Capítulo ocho.

36 6 5
                                    

Tres días desde que miré por última vez a Michael. Le he llamado desesperada por que responda mis llamados pero simplemente no hay respuesta alguna. Dos días seguidos fui sin parar a su casa buscándole pero todas mis búsquedas eran fallidas, lo único que podía pensar es en que lo metí en problemas. Ese día que lo llevé a caminar hasta llegar a un parqué se notaba bastante incómodo, quizá no debí haber hecho eso.

Suspire cansada mirándome en el reflejo de la ventana de la cocina, terminé mi último bocado de empanada de atún y sacudí mis manos.
No tengo sospecha de que algo estaba ocurriendo, pues debo decir que también iba a casa de Michael intentando encontrar a William, retomar pasados temas y obtener respuestas pero ni a este lo podía encontrar.

Bebí rápidamente un vaso con agua fría y me dispuse a ver qué estaba pasando. Salí de la casa sintiendo los rayos del sol sin quemarme exageradamente, se llegaba a sentir muy a gusto. Caminé lo más rápido que pude a dirección de Michael, a lo lejos se podía distinguir si estaba el coche o no, pero efectivamente no estaba. Sentí un poco de vergüenza con los vecinos ya que estos tres días casi siempre estaban ahí fuera cuando yo llegaba a llamar la puerta y apenada al no recibir respuesta me iba con mis mejillas al tono rojo más vivo que exista.

Haciéndome la tonta me alejé de ahí como siempre. Entonces se me ocurrió una idea, la pizzería. Sintiendo esperanzas fui nuevamente casi corriendo, llegué al estacionamiento y la nostalgia me invadió, rabia, tristeza, felicidad, de todo un poco. Busqué el coche rápidamente con la mirada pero tampoco había ni uno solo.

¿Dónde estás Michael?

Sintiéndome bastante decepcionada me retiré cabizbaja.
Iba rumbo ya a mi casa pateando una vieja tapadera de refresco cuando se me vino una estupidez a la cabeza, meterme por la ventana de su habitación, bueno, me fui muy alto, quizás puedo intentar por el ventanal, más bajo.
Seguí pateando hasta que reconocí la acera y jardín, disimuladamente miré a los vecinos y estos ya no estaban.

No estoy segura de lo que haré pero ahí voy.

Traté de empujar el ventanal por fuera con todas mis fuerzas pero estaba puesto con el seguro. Un poco frustrada busqué unas alternativas más, la única era trepar por el árbol del jardín trasero y subir como lo había dicho anteriormente, habitación de Michael.

Me las arreglé para poder subir ese gran árbol, fue un tanto complicado ya que algunas de sus ramas estaban secas y débiles pero pude, hace bastante que no trepaba un árbol de esa manera, desde que era solo una niña de ocho años. Y bueno, Chris, igual como todo niño amaba hacer eso, recuerdo que me daban mini infartos al verlo hasta la cima. Bloqueé todos esos recuerdos y me concentré en el ahora.

Ya estando en el marco de la ventana pasé primero una pierna y seguido la otra quedando sentada, eché un vistazo a la amplia habitación de Michael, un más ordenada que las otras veces que la había visto. De una vez por todas di un pequeño salto llevando firmemente mis píes al suelo con alfombrilla. En estos momentos no sabía lo que pasaba por mi cabeza, si bueno, al principio se me hizo buena idea pero ya estando aquí me siento un poco acosadora e invasora pero qué puedo hacer cuando Michael no me responde mis llamadas y tiene a William como progenitor. Y siendo sincera pensaba que encontraría a Mike por ahí, quizás molesto o algo por el estilo pero claramente no había seña de nadie por aquí.

Entonces por qué no aprovechar ahora que estoy aquí sola, qué cosa mala podría suceder. Sí, la curiosidad mató al gato pero como alguien me dijo que yo era el ratón pues echemos una pequeña investigación por aquí.

Estaba pasando por a un lado del tocador de Michael cuando mi pie derecho chocó con algo rígido, bajé la vista para encontrarme con aquello, era como un tipo de máscara, bueno eso alcanzo a mirar ya que más de la mitad estaba cubierto por la madera. Me agache un poco para sacarlo de ahí, lo sujeté en mis manos y al darle la vuelta dentro de esta salieron unas fotografías y algo como unas cartas escritas a mano. Puse mis rodillas sobre el suelo y dejé caer mi peso sobre ellas, junté toda esa bola de papeles y ya teniendo todo sobre mis muslos empecé a ver de qué se trataba todo eso. Como bien dije la mayoría eran fotografías, se podía ver a Michael usando esa peculiar máscara de zorro, en otra estaba él nuevamente con su máscara y al lado lo que imagino eran sus amigos que también llevaban máscaras de animatronicos si no me equivoco.

Malédiction Violette. // William Afton. [hombre morado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora