April Winkler
Lunes 27 de junio.
8:20 a.m.
Me encontraba siendo arreglada mientras esperaba a Dante.
Él se había ido a las siete de la mañana, dijo que hoy tenía que arreglar un par de cosas, así que me pidió que no me comprometiera en nada con alguien, porque hoy tendríamos el día y la noche ocupada.
—Ya estás casi lista —Martina mencionó mientras acomodaba mis pequeños mechones de cabello— te ves muy linda.
—Gracias —sonreí—
Martina siempre me hacía cumplidos cada vez que me arreglaba, recuerdo que la primera vez me sonrojé y le agradecí, al parecer le gustaba verme feliz.
—Espero que hoy no lleguen mojados como ayer, parecía que se iban a morir de hipotermia, estaban pálidos y casi que no entran en calor.
Pronunció casi en un regañó, y aunque suene casi cómo una exageración tenía razón.
Ayer aparte de que llegamos tarde llegamos empapados de agua y como si fuera poco parecía que íbamos a morir en ese instante, estábamos helados por todo lo que nos habíamos mojado y el frío que habíamos recibido.
Dante era quien estaba más frío, él era el que había recibido más viento sobre su ropa mojada y por mi parte, también estaba empapada y muriendo de frío, pero a diferencia de él lo mío no era tanto.
Martina pasó por mi cabeza unas últimas tres veces la peineta luego movió un poco mi cabello hacía tras uno que otro mechón hacia adelante.
—Ya estás lista.
Le regalé una sonrisa y me quedé sentada en el mismo lugar mientras oía los pasos de ella y de sus demás compañeras alejarse de mí hasta salir de mi habitación.
Entrelacé mis dedos y cerré mis ojos recordando la noche que pasó; dormí con él dormimos abrazados y amanecimos juntos, estaba completamente feliz de solo recordar el calor de su cuerpo.
Siempre me idealicé algo así con la persona que llegará amar, pero no me imaginaba que se sintiera tan lindo de tal manera.
...
Salí por la gran puerta y bajé el pequeño escalón dirigiéndome al lugar de dónde venía el sonido de la moto.
—¿Lista para ir alimentar koalas?
Al oír su pregunta no pude evitar sonreír de ternura al imaginar a los koalas siendo alimentados por nosotros, era una imagen mental muy hermosa. De pequeña tenía un koala de peluche, siempre creí que los koalas eran animales muy lindos y tiernos.
—Sí.
Pronuncié mostrando mi más grande sonrisa.
—Entonces sube.
Recibí el casco y me lo puse para luego subir e ir al zoológico alimentar koalas.
Los viajes con Dante nunca eran demorados, al paso que él manejaba siempre llegábamos en buen momento.
Me bajé de la moto y esperé a por él para tomar su mano y caminar a la entrada de zoológico.
Se oían las voces de las personas que estaban en el lugar, al parecer el lugar estaba un poco lleno.
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Your eyes tell
Подростковая литератураApril Winkler es una adolescente de 17 años que tuvo un accidente a sus 15 años, a causa de ello perdió la vista y tuvo que dejar de lado las cosas que amaba y consideraba importante para ella, ahora solo dependía de su bastón y de las personas que...