Capítulo dos.

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Obsesión. Es de origen latín “obssesio” que significa “asedio” ya que la obsesión produce asedio, persecución, acoso, rodeo como resultado de la presencia de pensamientos negativos y obsesivos hacia determinadas personas, cosas o situación. La obsesión provoca un estado de ceguera al individuo que la padece debido a que no lo permite discernir entre sus comportamientos y la realidad.

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Bajé las escaleras cuando escuché que mamá llegó, debe ser ella. Todo el día de ayer no apareció, supongo que ocupada pidiendo permisos en su trabajo y continuidad con la desaparición de mi hermano.
Miré su rostro amarillento, se veía bastante cansada, y como no, si está ella sola, digo papá viene en camino pero sé que lo necesita bastante.

—¡Mamá! -grité alarmándola.

Ella giró hacia mi con una pequeña sonrisa, me dio un corto abrazo y un beso en la cabeza.
Comenzó a leer unos papeles que traía en su mano.

—¡Tienes que pedir las cámaras de la pizzería! -exigí. Ella me miró con una ceja alzada y volvió a leer sus papeles. —¡Mamá de verdad! Algo ocultan. -la seguí cuando fue directo a la cocina.

—¡Sun, hija! -llamó mi atención con una leve risa.

—De verdad, mamá. -abrió el refrigerador y sacó el galón de jugo de manzana. —Hazme caso, por favor. -pedí quitándole el jugo y papeles.

—Las autoridades están haciendo de todo hija, puse toda mi fe en ellos. -me volvió a quitar sus cosas.

—Pero mamá... Ellos ocultan... -fui interrumpida.

—Creeme, que más quisiera yo poder hacer algo más. -su cara se tornó triste y para ocultarse fue en busca de un vaso. —Sólo nos queda esperar, cuando llegue tu padre iremos a por más hija.

—¡Mamá! ¡Entré a la pizzería y miré las cintas de grabación! -solté un poco cansada.

—¿Qué hiciste qué? -soltó los papeles en la barrita. —¿Sabes en el problema qué te puedes meter?

Puse los ojos en blanco con un suspiro pesado.

—Ellos igual ayer por la tarde me enseñaron esas cintas y ¡no hay nada, Sun! -levantó sus brazos rendida.

Me quedé boquiabierta. No puede ser, si yo misma miré como él estaba ahí justamente en el estacionamiento. Bufé y salí de la cocina molesta, esto no se puede quedar así, aunque no tenga el apoyo de mi madre descubriré qué es lo que está pasando.

Subí a mi habitación por mis llaves y las eché al bolsillo de mi pantalón. Salí de casa sin rumbo alguno, tenía que pensar más en claro, en total paz y silencio.

Caminé por las asoleadas calles de Hurricane hasta llegar a un pequeño parqué, por la hora que es este no está lleno, sólo unos cuantos niños en bicicleta y patines, supongo que disfrutando de sus largas vacaciones como debimos haberlas disfrutado mi familia y yo, suspire sintiendo calor en mis mejillas, me senté en una banquita que justo daba la sombra de un gran árbol. Mi vista se perdió un poco en la fuente de delfines al frente mío, sólo podía en como podía conseguir esas grabaciones, en como le están mintiendo en la cara a mi mamá y de que debemos actuar pronto, ya casi son cuatro días de la desaparición de Chris y aún no nos saben dar una buena respuesta, espero que cuando llegue papá a casa las cosas puedan ir para bien.

Malédiction Violette. // William Afton. [hombre morado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora