Lunes 20 de junio.
9:30 a.m.
Estaba ya casi lista.
Dante me había pedido que utilizara ropa ligera que me permitiera moverse sin ningún problema, y eso era lo que había hecho.
Una de las empleadas me ayudó a vestirme con una ropa deportiva, que cómodo.
Solo estaba esperando a que una de ellas terminara de agarrarme el cabello en una cola para que el cabello no se me fuera a caer en la cara. Que gran idea, siempre hay que estar preparados.
—Se te ve muy bien el cabello recogido.
—Gracias Martina —sonreí—
Martina es una de las chicas que me ayuda arreglarme, es muy dulce y siempre es muy amable conmigo. Le tengo un gran aprecio.
—Te ves muy feliz —mencionó mientras me untaba bloqueador por toda la cara—
—Últimamente he podido hacer muchas cosas que me gustan, eso me hace feliz —le regalé una sonrisa—
—Creo que es más que algo que puedas hacer —terminó por darme unos suaves masajes en la cara— parece que estuvieras enamorada.
Ante lo dicho una leve tos salió de mí.
¿Yo enamorada? ¿Lo estaba?
—Que cosas dices —reí—
—Es lo que demuestras —negué y sonreí—
No volvió a mencionar algo al respecto y entonces solo sentí cómo me untaba también bloqueador en los brazos y luego me hizo levantar los brazos para ponerme un saco.
—Por si llega hacer calor, es mejor que lleves un saco. Ya sabes.
—Prevención —mencionamos las dos al mismo tiempo y luego sentí un leve pellizco en mis mejillas—
—Eres tan tierna —mencionó y sonreí—
—¿Qué hora es?
—Ya son las 10:00.
—Debo de bajar a la primera planta.
—Te ayudo.
Con toda la confianza y gusto recibí su mano para bajar al primer piso.
Martina no parecía tener más de 25 años, era muy dulce, a mi parecer cuando hablábamos era muy comprensiva y tierna, era una gran amiga. Porque sí. Más que una empleada que me ayudaba era como una amiga.
Al bajar a primer piso me senté en la sala, los muebles son muy cómodos y es un buen lugar para esperar.
Por otro lado, Martina se fue a traerme un poco de jugo, dijo que me ayudaría y que lo necesitaba porque solo he estado bebiendo agua y necesitaba algo de vitaminas.
Mientras tenía mis manos entrelazadas sentí una mano suave. Era Martina, quien desenredó mis manos y puso el jugo entre ellas.
Agarré el vaso de cristal con cuidado y bebí de este mientras saboreaba el sabor. Era un jugo de mango, tomé el último sorbo y otra de las empleadas entró a la sala.
—Señorita, la están esperando afuera.
Estiré el vaso a Martina quien no demoro en agarrarlo y di dos pasos al frente.
—Muchas gracias —sonreí y caminé por el gran pasillo contando los pasos cuidando de no caer o chocar con algo—.
Abrí la puerta y con cuidado bajé el pequeño escalón y me dirigí en dirección de dónde venía el sonido de la moto.
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Your eyes tell
Novela JuvenilApril Winkler es una adolescente de 17 años que tuvo un accidente a sus 15 años, a causa de ello perdió la vista y tuvo que dejar de lado las cosas que amaba y consideraba importante para ella, ahora solo dependía de su bastón y de las personas que...