y mi sobrina no estaban y tampoco Regina. Solo estaban Adolfo y Noelia.

-¿Donde está mi familia? Por qué están solos.

-Leon se retiró a contestar una llamada. Mónica e Isabela salieron, parece que se van a encontrar con Camilo y Valentina...

-Claro... Se me olvidaba que esas dos andan de romance. ¿Y Regina?

-Fui a buscarla pero me dijo que prefería quedarse durmiendo... ¿Así que te nos unes a desayunar?

-Si claro

Y estaba servido en la mesa un delicioso plato de huevos rancheros y un poco de fruta. También habían chilaquiles. Realmente perdí la noción de hace cuanto no me tomaba el tiempo de simplemente sentarme a desayunar tranquilamente. Ya había olvidado lo que era la paz... Aunque aún no la tengo completa del todo.

No paraba de pensar en lo que sigue en mi venganza. Ya era el momento de dar el siguiente paso... El último.

Tomé un bocado y León vino corriéndo. Altagracia mi amor, tengo noticias.

-¿Todo bien? Adolfo me dijo que saliste corriendo.

-Si, todo está de maravilla. Acabo de recibir una llamada de Vélez.

-¿El detective que contestaste ayer? Se sabe si es verdad lo que dijo Romelia?

-Si es verdad. Navarrete está en ese motel completamente solo. Aparentemente llegó con un bulto que no deja que nadie toque. Seguramente tiene dinero y armas ahí.

-Igual está solo... No hay nada que pueda hacer contra nosotros.

-Eso si... Ah, y también llame a Karen. Llegamos a un acuerdo.

-¿Que acuerdo?

-Luego verás... Por lo pronto hay que ir por el no? Hay que evitar que se pele.

-Vamos.

Me pare de la mesa y agarre el arma que estaba encima de la mesa de centro.

-¡Esperen!

-¿Noelia que pasa?

-Nosotros también queremos ir.

-¿Que dices?

-Lo que oíste... Nosotros también merecemos un cachito de la venganza.

-Ellos ordenaron la muerte de nuestros padres... Ya Romelia no está, y alguien tiene que pagar. -Dijo Adolfo y estaba desconcertada.

-Bueno... Está bien. Vengan.

-Vayan a la bodega a buscar sus armas. Nosotros los esperamos aquí en la camioneta.

Y así fue, salimos directo hacia la ciudad y ya estábamos al frente del motel. Ahí estaba el auto de Navarrete, lo que nos indicaba que seguía adentro.

Noelia y Adolfo salieron prácticamente disparados.

-Esperense no tan rápido... Que les pasa! No pueden entrar sin un plan.

-A ver... Que se va a hacer.

León prácticamente tomo la palabra y expresó el plan.

-Aqui la prioridad es sacar a Navarrete de ahí adentro vivo, y montarlo en la camioneta. Para empezar pónganse estos chalecos. Tienen airtags ya adentro que están programados. No sabemos si Navarrete nos está tendiendo una trampa. Está muy raro que todo esté calmado. Adolfo, tu te vas a ir con Altagracia para la parte de atrás. Noelia y yo vamos a entrar por el. Esa camioneta que está ahí son hombres que contraté hoy. Ellos estarán acá al frente por si pasa algo, que Navarrete no escape. Por el reloj que les di nos comunicamos puesto que también es un radio. Quedó claro?

Guerra Y Amor (La doña 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora