Capítulo 16

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Viernes 17 de junio.

10:30 a.m.


Sentía la presencia de Adam mientras estaba recostada en uno de los árboles que estaba frente a las canchas.

Un liviano suspiro salió de sus labios mientras oíamos el canto de los pájaros que siempre llegaban a estos.

—Tu cabello se ve hermoso bajo los pequeños rayos de sol —susurró—

—Gracias —inmuté—

El día parecía hermoso, pues eso sentía.

—Tengo que irme —comentó y luego sentí su cuerpo levantarse—

—¿A dónde vas? —interrogué—

—Tengo ensayo con los chicos, será el último para salir a vacaciones.

—Pero si hoy no tenemos deportes y ayer tuviste ensayo —cuestioné—

—Cambios de último momento —sentí su mano en mi mentón y segundos después sentí sus labios chocar de manera rápida con los míos—

Un pequeño beso compartimos, uno de solo 3 segundos más o menos para luego oír sus pasos alejarse.

Apoyé mis manos en el césped y me levanté de un solo impulso para irme del lugar, por qué. ¿Qué podría hacer ahí sola? Nada, era mejor estar en un lugar tranquilo y sabía cuál era ese lugar.

Al ponerme de pie y dar los primeros pasos sentí una gran liberación en mis piernas, es como si ellas me hubieran estado pidiendo que me levantara desde hace rato.

Caminé por todo el lugar hasta que me alejé de las canchas, ya no oía el ruido de balones, estudiantes o demás.

Ahora solo escuchaba el canto de los pájaros que mantenían en el árbol en el que conocí a Dante y sonreí.

Al quedarme parada en el lugar pude sentir el olor de su perfume, amaba ese olor, entonces sonreí y me dirigí en la dirección que lo había sentido.

—Sabía que estarías aquí —mencioné—

—Sabía que volverías a mí, siempre lo haces —susurró y entonces fruncí el ceño demostrando mi confusión— te vi, estabas sentada al lado de él, pero tuve la esperanza de que vendrías. Porque siempre lo haces, siempre vuelves a mí y eso me gusta, pero me duele ver como sonríes con él —terminó por decir—.

No dije nada, a pesar de que estaba con Adam, él no me transmitía la tranquilidad que Dante, con él no puedo ser tan libre, siempre pienso en lo que digo, pero con Dante solo digo las cosas y no pienso en lo que diré. Con él puedo hablar de lo que sea, sé que él me escuchará.

Di unos pasos más al frente y entonces el rosé de su mano se hizo presente y segundos después él agarró mi mano guiándome a él y ayudándome a sentar.

—El día es un poco caluroso —mencionó—

—Es algo irritante el calor, pero este es diferente —susurré—

—lo es —terminó por decir—

Me removí del lugar dónde estaba, no quería estar solo sentada al lado de él, así que en un movimiento busque su cuerpo y me pase por encima de sus piernas que estaban estiradas en el suelo y me acomode en medio de estas para recostarme en él.

Creí que le fastidiaría y me pediría que me quitara, pero fue todo lo contrario, al recostar mi cabeza en su pecho él me abrazo y reposó su mentón en mi hombro.

Como me hubiera encantado poder ver y visualizar la escena para luego guardarla en mi cabeza, pero por el momento solo podía imaginarme la escena.

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