Capítulo doce.

30 6 17
                                    

Sábado por la tarde y ya nos encontrábamos Michael y yo acomodando su ropa en una de las maletas que le faltaba por completar. Estos últimos días no fueron nada fuera de lo común, me la pasé el mayor tiempo con él pues cada minuto era bastante valioso para ambos. La parte buena era que William estuvo desparecido por mucho tiempo, era raro pero mejor para nosotros que no pasamos molestias o incomodidades.

Le pasé una de sus últimas playeras que me contó que era de sus favoritas, la colocó en la maleta y después la cerró. Eché un vistazo rápido a su habitación mirando que su máscara de zorro la seguía colocando debajo de su tocador, suspire al recordar lo que había pasado con su pequeño hermano.

—Muchas gracias por ayudarme. -puso una mano en su nuca mostrando timidez.

—No hay de qué. -solté una pequeña risa.

Por lo que me había dicho, William lo llevaría hasta las afueras de la ciudad donde ahí lo esperaría su mamá para seguir con el resto del camino. Por ahora solo estábamos esperando a que William llegara de donde quiera que este. Me sentía triste, no quería que el tiempo pasara rápido, pues cuando él se vaya no sé que pasará y de sólo pensar en eso me da un golpe fuerte en lo emocional.

Para ya estar listos le ayudé a bajar sus maletas hasta la principal sala, se le notaba bastante que estaba feliz, se veía diferente y eso en cierta parte me traía tranquilidad.
Dejamos caer las maletas unos metros retirado del marco de la puerta y por mientras nos sentamos en el sofá.

—No olvides que puedes llamarme cuando lo necesites. -animó dándome un apretón en mi mano.

—Tú igual, Mike. -le sonrei de lado. —Sólo es un hasta pronto, ¿no? -lo dije en tono divertido para calmar la tensión de ambos.

Nos reímos un poco y comenzamos hablar un poco del futuro, de como él seguiría con sus estudios al igual que yo; sólo me faltaba un año para graduarme. Estuvimos ahora bromeando un poco para dejar pasar el tiempo.

La manija de la puerta principal se escuchó para luego escuchar como se abría, ambos miramos al mismo tiempo hacia esa dirección. Un perezoso William apareció quitándose su chaqueta para aventarla sobre uno de los sofá, fue a la cocina para después aparecer bebiendo un líquido transparente, era de todo menos agua.

—Será mejor irnos de una vez, antes de que sea más tarde. -dijo mirando por su ventanal.

Había llegado impuntual, ni siquiera nosotros nos habíamos dado cuenta de eso. Michael y yo salimos primero de la casa, le ayudé a subir sus maletas en los asientos traseros del coche.
Sin decir nada le di un fuerte abrazo, inmediatamente me lo correspondió.

—Aquí estaré esperándote, Michael. -dije una vez que el abrazo terminó.

Él asintió feliz con su cabeza y agradeciendo por milésima vez en el día por estar para él en este tiempo.

Sin más nada me di la vuelta para comenzar mi camino nocturno. Volteé una última vez para ver como entraba al asiento delantero. Odio las despedidas.

Por la oscura y solitaria calle solo se escuchaban mis pasos andar por la acera, hice del camino un poco más largo, hace tiempo que no despejaba mi cabeza y pasaba tiempo conmigo misma. Llegué a un parqué que estaba de pasada para tumbarme en el pasto por unos minutos y mirar la noche estrellada, la luna también dejaba verse claramente iluminando un poco la noche.

¿Y ahora qué seguía? Sin duda quería echar todo a la basura, relajarme, pensar en mí, cuidarme, pero no podía con el gran vacío que sentía dentro. No quería echar así ha perder todo pero también siendo sincera conmigo misma no había logrado mucho, sí, hablando de toda esta situación; de jugarle al detective; era más difícil y complicado de lo que pensaba. Sólo espero que Chris ahora esté más tranquilo, ahí arriba.

Malédiction Violette. // William Afton. [hombre morado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora