17. El regalo de navidad

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Valentina

Me desperté y estaba haciéndome chilaquiles para quitarme la cruda que traigo. Me arrepiento de la peda que me eché anoche.

Me recuerdo muchas cosas de anoche. Primero, como estaba llorando sola por estar en nochebuena sin mi familia por qué la única persona que tengo, mi hermano se fue con su novia. A pesar de que lo amo con el alma y me dolió tenia que entender que el también tiene su vida.

También recuerdo cuando llamé a mis amigos y cayeron en mi casa con un chingo de bebida. El depa ahorita es un desastre lleno de botellas y vasos rojos. La mesa de beer pong con todos los vasos volteados

Recuerdo que la pasé muy bien, pero también recuerdo que llegó un momento que solo estaba en el teléfono esperando la llamada que me prometió Isabela.

Mi estúpida dignidad me prohibió llamarla yo. A veces me gustaría no ser tan orgullosa.

Escuché mi teléfono y sonreí como estúpida al ver que el mensaje era de ella.

-Perdón por no llamarte anoche... No pude.

-Me pasé toda la noche esperando la llamada mientras me emborrachaba pensando en ti *borrar* No te preocupes, ni me di cuenta *enviar*

Tenía que pagarle con el mismo latigo del desprecio.

-¡Oye! ¡No fue que se me olvidó, fue que no pude! Estuve todo el tiempo en la cena familiar.

-Y no pudiste escaparte tantito mínimo para escribirme feliz navidad?

-Perdón, en serio perdón. Que puedo hacer para que me perdones. -Me mando en audio y yo me moría de risa al escucharla casi llorar. No podía hacerla sentir así tanto tiempo.

-Me dijiste que te intereso y a la primera fecha importante no tienes tiempo ni para escribirme. -Me estoy pasando.

-Bueno ya basta no? Tu también dijiste que te importo y no pudiste llamarme o escribirme. ¿Por qué fue eh? ¿Fue orgullo verdad? Cómo yo prometí la llamada me estabas esperando a mi.

Cuánta verdad. Ahora la del miedo a perderla soy yo.

-¿bueno ya paremos de discutir si? ¿Y si me llamas?

-No. -Ay no.

-¿Por que?

-Por que tengo algo mejor.

-¿Que cosa?

-Primero dime si aceptas o no.

-Acepto.

-Bueno, pues te veo en un café. Te mando la ubicación.

Estaba brincando como niñita frente a la estufa.

Menos mal que no había comenzado a cocinar.

Corrí a mi cuarto a vestirme. Pasé casi media hora escogiendo que ponerme. ¿Un vestido? No ni que fuera a una boda.

¿Un jean con una blusa? Demasiado simple.

¿Una camisa y falda? Ni que fuera a unas oficinas.

Al final agarré un top azul celeste y un pantalón abierto blanco. Por encima me puse una chaqueta, también blanca.

Finalicé el outfit con unos tacones un poco altos. Es perfecto por qué se ve demasiado sexy, sin perder la elegancia.

Miré el teléfono para buscar la ubicación y era en el café que más me gusta de la ciudad.

Bajé y me monté en el auto directo al café. Ya estaba tarde de la hora que acordamos así que iba un poco rapido. El tráfico de la ciudad de México no me ayudaba en nada.

Guerra Y Amor (La doña 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora